sábado, 5 de octubre de 2013

La Historia vuelve a repetirse pero de distinta forma

El artículo que hoy presento lo escribí en febrero de 2006. Eran momentos difíciles en los que el corte del puente atentaba contra años de trabajar la integración con Uruguay. El resultado fue “la nada, excepto lo que se pudo haber realizado sin tanta agresión. Apenas queda el recuerdo simpático de la bella Evangelina Carrozo reina del carnaval de Gualeguaychú, protestando con poca ropa ante los deleitados ojos de los  presidentes reunidos en la IV Reunión de la Unión Europea, América Latina y el Caribe realizada en Viena el 12 de mayo de 2006. Eran tiempos en que Néstor Kirchner tenía dificultades de comprensión cabal de la integración suramericana. Recordemos que debido a sus ya conocidas diferencias con Eduardo Duhalde se había abstenido de participar en la primera reunión previa a la constitución del UNASUR que se realizó en Ayacucho en ocasión del aniversario de la batalla del mismo nombre.
No importa, luego se avanzó, el gobierno nacional debió dar marcha atrás con sus primeras posiciones ante el tema pero la torpeza y la liviandad de gran parte de nuestra dirigencia que solo piensa en elecciones y votos a cualquier precio, nuevamente nos ha llevado a las pequeñas reyertas entre hermanos y sobre el mismo tema. No  creamos que es un tema solo nacional. El anterior gobernador de Entre Ríos, hoy opositor a la presidencia, Jorge Busti, fue uno de los impulsores del entredicho a la vez que se preparaba para atraer esas pasteras a su provincia, de allí la cantidad de eucaliptus sembrados en su gestión.
No hay otra solución en esta instancia que negociar un macro acuerdo que permita a las dos naciones beneficiarse de la producción que ya está en marcha. El MERCOSUR está pasando por una profunda crisis debido al resurgimiento de los patriotismos de campanario. Los argentinismos, los uruguayismos, brasilerismos, etc. etc. Mucha retórica y poca concreción, la liviandad y la falta de formación de muchos dirigentes colabora en el desastre que se cierne sobre nuestra región y que solo beneficia a los grandes intereses globalizados. Un antiimperialismo universitario que solo sirve para acentuar la inmovilidad y los errores, unido a una desideologización total de la política nos pone en peligro. Se impone la Unión Suramericana. Es tan importante como la discusión sobre las bases norteamericanas en Colombia o Paraguay, acordar con nuestros hermanos orientales.
El artículo puede necesitar de un experto y de correcciones dado los cambios explosivos en las ciencias y la tecnología, pero es bueno recordar el tema, debatirlo para no repetir frases obsoletas y demagógicas al estilo que ese nuevo/viejo político que resulta ser De Angelis.
Es necesario volver a introducirnos en una cultura iberoamericana. Ojalá sea posible que una nueva camada de dirigentes pueda impulsar el desafío de la integración iberoamericana.      





LA CRISIS CON URUGUAY Y LA UNIDAD SURAMERICANA

Un mismo cielo cubre nuestras dos orillas, su azul se refleja en nuestro paisaje, en nuestras aguas y en nuestras banderas.
Aceptemos ese simbólico abrazo de la naturaleza como un signo de fraternidad que nos convoca a la paz, al trabajo en común, a la prosperidad y a la felicidad de nuestros dos pueblos.

Presidente Juan Domingo Perón el 15 de noviembre de 1973 en Montevideo en ocasión de la firma del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo    


Si luego de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata una fuerte tendencia sudamericanista recorrió nuestros países, si el bloque MERCOSUR adquirió un fuerte protagonismo político en esa ocasión –aunque no sin algunas disidencias internas- fortaleciendo la decisión política de 1991, si esta fuerte corriente integradora se vio fortalecida por el triunfo de Evo Morales en Bolivia y en fin, si Uruguay o Chile han ratificado su vocación habiendo ya declarado entre sus prioridades la unidad latinoamericana; el enfrentamiento por la instalación de las fábricas de celulosa en Fray Bentos sobre el río Uruguay fue -y aun es- una rayo en la noche que como tal produce daños que nunca se sabe si podrán repararse. Nuestro imperioso deber como sudamericanos, es impedir que esta crisis siga avanzando descontroladamente entre irresponsabilidades políticas, falsos nacionalismos trasnochados, intereses económicos no muy explicitados o modestísimas y mezquinas especulaciones políticas.

