miércoles, 20 de junio de 2012

SAN MARTÍN Y BOLIVAR POLÍTICOS SUDAMERICANOS


SAN MARTÍN Y BOLIVAR POLÍTICOS SUDAMERICANO
Enzo Alberto Regali 

“El único amigo que parece tiene usted en el otro lado es [Juan Bautista] Bustos, el cual defiende a Ud. a capa y espada, con la mira (según dice) de que nombren a usted director por la provincias federadas y quedar él de delegado…” Así, “descarnadamente”, describía Juan García del Río, el 21 de marzo de 1822, desde Chile, la situación que se vivía y lo que se pensaba de José de San Martín en ese país y en las Provincias Unidas del Río de la Plata. No se puede ser grande impunemente decía Bolívar.

En este período el libertador, estaba convencido de que la mejor forma de gobierno, para evitar las guerras civiles, garantizar la unión nacional de los países de Sudamérica y alejar los peligros de la disolución, era la monarquía constitucional. Nombrado Protector del Perú, cargo que ejerció con “un tono monárquico y americanista”[1], se ilusionó vanamente con conseguir un príncipe europeo. Con este cometido envió a Europa a sus dos amigos García del Río y Diego Paroissien, quienes al llegar a Chile escribieron la carta mencionada.
San Martín y Bolívar en Guasyaquil


Las instrucciones a los diplomáticos fueron cifradas es decir secretas y se les ordenaba buscar un príncipe inglés, en segundo lugar uno de Rusia o Austria y de no ser posible esto, alguno de Francia o Portugal e incluso el príncipe de Luca, Carlos Luis de Borbón, aquel que también interesaba a Juan M. Pueyrredón  y al ex congreso de Tucumán ya instalado en Buenos Aires[2]. La única condición para cualquiera de estos era que aceptaran el catolicismo como religión del estado.

El monarquismo sanmartiniano fue olvidado por parte de los historiadores de sesgo liberal pero el revisionismo tradicional restó importancia a este intento de coronar un vástago europeo. Bartolomé Mitre no se  “extiende” en el tema y lo censura de acuerdo a sus ideas. El segundo sector carga las tintas en el Directorio, el Congreso y la Constitución de 1819, pero lo cierto es que estos errados planes europeístas, también lo fueron de San Martín. La diferencia estratégica era que este lo hacía pensando en América y los porteños por un cerril localismo portuario.  

Como buen militar de carrera, formado al servicio de la monarquía española y  liberal moderado en sus ideas, al Protector lo aterraba la anarquía. Nunca tuvo buena relación con José Artigas ni con los caudillos provinciales, si bien se negó a usar su ejército para combatirlos cuando se lo ordenaron desde Buenos Aires pero no por coincidencias políticas sino para no entorpecer la lucha por la independencia.

 El viejo imperio hispanoamericano se había comenzado a disgregar a poco de andar. Los intereses económicos, sociales y culturales contenidos por siglos bajo la corona de España, estallaban y a ellos se sumaban los intereses de las grande potencias europeas, como Gran Bretaña y Francia, que no les  importaba fragmentar, para conquistar los nuevos mercados.

En 1820 luego del triunfo en Cepeda de los caudillos federales, la mayoría de las provincias reasumieron su soberanía. Tiempo después, Bustos ya gobernador de Córdoba, va a intentar organizar constitucionalmente el país convocando a  un Congreso en Córdoba, tal vez por las razones que García del Río expone en la citada carta, pero también por convicción. Son explícitas las coincidencias de pensamiento entre el gobernador cordobés, San Martín y en los hechos, también Bolívar. Todos impulsaban una confederación de los países sudamericanos. Vemos que el monarquismo del Protector tenía gran pragmatismo ya que el caraqueño se reconocía republicano, al igual que Bustos que además era federal.

