lunes, 25 de marzo de 2013

DE BENEDICTO XVI A FRANCISCO



Una apuesta por una Iglesia comprometida con la justicia social



El encuentro entre Joseph Ratzinger y Francisco

Sin ser un experto en historia de la Iglesia, ni un practicante, es necesaria una breve reflexión sobre el hecho más trascendente del siglo XXI en Occidente. En efecto la elección de Jorge Mario Bergoglio –hoy Francisco- casi un secreto a voces, excepto para numeroso periodismo cuyos intereses económicos superan la independencia  necesaria de este “Cuarto Poder” (ver la propuesta constitucional de Mariano Fragueiro), es un hecho que por cierto los argentinos recibimos con orgullo y felicidad, a la vez debemos ser conscientes que tiene un alcance y un impacto en la historia universal.
La renuncia de Benedicto XVI fue en sí misma una “revolución” meditada en los últimos tiempos de su pontificado. Su carta o nota declinatoria del mandato recibido y contradictoria con algunos de sus pensamientos expresados cuando aún era Joseph Ratzinger, dice demasiado implícitamente: “Tras haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, dada mi avanzada edad, ya no se corresponden con las de un adecuado ejercicio del ministerio petrino (…)” ¿Qué desea transmitir Benedicto XVI cuando declara esto? Si repasamos su pontificado y los hechos que tuvo que afrontar: pedofilia de obispos y curas, pederastia, presiones sobre el celibato, incluso sobre la condena del aborto, la comunión a los divorciados, un secretario de estado –Tarcicio Bertone- que por lo menos no se comportó con la lealtad requerida por el pontífice, las trabas para sanear las finanzas y las actuaciones del Banco del vaticano, hechos de corrupción y hasta misteriosas muertes no resueltas; tendremos la idea por la que le faltaron “fuerzas” a este ideólogo del concilio Vaticano II.  
Intentó cambiar desde su mirada, más intelectual que la de Juan Pablo II, los hechos que desprestigiaban a la Iglesia y encontró demasiadas trabas e intrigas en los pasillos del “palacio”. No se le escapaba a su santidad que la Iglesia de Cristo en la ecúmene, la razón de casi toda su vida, necesitaban cambios del que solo podía ser protagonista, traspasando su mandato. La historia dirá si estuvo en lo cierto.
Peter Seewald su biógrafo oficial en un adelanto que hace de la biografía de Joseph Ratzinger comenta la idea que este (Benedicto XVI) expresó mientras era Papa sobre la iglesia deseada para el futuro:
“Aligerar la carga para aumentar el peso es el programa de la Iglesia del futuro. Privarse de la grasa para ganar vitalidad, frescura espiritual (…) Belleza, atractivo, en el fondo también fuerza, para hacer frente a una tarea que se ha hecho tan difícil. "Convertíos", dice usando las palabras de la Biblia al marcar la frente de los cardenales y abades con las cenizas, "y creed en el Evangelio". "¿Usted es el final de lo viejo -pregunté al Papa en nuestro último encuentro- o el inicio de lo nuevo?". La respuesta fue: "Las dos cosas".