ALCA o MERCOSUR

Los mismos militantes ambientalistas que hoy -virtualmente impulsados al menos por una parte del gobierno y funcionarios de Entre Ríos-  han devenido en piqueteros,  seguramente sostienen una postura contraria a la concreción del ALCA y por supuesto a la firma de un tratado bilateral (uruguayo o argentino) de “libre comercio” con EE.UU. ¡Vaya paradoja! El actual conflicto ribereño, entre sus patéticas secuelas, no hace sino mostrar  descarnadamente las debilidades del MERCOSUR, favorecer objetivamente dentro del país oriental a quienes impulsan aquel tratado bilateral con el norte y también a los que hace ya un tiempo se ocupan con ciertos fundamentos teóricos (que obviamente no compartimos), de agitar el alejamiento uruguayo del Tratado de Asunción (MERCOSUR).
Quienes hoy cortan el paso con la Banda Oriental, contribuyen -seguramente sin saberlo- a debilitar el mayor intento de unidad de los países de la Cuenca del Plata con proyección continental, del siglo XX y seguramente del XXI.

Una agresión injustificada

En realidad no es que la Argentina y quienes viven a orillas del hermoso “río de los pájaros o de los caracoles” no deban preocuparse por el desarrollo sustentable del mismo. Lo absolutamente injustificable es que para hacerlo se corten las vías de comunicación con nuestros hermanos de la otra banda. Si Uruguay  violó, o al menos incumplió el Tratado del Río de la Plata firmado durante el tercer gobierno de Perón -cosa que ellos niegan, pero aun suponiendo que así fuera-, la respuesta no puede ser un “acto punitivo” como es el corte de los puentes que unieron e integraron y fortalecieron y son la culminación de una historia, una lengua, una religión y una cultura común. Infringir un tratado resulta de hecho opinable y en definitiva posible de solucionarse mediante el diálogo político, lo segundo constituye una agresión aventurada de impredecible consecuencias.[1]
Desprolijamente, el gobierno argentino discrimina los piquetes que impiden el paso en rutas y puentes. A los desocupados, marginados u obreros en conflicto, los presiona por la fuerza y el diálogo, y los obliga a no cortar... nada de esto se logra idílicamente y los hechos de Santa Cruz o los de la ruta a Mar del Plata, así lo atestiguan. Sin embargo parece ser que los piquetes de las “clases pensantes” no merecen el mismo tratamiento. Estos han decidido discutir en una asamblea popular medidas que afectan a toda la nación como si la república fuera una especie de democracia ateniense en la que “el Puente” cumple la función del ágora de la antigüedad... con la diferencia que en Gualeguaychú una minoría resuelve sobre las mayorías (el resto de los argentinos) que no pueden expresarse.
Sería deseable que no suceda con este conflicto, lo que al cine de Bruno Crespi en el Macondo de Cien Años de Soledad, cuyas sillas fueron destrozadas por los espectadores indignados por “la aparición con vida de uno de los personajes que en una película anterior había muerto”... tocándole al alcalde del pueblo explicar mediante un bando que “el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público.”
La unidad de Sudamérica, vital en los tiempos de globalización en que vivimos y una necesidad para garantizar el futuro desarrollo de los pueblos de la región, se sustenta esencialmente en una alianza argentino-brasilera. Como la Unión Europea lo hizo sobre la base de Alemania y Francia, algo impensable a mediados del siglo XX debido a los millones de muertos que en la Segunda Guerra Mundial  separaron a ambas naciones. La condición de países líderes –tal el caso de los nombrados- no otorga mayores  privilegios sino mayores obligaciones y estas son: la de propiciar las medidas políticas, económicas y sociales prácticas que consoliden la unión. En Europa los más poderosos sostienen en forma concreta –es decir con aportes monetarios importantes-a los menos desarrollados como España o Portugal para citar solo a los cercanos a nuestra América.
 Argentina no puede negligentemente desconocer que el proyecto de producción de celulosa en Uruguay tiene alrededor de 20 años y que representa una inversión de 1800 millones de dólares, para un país que no ha podido salir de su antigua estructura agraria y financiera (“la Suiza del Plata” la llamaban). Es demasiado importante el plan para simplemente pararlo por las demandas vecinales hechas con prepotencia. Esta es la única realidad aunque no guste. Si Argentina y Brasil no encuentran la forma de acompañar las necesidades de los más pequeños como Paraguay y Uruguay y encontrar un marco de entendimiento... alguien ocupará ese lugar, recordemos que en política “los espacios que se abandonan los ocupa el adversario o el enemigo generalmente en contra de aquel que se distrajo demasiado”.