En Buenos Aires, en tanto, una nueva logia “porteñista” y enemiga de San Martín se había adueñado del poder. En la misma tenía mucha influencia Bernardino Rivadavia, personaje fuertemente enfrentado con el general -años más tarde (1825) en Europa, solo amigables consejeros evitaron que San Martín lo retara a duelo-.

El general Antonio Gutiérrez de la Fuente enviado del Protector a las Provincias Unidas (1822), con el objeto de obtener ayuda para terminar la guerra en Perú, narra en su diario de Misión los desplantes del gobierno porteño para no proporcionar la ayuda económica solicitada. Sólo algunos gobernadores provincianos, entre ellos Bustos, se ofrecieron para encabezar la expedición, pero carecían de los medios materiales. Rivadavia además, se encargará de promover el Tratado del Cuadrilátero con las provincias litorales para hacer fracasar el mencionado Congreso de Córdoba, seguramente temiendo entre otras cosas la influencia política de San Martín sobre el mismo y el federalismo de Bustos.

En este contexto se desarrollará la reunión de Guayaquil en julio de 1822. San Martín concurrió abrumado por su poder en crisis. Chile no respondía y lo criticaba, Buenos Aires era gobernado por enemigos mezquinamente pendientes de los negocios del puerto, en el Perú conspiraban propios y extraños: hispanistas monárquicos devenidos en republicanos como José de la Riva Agüero, tramaban golpes y otras infamias.

La documentación sobre la reunión, así como un elemental análisis político, no da lugar a demasiados misterios. Eran ambos libertadores personalidades diferentes pero seducidos por el poder[3]. El venezolano, extrovertido, audaz y seguro, el correntino introvertido y reservado, tal vez calculador y por ello dubitativo. Pero no fueron personalidades disímiles, las razones del retiro de San Martín aunque pudieron tener incidencia. Con un poder desgastado y débil sólo podía humildemente requerir ayuda al político triunfante y en ascenso, respaldado por la gran Colombia. La solución no pudo ser otra más que el alejamiento de San Martín. Resulta ingenuo achacarle a Bolívar el no haber aceptado tenerlo como subordinado pues si lo hubiera hecho sus enemigos  hubieran aprovechado la personalidad de San Martín, al margen de la voluntad de este, para  atacar y conspirar contra el venezolano.

Que esto causó dolor y frustración de por vida a nuestro correntino, es indudable –tal cual lo dice la copia de una carta dada a conocer en 1843, trece años después de la muerte del venezolano, por Gabriel Lafond de Lurcy- y absolutamente comprensible pero resulta necio, condenar a Bolívar por una ambición que ambos poseían. La política es un acto de poder y se ejerce, no es de su índole la moralina de mentecatos. Por otra parte, a quienes así piensan ya San Martín se encargó de responderles con acciones: siempre conservó el retrato que Bolívar le regalara en Guayaquil y en la misma carta luego de criticar políticamente a su “amigo/competidor” se compromete a no revelar las diferencias, ya que de “traslucirse” lo escrito: “los enemigos de nuestra libertad podrían prevalecerse para perjudicarla y los intrigantes y ambiciosos para sembrar la discordia.”
Ambos se dieron una misión americanista hasta el final de sus días.

Publicado en La Voz del Interior el 21-08-2010 


San Martín
Simón Bolívar






[1] Patricia PASQUALI, San Martín, Buenos Aires, Planeta, 1999.
[2] José Pacífico OTERO, Historia del Libertador  don José de San Martín, Buenos Aires, Círculo Militar, 1978,  tomo 6, pág. 44.
[3] En Lima, San Martín  percibía un “sueldo de 30.000 pesos…usaba uniforme recamado con palmas de oro…y transitaba las calles de la opulenta y seductora Lima en una carroza de gala tirada por seis caballos…” acompañado por  la sensual Rosita Campusano. Son más conocidas en Argentina las veleidades y exageraciones de Bolívar. Ver Patricia PASQUALI, Ob. Cit. pág. 366.

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