Primer Papa Latinoamericano 

Este es el origen de la elección de Francisco en un cónclave en el que los electores eran en una mayoría absoluta., seguidores, con diferentes matices, de una línea partidaria de cambios trascendentes en paz dentro del catolicismo. No es posible comprobación documental a lo que afirmo pero la política cuando uno no accedió “a la cocina de los sucesos” son los hechos comprobables y la elección en la 5ª votación del cardenal Jorge Mario Bergoglio es la consecuencia directa de la determinación que tomó Benedicto XVI. Se pueden elucubrar muchas cosas pero sería ingenuo suponer que saldría electo alguien que no respondiera a la línea que sostiene la necesidad de operar transformaciones. No obstante aceptemos el papel del individuo en la historia y sepamos que el papado lleva el signo de Francisco.
Una última especulación, creo que no es casualidad la nacionalidad del Papa ya que hace tiempo que los argentinos son mencionados en la Santa Sede como candidatos. Es parte de un desarrollo histórico particular de nuestro país. Ligado a Europa y formador de generaciones de pensadores que influyeron en toda América Latina al margen de la ideología que profesaran: Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, José Hernández, Manuel Ugarte, Leopoldo Lugones, un Jorge Luis Borges y un Manuel Gálvez o Arturo Jauretche y Leonardo Castellani, Fermín Chávez o el contradictorio y afrancesado Julio Cortázar o Lucio Gera el teólogo que soñó con la liberación, para citar solo algunos de los intelectuales de otros siglos y sin negar la injusticia de no mencionar a otros dado que sería imposible. No es soberbia sostener que en esta elección se marca la importancia del pensamiento rioplatense en la búsqueda de la unidad continental pero también de la identidad americana y la justicia social.
Francisco, toma el nombre de San Francisco de Asís, fundador de la Orden de los Frailes Menores (Franciscanos) y también, junto a Santa Clara su seguidora, de la Orden de las Hermanas Clarisas (OSC). La prédica y el cuidado de los más humildes practicado por San Francisco, además de una vida siguiendo estrictamente el Evangelio, obedeciendo a la Iglesia y renunciando a los bienes materiales, ya que provenía de una familia rica -su padre era un comerciante próspero-; son el programa para el siglo XXI esbozado en el reportaje a Benedicto XVI ya citado. Esta decisión del nombre da luz sobre la fuerza de los primeros gestos del Papa americano, una Iglesia pobre para los pobres, no el abandono del resto, de aquellos que más tienen, sino el compromiso con los que más necesitan del amor y el apoyo material y espiritual.
No por casualidad ya en el siglo XVI en esta América del Sur, viene a predicar el evangelio un sacerdote Francisco Solano que había estudiado con los jesuitas para luego entrar a la orden Franciscana. Su accionar entre los indios y los más humildes, los milagros que se le atribuyen en estas tierras posibilitaron que fuera declarado santo de la Iglesia Católica. San Francisco Solano predicó y catequizó ayudado de su guitarra y su violín sobre todo en la zona del Chaco argentino-paraguayo, Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba. Pero su residencia estuvo en el Perú, en Lima donde murió el 14 de julio de 1610. Todo un indicio que nos entrega la Historia que como el río de montaña emerge en el lugar más insospechado.
Jorge Mario Bergoglio nació en el porteño e histórico barrio de Flores, territorio donde se firmó el Pacto de Unión Nacional entre la Confederación Argentina y el Estado separatista de Buenos Aires. Siempre impulsó los diálogos con las otras religiones, la judía y la musulmana especialmente. Fue auxiliar de monseñor Antonio Quarracino, con quien cultivó amistad, al igual que con Fray Aníbal Fosbery de la orden Dominicana argentina. Los citados sacerdotes fueron también  amigos de Alberto Methol Ferré y Jorge Abelardo Ramos (el “Colorado”) (1921-1994)[1] y numerosos dirigentes peronistas, aunque lo notable es que este último (Abelardo) era un marxista heterodoxo y “fundamentalista” de la unidad latinoamericana. Cuando sus discípulos le preguntaban a Fosbery cómo podía ser amigo de un hombre con la ideología de Ramos él solía contestar: “es que nos une el amor a la Patria”.
En el caso de Bergoglio, cultivó amistad con Methol Ferré, a quien acaba de mencionar como uno de sus maestros ante la televisión Italiana (RAI) y es el prologuista del libro “Una Apuesta por Latinoamérica” de otro uruguayo cercano al Vaticano: Guzmán Carriquyri.  En dicho texto condena tanto el infantilismo de izquierda promotor de la confrontación y justificador de la lucha armada, como el neoliberalismo salvaje posterior a la caída de la URSS. Sostiene también la necesidad de la unidad de Latinoamérica.
Son todos signos de los tiempos. ¿Será posible la gigantesca tarea transformadora de la Iglesia que se está imponiendo Francisco? ¿Retomará la Iglesia latinoamericana su aporte a una Patria Grande unida y socialmente justa, recuperando el mandato de hombres como los dos santos Franciscos y Bolívar, San Martín, Manuel Ugarte entre otros? Supongo que hay un pueblo americano dispuesto a ayudar para que esto se concrete.
Es necesario saber que la opción por los pobres explicitada por Francisco es material y espiritual, porque la mayoría de los humildes sufren económicamente pero también la discriminación y el apartamiento. Necesitan de la justicia social pero con amor, es quizás la razón por la que en los lugares más sumergidos siguen presentes símbolos como Evita, Perón, Juan Pablo II, y ahora Francisco y al decir de Jacques Prevert: “nadie más nada más”… por ahora al menos.
 La senda tiene enormes dificultades no obstante como dicen los criollos: el caballo siempre encuentra el camino de la cumbre. 

Jorge Mario Bergoglio, hoy simplemente Francisco es una esperanza para  el mundo católico y también para América Latina 


Enzo Alberto Regali
San Antonio de Arredondo 23 de marzo de 2013



[1] Abelardo Ramos también nació en Flores. Según parece también en este barrio vivió Perón siendo joven.  

sábado, 16 de marzo de 2013

joaquin f. meabe: el "abelardo ramos" de enzo alberto regali

JOAQUÍN F. MEABE, es abogado y doctor en derecho por la Universidad Nacional de Nordeste (UNNE), es filósofo, jurista, historiador e investigador. Se desempeña como Director del Instituto de Teoría general del Derecho (UNNE) y es profesor titular de Filosofía del Derecho y de Introducción al Derecho en la Facultad de Derecho de la UNNE. 