Cuidar el medio ambiente sin abandonar la necesaria industrialización

Alfredo Calcagno, acertadamente, en un artículo de la revista Qué, vincula soberanía económica (en América Latina) con industrialización y no puede ser de otra manera en un continente en el que las distintas potencias mundiales favorecieron la sobre explotación de las materias primas y la monoproducción animal, vegetal o mineral.
Hoy ambiciosamente se empieza a hablar de la integración mediante un acuerdo energético sudamericano; de hidrovías continentales, particularmente en el  Paraná, el Paraguay y el Uruguay, de corredores bioceánicos que surquen el territorio nacional en el norte, el centro y el sur, para llegar al Pacífico, descomprimir los puertos sobre el Atlántico y favorecer el comercio con Asia.
Todos estos propósitos afectan en mayor o menor medida el ecosistema continental. Será necesario entonces discutir permanentemente, a la luz de las más modernas tecnologías de resguardo del medio ambiente, pero de ninguna manera dejar de realizar los proyectos en danza porque significaría auto condenarnos al atraso eterno.
No hay industrialización que no contamine. Pero el mundo ya no funciona sin ella y además tecnología, ciencia e industrias también promueven el conocimiento de nuevas invenciones para proteger el medio ambiente. No se puede entonces llevar la teoría a extremos del absurdo. Digamos para ser justos que hasta el humo del asado contamina el aire...
                                                         
La Alianza argentino-brasilera es estratégica solo si contiene a los pueblos más pequeños

