“El
psicoanalista llegará a decir
que la palabra oculta y el cuerpo habla”
Michel de Certeau
En un artículo del diario Perfil de
ayer 12 de octubre el señor Lorenz, un reconocido “malvinólogo”, a quien desde
hace tiempo el Ministerio de Educación de la Nación, le ha pagado muchos
honorarios para que coordine la comisión de Educación y Memoria, a la cual
transformó en la comisión de la “memoria selectiva” ha vuelto a demostrar su voluntad desmalvinizadora. También forma parte el mencionado académico, por
mérito propio del CONICET todo lo cual no le impide que sus oscuras reflexiones
sobre Malvinas sean un “pastiche” por momentos inentendible aunque no lo
suficiente para que quienes puedan leer lo subyacente, entiendan su actitud de
desprestigio permanente de la gesta. No vaya a creer el público lector que todo
es penumbra en sus teorías, claramente explica a nuestros niños y jóvenes en texto ministerial, que la recuperación de las Malvinas es la continuación del
Proceso de Reorganización Nacional y los muertos, heridos y suicidados forman
parte de los desaparecidos de la represión…Claro está como esto es descarnado e
imposible de sostener dado el carácter popular de la
causa y que los “Kirchner provienen de una de las provincias australes y
entonces tiene otra mirada del conflicto” (Lorenz), este autor asume la tierna perspectiva de entender a todo el mundo.
En este artículo no se le puede negar
claridad y voluntad para tratar de desprestigiar a Alberto Lettieri, aunque al hacerlo para muchos lo elogia. Demuestra por que Alberto Lettieri está en el Instituto revisionista Manuel Dorrego y Lorenz forma parte de la corte de desmalvinizadores.
Dice Lorenz: <Jorge Abelardo Ramos, actualmente desempolvado para estigmatizar a
investigadores e historiadores de diversas posturas bajo el rótulo genérico de
“académicos”, “antipopulares” o “mitristas”.>. Una lamentable
simplificación que demuestra de falta de lectura de Federico. Abelardo, el
Colorado, resurge porque existe un cambio en América Latina que permitió la
llegada al gobierno de movimientos nacionales y populares que resolvieron dar un
gran impulso a la Patria Grande.
Es en este contexto que el presidente Chavez releyó o leyó uno de los libros más importante de Ramos: “Historia de la Nación latinoamericana” y lo exhibe antes las cámaras. Libro que dicho sea de paso se lo había obsequiado un antiguo seguidor de la izquierda nacional en el primer viaje que el comandante realizó a la Argentina, aproximadamente en 2005/6. Quiero decir con esto que el supuesto “uso” del Colorado para estigmatizar a la academia es una falsedad del “empolvado” Lorenz (por sus ideas antiguas). Reafirmo, que lo principal es la concepción de Ramos sobre la nación latinoamericana y es, en este encuentro de la idea con la realidad donde se produce su resurgimiento como lectura de los jóvenes y otros que no lo son tanto.
Es en este contexto que el presidente Chavez releyó o leyó uno de los libros más importante de Ramos: “Historia de la Nación latinoamericana” y lo exhibe antes las cámaras. Libro que dicho sea de paso se lo había obsequiado un antiguo seguidor de la izquierda nacional en el primer viaje que el comandante realizó a la Argentina, aproximadamente en 2005/6. Quiero decir con esto que el supuesto “uso” del Colorado para estigmatizar a la academia es una falsedad del “empolvado” Lorenz (por sus ideas antiguas). Reafirmo, que lo principal es la concepción de Ramos sobre la nación latinoamericana y es, en este encuentro de la idea con la realidad donde se produce su resurgimiento como lectura de los jóvenes y otros que no lo son tanto.
Por supuesto que Abelardo realizó una
crítica profunda a la “academia” y a los “mitristas” pero lo hizo desde los
años 50, en momentos en que el hecho costaba el exilio, la cárcel o más
humanamente el silencio del aparato cultural que regía en aquellos tiempos. De
la misma manera Ramos en los duros años del Proceso no se exilió, llegó a ir
preso y durante todo la dictadura mantuvo su organización, el Frente de
Izquierda Popular, enfrentando a los dictadores cuando intentaron ir a la
guerra con Chile, denunciando la represión y asesinato de algunos de sus dirigentes, incluso ante la comisión de derechos humanos que visitó
el país. Sacó el periódico "Patria Grande" que atacaba la entrega nacional, no
almorzó ni cenó con ninguno de los responsables de tanta masacre como sí lo
hicieron personas que hoy integran los organismo de derechos
humanos o que se llenan la boca hablando de los mismos. Tampoco emigró a los EE. UU. buscando el apoyo de los liberales
demócratas y algún premio de prensa como ocurre con el actual "fiscal de la
república" Horacio Verbitsky tan de moda. Cierto es que Lorenz tal vez desconoce todo esto por su
juventud, aunque su carácter de académico lo debería obligar a leer algo más.