Dr. Joaquín F. Meabe




JORGE ABELARDO RAMOS: UNA ASIGNATURA PENDIENTE DE LA HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS EN LA ARGENTINA, RECUPERADA MAGISTRALMENTE POR ENZO ALBERTO REGALI


En la Argentina contemporánea el interesado en la historia de las ideas políticas a poco que se detenga a examinar el arco ideológico, del que se nutrieron los movimientos sociales y los partidos en la segunda mitad del siglo XX, no podrá dejar de advertir ciertas asignaturas pendientes.

Algunas más pendientes que otras; y, quizá ninguna, como en el caso de la vida y la obra de Jorge Abelardo Ramos, tan relegada y desatendida por la mayoría de los estudiosos que se han ocupado de todos esos temas inflamados por la disputa y el antagonismo intransigente siempre más apto para el desahogo retórico antes que útil a la inteligencia de esa accidentada etapa de nuestra vida social que se inicia en la década infame y que aun continua sin alcanzar una dirección definitiva para encausar las expectativas de mejoramiento, progreso y justicia.

Hasta entrado el presente siglo ha proliferado en nuestro país una más que abundante literatura en la que se observa un singular deslinde entre las obras de pretensión erudita y académica, no siempre tan sólida e informada como se pretende por parte de sus autores, y esa otra producción ideológica y panfletaria donde se rinde, ante todo, tributo a la ideología. Sin embargo, en ese extenso conglomerado, donde se acumulan toda suerte de libros y periódicos, algunos importantes autores como Jorge Abelardo Ramos están completamente ausentes en el examen de detalle del último medio siglo.

Dentro de ese singular reparto de hijos y entenados en la familia de las ideas políticas argentinas Jorge Abelardo Ramos es algo parecido a un pequeño bastardito no legitimado que ha esperado inútilmente el pronunciamiento apropiado de los ideólogos y los expertos para su ingreso al panteón del imaginario instituyente que sostiene o nutre los reconocimientos.

Como buen entenado de una cultura invertebrada, en esta paradójica Argentina errante en sus enclaves, el conglomerado de los expertos, eruditos y teorizadores, al igual que ese amplio remanente de ensayistas, aficionados y opinólogos que fatigan nuestra literatura política, lo relegó a las bibliografías, más en la producción ideológica que en la ilustrada o académica; y, a veces, las noticias le prestaron alguna acotada atención, en los periódicos de circulación nacional, cuando los sucesos lo llevaron al centro de la escena como ocurrió en las elecciones 1973 cuando con el Frente de Izquierda Popular liderado por él arrimó, desde la izquierda, mas de novecientos mil votos, contribuyendo al triunfo de Juan Domingo Perón que, tras esa compulsa, volvió a la presidencia de la república luego de dieciocho años de proscripción.

Tamaña negligencia, sin embargo, no se compadece, ni por cierto, respeta la peculiar influencia de Jorge Abelardo Ramos en la historia de las ideas políticas dentro y fuera de la Argentina, en el último medio siglo, y su mas que destacado aporte al pensamiento y a la acción progresista y revolucionaria representada por ese notable conjunto formado por la denominada izquierda nacional que, fuera de toda duda, ha tenido un incuestionable impacto en la cultura política latinoamericana, hoy orientada hacia un nuevo tipo de socialismo entroncado con las propias tradiciones históricas del continente.

Sea cual fuere el juicio definitivo sobre la obra y la vida de Jorge Abelardo Ramos poca duda cabe de que este intempestivo intelectual obsesionado con la política y las causas populares ha jugado un rol crucial en el viraje de las ideas políticas de izquierda en la Argentina del pasado medio siglo hacia un nueva enfoque y una nueva práctica, entroncada con la tradición nacional, donde se rescata obras y figuras como el grupo FORJA cuyo antagonismo con el orden establecido constituye un rasgo de identidad selectiva asociada al mejoramiento y a la transformación de la sociedad.

La historia de las ideas políticas en Argentina aun no se ha anoticiado de ese fenomenal cambio que ha signado los desempeños y las opciones de varias generaciones que no siempre acertaron en oportunidad del giro ideológico hacia la izquierda nacional operado entre 1945 y 1989. Incluso toda la etapa posterior en Argentina hasta hoy transita irregularmente ese cauce sin tomar en cuenta a las figuras decisivas de esa peculiar vuelta de tuerca ideológica que se opera desde fines de los años cuarenta del pasado siglo XX de la mano de Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Puigross, Juan José Hernández Arregui, Alfredo Terzaga y un puñado más de entusiastas e inteligentes seguidores.

Ramos junto a partidarios y colaboradoras. 