Argentinos, paraguayos, uruguayos, brasileros y bolivianos desconocemos la historia común de la Cuenca del Plata pero lo más trágico culturalmente es que poco se hace por transformar esta situación. En nuestro país, por ejemplo, los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios (NAP) -rimbombante denominación que otorga el Ministerio de Educación de la Nación a los conocimientos esenciales que deben enseñarse a niños y jóvenes- referidos a las Ciencias Sociales no se enfocan los temas desde la óptica de Sudamérica y el MERCOSUR. Se los incluye en una sumatoria de temas en los programas, pero no conforman un eje central y transversal. Seguimos enseñando la historia “nacional argentina” que la sociedad agro exportadora delineó en la segunda mitad del siglo XIX. 
No es el tema que nos ocupa, aunque la ignorancia mencionada y la falta de un proyecto sudamericanista que recupere efectivamente nuestro origen común serviría para evitar los excesos “barriales” que cada tanto aparecen en algunos de las regiones del continente. Sin pretender hacer demasiada historia interesa recordar algunos hechos del pasado. “¿Qué somos al final sino herencia?” Dijo el Embajador Álvaro Teixeira Soares[2].
Ni Brasil ni Argentina pueden hacerse los distraídos o al menos mirar para otro lado, como si ninguna responsabilidad histórica los alcanzara respecto a sus vecinos de la Cuenca del Plata.
La acción combinada de parte de la clase dirigente argentina (el grupo rivadaviano) y brasilera y los intereses británicos en el Plata, favorecieron en 1828, el surgimiento del Uruguay independiente, un verdadero “estado divisorio” que evitaba el dominio del estuario por una o las dos grandes potencias sudamericanas[3]. La creación de esta república, de lo que históricamente fue una provincia del Virreinato del Río de la Plata, ha sido y es uno de los factores centrales de la parálisis y el atraso oriental y la fragilidad Argentina.
Paraguay tuvo un destino más signado por la tragedia debido a las ambiciones de los dos “grandes” del Plata. En la época de la independencia, Buenos Aires pretendió someter a aquella provincia lo que motivó y dio justificación al aislamiento del resto de los estados de la región, que impuso el gobierno del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia con una interesante política de proteccionismo económico que lo favoreció pero al mismo tiempo lo separó y lo condenó -en el transcurso de los años- al fracaso. Sobrevendría luego la infamia y la vergüenza de la “Triple Alianza” [4]. Brasil, Argentina (dominada por Mitre) y el Uruguay (manejado por los Colorados, amigos de Mitre) sellaron un tratado que implicó una guerra en la que la nación guaraní fue desbastada y pocos recuerdan hoy que el estado argentino y brasilero (uruguayo también) fueron los responsables de una verdadera matanza de la población paraguaya activa. De 600.000 hab. que había  en 1865, antes de la contienda, solo quedaban 231.000 en 1872 al finalizar la guerra. La misma solo concluyó con la muerte de Francisco Solano López, el valeroso presidente, en Cerro Corá alcanzado por una partida militar brasilera. La recuperación del nivel poblacional anterior solo se recuperó medio siglo después hacia la década de 1920.[5]
Bolivia, el menos “platino” de los países de la región, era en las épocas de la independencia “la provincia del Alto Perú”, al punto que Bolívar ordenó a Sucre consultar a Buenos Aires sobre el destino final de esos territorios. El gobierno porteño de Martín Rodríguez y su ministro Rivadavia contestó que las dejaba “en libertad de acción”, lo que dejó al venezolano azorado, calificando la displicente respuesta de “inaudito desprendimiento”. Luego Rosas contribuyó en alianza con Chile a derrocar al Mariscal Andrés de Santa Cruz que había constituido la Confederación Peruano-Boliviana, que hubiera permitido a ambas repúblicas unidas otro destino. Más tarde en la Guerra del Pacífico (1878) Chile procedió a quitarle la salida al mar, hasta nuestros días. En la conflagración  los intereses económicos británicos tuvieron una decisiva ingerencia para desatar la guerra. Hasta el día de hoy esa guerra separa a bolivianos, peruanos y chilenos. Estos últimos saquearon la Biblioteca Nacional del Perú y cometieron todo tipo de tropelías que ni siquiera los auto denominados “progresistas” socialistas plantearon desde el poder redimir. En cambio los “populistas autoritarios” como Yrigoyen y Perón y ahora Cristina Fernández sí contribuyeron a cerrar heridas.  