En cuanto al informe Rattenbach, creo
que la cita me exime de explicar lo que Ramos sostenía, que no es precisamente
un aval a la dictadura, sino la voluntad de seguir luchando, no ya por las armas
sino por otros medios por lograr un país soberano en unidad con América Latina. Lorenz en cambio cuando
producía material para educación hablaba de todos los genocidios pero nunca lo
hizo respecto del perpetrado por Gran Bretaña, Holanda, Francia, EE. UU. o la
misma Bélgica. Hizo más culturalmente, por denunciar el horror del colonialismo,
Mario Vargas Llosa, un liberal asumido y coherente, en El sueño del Celta, que el encargado de
Educación y Memoria.
Lorenz en realidad se dedica
sistemáticamente, no a esclarecer el papel cumplido por el imperialismo
británico todavía vigente -aunque sin la fortaleza del siglo XIX y principios
del XX- o los negocios que estos mantienen en el país o las formas posibles de
presionar a Gran Bretaña para que restituya lo que robó por la fuerza en 1833 y
en 1982. Por el contrario se esfuerza en una especie psicoanálisis social para que
los jóvenes “desarmen la frase las
Malvinas son argentinas”, se “interpelen
a sí mismos”, “hagan inteligible las
creaciones simbólicas”, en fin es un psicólogo de la derrota y la
desmalvinización.
Agrego algunos aspectos sobre el
Informe Rattembach que no fue desclasificado ayer, sino cuando se escribió el mismo, ya que
algún sector de la prensa (recuerdo que Clarín era luego de la derrota un
desmalvinizador permanente, al igual que La Nación) lo compró.
El Informe es la investigación confidencial sobre la
conducción política y estratégico-militar de las Fuerzas Armadas Argentinas en la Guerra de Malvinas. A fines
de 1982 los militares que no pelearon ni compartieron la decisión de recuperar
las Malvinas, en derrota y desbande, atemorizados por las presiones internas y
externas constituyeron la
Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades
políticas y estratégico militares en el conflicto del Atlántico Sur.
Es interesante destacar la opinión del
general golpista Sánchez de Bustamante
sobre la represión: El terrorismo es un hecho de excepción y de
gravedad tal que reclama derechos proporcionales. Hay normas y pautas que no
son de aplicación en este caso. Por ejemplo, el derecho al “Hábeas corpus”. En
este tipo de lucha, el secreto que debe envolver las operaciones especiales,
hace que no deba divulgarse a quien se ha capturado y a quien se deba capturar.
Debe existir una nube de silencio que rodee todo... Y esto no es compatible con
la libertad de prensa”. Por su
parte el brigadier Carlos Rey era miembro de la Junta Militar de la Revolución
Argentina como el Gral. Alejandro Agustín Lanusse y hoy tiene un proceso
relacionado con la masacre de Trelew.
Rattembach fue golpista de 1955, firmante de la proscripción del peronismo y
además entre el 20 de diciembre de 1955 y el 17 de octubre de 1956 se desempeñó como Jefe del Estado Mayor de
Coordinación y también estuvo -reiteramos- involucrado en el derrocamiento del Dr. Arturo
Frondizi. Ninguno de ellos ha efectuado autocrítica
pública de su pasado ¡Vaya con los encargados de juzgar una guerra
anticolonial!
Finalmente deseo hacer
conocer un texto de Ramos que contiene gran actualidad si deseamos conocer la
verdadera historia y no panfletos que falsean la misma: “Al elevar el presente Memorial no me
inspira otro interés que no sea el de la patria, hoy tan olvidado. Respecto a
los Señores Comandantes procesados, y a los otros responsables anteriores del
llamado Proceso de Reorganización Nacional, tampoco me considero ligado en
términos políticos o personales.
Jamás almorcé en la Casa de Gobierno con el General Videla o Harguindegui, como tantos escritores y políticos, hoy muy en alza. Tampoco ni yo ni mis amigos gozamos de cargo alguno en el régimen militar. No fuimos embajadores, ni ministros, ni gobernadores, ni intendentes, según era costumbre en la inmensa mayoría de los partidos políticos (hoy “democráticos”) de izquierda a derecha.
Por el contrario, el régimen militar de 1976 – 83 me agravió con varios allanamientos, dos detenciones, cuatro procesos por violar la ley que prohibía la actividad política, algunos centenares de detenciones a miembros del FIP y seis afiliados muertos y desaparecidos. De donde se deduce la total objetividad del presente escrito. No podría estar fundado en otro propósito que no fuera la causa de la Nación, superior a la más amarga divergencia.”
Jamás almorcé en la Casa de Gobierno con el General Videla o Harguindegui, como tantos escritores y políticos, hoy muy en alza. Tampoco ni yo ni mis amigos gozamos de cargo alguno en el régimen militar. No fuimos embajadores, ni ministros, ni gobernadores, ni intendentes, según era costumbre en la inmensa mayoría de los partidos políticos (hoy “democráticos”) de izquierda a derecha.
Por el contrario, el régimen militar de 1976 – 83 me agravió con varios allanamientos, dos detenciones, cuatro procesos por violar la ley que prohibía la actividad política, algunos centenares de detenciones a miembros del FIP y seis afiliados muertos y desaparecidos. De donde se deduce la total objetividad del presente escrito. No podría estar fundado en otro propósito que no fuera la causa de la Nación, superior a la más amarga divergencia.”
Este texto fue dirigido
al Presidente de la Nación Dr. Raúl Alfonsín y a los Comandantes en Jefes de la
Fuerzas Armadas en febrero de 1986.
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