Hacia falta en este último sentido un trabajo amplio, documentado y de conjunto que colocarla mismo tiempo las cosas en su contexto y la figura de Ramos en la perspectiva de aquel singular giro ideológico y eso es, justamente, lo que no ofrece este magnífico libro de Enzo Alberto Regali que parece contar con buena aceptación tanto por le hecho de ir ya por su segunda edición como por la circunstancia de haber agregado ahora un interesante prólogo de Ernesto Laclau y una breve nota final de Laura Ramos hija de Jorge Abelardo Ramos. Este grueso volumen de 577 páginas, tan útil como necesario para el mejor conocimientos de la historia de las ideas políticas en Argentina se titula Abelardo Ramos. La izquierda nacional y la nación latinoamericana y ha sido editado en la ciudad de Córdoba el año 2012 por las editoriales Ciccus, Ediciones Corredor austral y Ferrera editor. .     

Por cierto, no es el primer libro dedicado a Ramos y le preceden unos pocos que no satisfacen demasiado como Abelardo Ramos creador de la izquierda nacional de Cristina Noble (Bs. As., ed. Capital intelectual, 2006), Jorge Abelardo Ramos y la Unión sudamericana del escritor boliviano Andrés Solís Rada (Bs. As., ed. Caminopropio, 2006) y Jorge Abelardo Ramos historia y política de Honorio Díaz (Bs. As., ed. Plexo, 2008) a los que se deben agregar las notas y comentarios que en diversos blocs y sitios de Internet firman Roberto Ferrero y Calos A. Falcone.

Fuera de algunos méritos relativos lo que se percibe en toda esta reciente y no muy abundante literatura sobre Ramos es la crucial falta de contexto y la más que escasa referencia documental relativa a la vida y la acción política de Jorge Abelardo Ramos. El libro de Noble es seguramente el más flojo y descontextualizado; pero tampoco es mucho lo que se puede utilizar con provecho en la encomiástica obra de Solís Rada, un político boliviano afín a Ramos. Más interesante es el libro de Díaz pero tampoco escapa este trabajo a falta de contexto que en el caso de Ramos resulta más que indispensable para entender el cauce por el que ha transitado la izquierda nacional desde fines de la década del cuarenta del pasado siglo XX en Argentina. Y el resto de los trabajos debido quizá a su brevedad tampoco satisfacen la necesidad de registro amplio y detallado que se impone cuando falta todo o casi todo y cuando todo eso comprende un segmento de mas de setenta años.

Regali, por el contrario, honra su tema al reconstruir con minucioso detalle el contexto histórico que da lugar a la formación de la izquierda nacional con una continua referencia al más amplio escenario global en el que han discurrido las acciones y las ideologías durante nuestro difícil y accidentado siglo XX.

A lo largo de once densos capítulos Regali examina ante todo el cambiante mundo del siglo XX (Capítulo I), el escenario de sus facciones (capítulo II), y las figuras centrales de la revolución socialista triunfante en Rusia (capítulo III). Entre luego Regali a ocuparse de las facciones nacionalistas oligárquica y popular que jugaron un rol formativo en hombres como Ramos y Terzaga (capítulo IV); el curso de las rebeliones y la formación autodidacta de Ramos (capítulo V); para llegar luego al momento en el que emerge históricamente la izquierda nacional como conglomerado de ideas y de acción política que forma el núcleo duro del libro y su más extensa sección (capítulo VI). A esa reconstrucción morosa y detallada sigue luego el examen del paso del partido Socialista de la Izquierda Nacional al Frente de Izquierda Popular (capítulo VII) y su ulterior giro hacia el Movimiento Patriótico de Liberación  donde se opera la ruptura con Jorge Spilimbergo importante compañero de ruta la accidenta tareas orientada a posicionar a la izquierda dentro del campo nacional y popular (capítulo VIII). La etapa postrera signada por su incorporación al gobierno de Menem como embajador en México es examinada junto la creciente inclinación por el peronismo (capítulo IX), que se manifiesta en un nuevo giro histórico que debía culminar con su afiliación al partido justicialista que no llega a concretar por su repentino fallecimiento el 3 de octubre de 1994 (capítulo X). El libro se cierra con un breve balance que coloca a Ramos en el contexto de la época (Capítulo XI) y se completa con una muy útil bibliografía muy bien desagregada. El prólogo de Ernesto Laclau hace, por su parte, justicia a Ramos desde el horizonte de la erudición de izquierda y el epílogo de Laura Ramos completa la faceta familiar que integra el escorzo de esta singular figura a quien Jauretche calificara como el único marxista con sentido del humor.    

Valiosa contribución hecha desde fuera de la erudición académica esta obra de Enzo Alberto Regali cubre holgadamente el hueco de aquella asignatura pendiente de nuestra cultura intelectual y poca duda cabe de que, de ahora en adelante, va a ser una referencia obligada para el mejor conocimiento de nuestra historia reciente y de las ideas que lo nutrieron.