En casi todos los hechos descriptos, Gran Bretaña hizo sentir su poder en forma abierta o solapada, pero en todos ellos también fue decisivo el accionar de las clases dirigentes argentinas, brasileras, y chilenas en el caso boliviano. El devenir histórico acrecienta las responsabilidades internas, ya no tenemos excusas para no unirnos y enfrentar el futuro. Toda otra opinión o acción solo ayuda a mantener la pobreza y la crisis.
El Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Celso Amorim, reconoció que Brasil y Argentina poco hicieron por los hermanos menores hasta el momento, aunque también criticó la posibilidad que Uruguay firmara un tratado bilateral de libre comercio, con EE.UU. al margen de MERCOSUR.
Tratar de impedir el acceso de los uruguayos a una industria que cada vez adquiere mayor importancia en el mundo, es en el mejor de los casos un error. Actitudes integristas descontextualizan el necesario y creador debate y favorecen expresiones de un mediocre nacionalismo como el del Presidente de la Unión Industrial Paraguaya, Guillermo Stanley, típica de un cerebro aherrojado por el “mercado”: "La actitud de Argentina muestra que los grandes países del Mercosur quieren someter a los más chicos a un estado primario de producción". Stanley (¿será William en lugar de Guillermo?) parece querer incentivar los enfrentamientos ignorando o simulando ignorar que toda la Cuenca del Plata ha sido condenada a una producción primaria por la acción de las grandes potencias europeas y EE.UU. y que solo la integración ofrece otra perspectiva. Lamentablemente este tipo de pensamientos se propagan cuando conflictos como el de las papeleras se sobredimensionan. Exigir el control ambiental de los desechos tóxicos que las fábricas en construcción, pueden arrojar al río común, es un imperativo de ambos pueblos, pero este solo podrá ser efectivo si se realiza mediante el diálogo y con un adecuado consenso. Esta es una de las ocasiones en las que la Patria exige transigir -“que se doble pero que no se quiebre”- para superar los enfrentamientos, o sea levantar los cortes y sentarse a una mesa sin condicionamientos para ninguna de las partes.
El presidente Perón el 10 de junio de 1974 en la VI Reunión de Cancilleres de la Cuenca del Plata decía: “¿Cómo no podemos llegar también nosotros a un acuerdo para integrar países, en donde todo nos une y nada nos separa? Aquí es cuestión de hacerlo, allá, (en Europa) era cuestión de meditarlo muy profundamente. Aquí ni la meditación es necesaria es cuestión de comenzar.” Luego agregaba: “Creo que ya ha pasado la época histórica en que los países se defendían solos; para el futuro creo que ningún país aislado podrá subsistir. En consecuencia y aunque no nos gustara, tenemos que unirnos, porque estamos en la parte del mundo que posee las más grandes reservas, en las que se tiene una gran esperanza.(...) Si nosotros no estamos preparados para defendernos, nos van a quitar nuestras riquezas y para ello existen muchos medios.” “Unidos y organizados podremos defendernos.” Al concluir el estadista profetizaba: “Si nos unimos y nos integramos (los países dela Cuenca del Plata) sucederá inmediatamente la integración del resto de los países.”
Tanto el gobierno nacional como el provincial son peronistas, por lo que deberían ampararse en esta magnífica tradición sudamericana de quien fuera tres veces presidente electo de los argentinos.

Las catástrofes ecológicas

Este tipo de disputas, que predicen desastres ambientales recuerda algunas del  pretérito nacional, que fueron superadas por la realidad y que en muchos casos servían para ocultar fuertes intereses conservadores (de un pasado irrepetible) o “progresistas” (promotores de un futuro inexistente) o económicos (ambiciones de algunas empresas por la obra principal o las secundarias ligadas con aquella). Recordemos la construcción del Dique San Roque en el siglo XIX, Itaipú, Yaciretá, Corpus, Salto Grande -cercana a la zona hoy en disputa-, las centrales nucleares, como las de Embalse a  orillas del lago los Molinos, en el XX.[6]
En Brasil la construcción de la ruta Transamazónica  que exigió desmontar casi tres millones de has. de bosques vírgenes, causó similares conflictos y debates internos. Todos estos emprendimientos tuvieron oposiciones que predecían gravísimas consecuencias ecológicas: la “contaminación eléctrica”, el aniquilamiento de la flora y la fauna, cambios climáticos, etc. etc. Tanto pesimismo ideologizado ya fue superado por el bienestar que estas  grandes obras han llevado a los pueblos y los problemas ambientales que se presentan y se presentarán, se van a ir solucionando gracias a los avances diarios de la tecnología[7].
Si de contaminación ambiental se trata, no ocultemos que uno de los mayores contaminantes del ambiente son los escapes de los automóviles, que quienes hoy defienden el río en ningún momento se han planteado inmovilizar... Los vehículos gasoleros -combustible con el que funcionan las maquinarias agrícolas de quienes hoy (en buena hora)  reciben magníficas ganancias de las exportaciones de la soja, o las 4x4 que la televisión mostraba en las movilizaciones- son los más degradantes del aire que respiramos. Ni que hablar del faenamiento del pescado en los ríos de la zona.
En referencia  a la soja, podemos decir que serios informes de especialistas abundan sobre los efectos negativos que la tala del bosque nativo tiene para con el ecosistema. La degradación de los suelos debido a la falta de rotación de los cultivos en muchos lugares; o los pésimos efectos de los agroquímicos que se utilizan. No se puede advertir solamente sobre algunos contaminantes... los que nos convienen. 
Las  pesqueras en la zona de Concepción del Uruguay tiran agua cruda al río con nocivos efectos y en el río Gualeguay aparecen permanentemente peces muertos aparentemente por falta de oxígeno. Todo esto y algunas otras cuestiones que se podrían plantear nos muestra claramente que al río hay que cuidarlo “entre todos” y “de todos” los que lo contaminan sin adoptar medidas fundamentalistas, sino a estudiando los temas para encontrar salidas científicas a las agresiones diarias que la humanidad  produce a la naturaleza.
En Japón ya se utilizan en los edificios algunas pinturas que absorben ciertas partículas contaminantes del aire. Que podemos decir hoy de la “ecologista” Europa que se ve en la obligación ¿? o instancia ¿?, de retomar la energía nuclear –que oportunamente dejó de lado y criticó- debido a la dependencia energética que tiene de los combustibles fósiles que como se sabe son no renovables y atraviesan toda la ex URSS a través de un gasoducto sumamente vulnerable en épocas violentas. La misma opinión pública que antes condenó la energía nuclear, hoy ante la grave situación que podría ocasionar la falta o el encarecimiento excesivo de los combustibles tradicionales, empieza a cambiar su manera de pensar por una posición más favorable.[8]

Argentina también produce celulosa

 Las industrias que se atacan en la Banda Oriental, son bienvenidas sobre el Paraná en Misiones donde ya existen emprendimientos de importancia  como Alto Paraná en Puerto Esperanza, que produce unos 350.000 toneladas- año, Papel Misionero en Puerto Mineral, con 70.000 ton. año, Celulosa Puerto Piraí con 30.000 ton. año, todas en Misiones y con planes de expansión.(Cifras tomadas de “La Polémica Planta de Celulosa en M'Bopicuá” Informe del Esc. Fernando Vélez Molina). Tanto el gobernador peronista Rovira como el ex gobernador radical Barrios Arrechea disienten abiertamente con las posiciones del ejecutivo entrerriano. Además las tres papeleras mencionadas se encuentran cercanas a Iguazú cuyo turismo no disminuyó precisamente en estos últimos años (en 2005 pasearon 1.000.000 de personas por la zona).(Fuente La Nación 30-01-2006 en “Unánime defensa de las fábricas de celulosa en Misiones”).
También existen plantas productoras de celulosa en la costa santafecina, Celulosa Argentina en Capitán Bermúdez, oportunamente denunciada por “Greenpeace” (con todas las dudas que nos provoca esta ONG extrañamente rica) por contaminación, con una producción de unos 150.000 toneladas año.
 En provincia de Buenos Aires se encuentra Celulosa Campana con 30.000 ton. año y  Celulosa Argentina  en Zárate con 20.000.
Sin embargo lo más contradictorio para el gobierno de Entre Ríos es que a 120 kms. de Gualeguaychú tiene una fábrica de celulosa: de unas 17.000 ton. al año.
Esta producción totaliza para Argentina, sobre el Paraná, unas 800.000 toneladas al año, lo que es la mitad de lo que tienen planificado Botnia y Ence(esta empresa finalmente desistió) en Fray Bentos. No podemos ser “ecológicos” para con los demás y permisivos para con nosotros mismos.
En el caso argentino, como lo señala en un informe el Ingeniero Agrónomo Gustavo Cetrángolo, somos exportadores de celulosa pero importadores de papel, materia en la cual tenemos un déficit de unos 500.000 millones de dólares anuales. ¿No sería viable lograr acuerdos que nos permitan mejorar la situación de ambas orillas y beneficiarnos mutuamente, en lugar de tanta disputa estéril?
Uruguay tiene una 650.000 has. forestadas con eucaliptos para la producción de celulosa pero Entre Ríos posee aproximadamente 1.000.000 de has. aunque más nuevas. Este hecho nos mueve a pensar que también los argentinos estamos pensando en celulosa... y no está mal. Lo que sí es malo que “solo miremos la paja cuando es en el ojo ajeno”.
En el discurso de Perón mencionado en el epígrafe hablaba justamente de la necesidad de cuidar el río entre los dos países: “Hemos tomado conciencia de la s enormes riquezas naturales de que disponemos, cuya defensa y racional aprovechamiento nos crea una obligación irrenunciable ante la humanidad... Avizoro un horizonte lleno de esperanza para ambas naciones: nuestros pueblos lo merecen.” En dicha ocasión reivindicó a Roque Saenz Peña y Gonzalo Ramírez que en 1910 dieron el primer paso para encontrar soluciones amistosas a las diferencias platenses. Debemos transitar, aquel camino de fraternidad y solidaridad, en lugar de apelar a una verborrea inconducente y por momentos, provocativa.
Los hermanos  uruguayos también deben ponerse el sayo, pero estoy convencido que Argentina tiene hoy la principal responsabilidad.

La tecnología que se va a usar en las plantas

En el diario La Nación del 30-1-2006  se reconoce que “según los informes de impacto ambiental presentados por ambas empresas al gobierno uruguayo, se comprometieron a usar sistemas de recuperación y tratamiento de los líquidos y las sustancias químicas recomendados por la Unión Europea, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos y el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, suscripto por la Argentina en 2001.
 Justamente en Fray Bentos, Botnia y Ence, se proponen utilizar la tecnología ECF (según sus siglas en inglés) o libre de “cloro elemental”  que es el que se utiliza hoy, mayoritariamente, en todo el mundo desarrollado. EE.UU. que posee la segunda empresa productora de celulosa en el mundo –la Georgia Pacific-, o Canadá que tiene la tercera, utilizan ECF que además es el admitido por el Banco Mundial como “preferente” aunque reconociendo que lo ideal es el TCF (siglas en inglés) -que es el promocionado por Greenpeace- sobre la base de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) oxígeno y ozono. En la reglamentación estadounidense sobre las tecnologías para blanqueo de papel elaboradas durante el gobierno de Clinton en 1997, se condena el uso de “cloro elemental” y se alienta el uso del ECF. No creo entonces que estos países auspicien el envenenamiento de sus propios territorios.
El TCF si bien es una tecnología libre de cloro no permite elaborar papel reciclado que pudo haber sido blanqueado con cloro, y el que se obtiene de dicha celulosa es más débil, por lo que se requiere mayor cantidad de árboles o sea de forestación. Al mismo tiempo genera otro tipo de contaminación según informes técnicos, aunque seguramente preferibles o más aceptables que los del CL2 (dióxido de cloro).  Obviamente es mucho más caro también, lo que no debería tenerse en cuenta, si preservara el medio ambiente, algo que es relativo, según explican los especialistas.
  En el mismo artículo de La Nación, la ingeniera química María Cristina Area, experta en tecnologías limpias de pulpado y blanqueo de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) afirmó que  “Según (...) investigaciones realizadas en los últimos años sobre plantas instaladas y, en especial, sobre cómo evoluciona la vida acuática en aguas en las que las fábricas vierten sus efluentes dieron resultados que sorprenden. ‘Tras 15 años de estudios, y con los cambios introducidos en el proceso industrial, los niveles de sustancias contaminantes emitidas son mínimos como para dañar la salud o el ambiente’, sentenció la titular del Programa de Investigación de Celulosa y Papel de la UNAM y puso como ejemplo que a principios de la década del 90 había alertas sobre el consumo de peces en 25 ecosistemas río abajo de las plantas de Estados Unidos, el mayor productor de pasta de celulosa del mundo. ‘Después de dieciséis años de blanqueo libre de cloro elemental se ha levantado la mayoría de los alertas’, señaló.”
Alberto Venica, doctor en Ciencias de la Madera y Papel de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) sostuvo que “técnicamente, con el dióxido de cloro no se producen dioxinas y casi no se generan organoclorados” altamente tóxicos y además “Cuando el blanqueo es del tipo ECF, no se llegan a detectar dioxinas en los efluentes porque durante el proceso de blanqueo de la pasta el dióxido de cloro oxida las sustancias orgánicas. Luego, esas sustancias sufren un tratamiento biológico en el que bacterias las degradan a anhídrido carbónico y agua antes de salir al río.”[9] Area concluye, “En 1996, el Banco Mundial recomendó el blanqueo TCF, pero la Convención de Estocolmo validó en 2001 que la tecnología ECF genera una contaminación similar al proceso TCF.”[10] Dicha Convención ha sido firmada por la Argentina.
El 85 % de las plantas de los países desarrollados  utiliza la tecnología ECF y el 15 % restante las dos, la TCF y la ECF con lo que suponemos que no todos pueden suicidarse al mismo tiempo y por cierto que se rebate el  argumento de un “antiimperialismo infantil” que sostiene: “vienen aquí porque ya destrozaron su medio ambiente”... No lo dudemos, vienen aquí porque al valor de sus monedas la producción en América Latina es infinitamente más barata (hoy se denomina a esto “ventajas comparativas), tanto en la inversión como en los trabajadores. En suma “es un buen negocio”.
Los europeos –tan ecológicos ellos- rechazan las semillas transgénicas de la soja que utiliza tanto EE.UU. como la Argentina por ser “peligrosas para la salud”, con lo que en materia agrícola (y hay productores agropecuarios cortando los puentes) nos colocamos en la situación inversa: según la UE nuestros productos no son ecológicos. ¿Quién tiene la razón?
En síntesis. El debate técnico-científico es complejo y difícil de determinar la posición más acertada aunque, como sucede en la vida, tal vez ambas posturas encierren alguna verdad.
Pero hoy es necesario que la Argentina deponga la actitud impedir el libre tránsito en los puentes y retome el camino del diálogo. Se trata de una discusión de familia y quienes tienen responsabilidad (y la Argentina por su ubicación en Sudamérica la tiene) deben adoptar todas las medidas que conduzcan a la superación del conflicto.

Causa Nacional es la Comunidad Sudamericana de Naciones

El gobierno nacional y el de la provincia de Entre Ríos han otorgado, desafortunadamente, al “conflicto de las papeleras”, el carácter de “causa nacional”. El hecho no solo es desdichado sino peligroso.
Causa nacional es la recuperación de las islas Malvinas o más importante aun, la construcción de una Comunidad Sudamericana de Naciones. El presente diferendo, debido a la insistencia beligerante de algunos vecinos, no puede tener ese carácter ni siquiera por equivocación.
Las disidencias deben únicamente abordarse dentro del diálogo y en todo caso como un conflicto “interprovincial” porque en realidad de esto se trata: la unidad de América del Sur debe ser asumida hasta las últimas consecuencias especialmente por quienes declaman la necesidad de la integración.
Nuestra realidad actual no admite más fracasos. No se entra al futuro retrocediendo. Urgentemente debemos deponer las actitudes provocativas y absurdas contra el Uruguay y sentarnos a conversar sin condicionamientos porque científica y tecnológicamente existen soluciones para el diferendo planteado De otra manera estaremos haciendo el juego a quienes desde nuestras independencias medraron con la debilidad del Sur.

Febrero de 2006.  

       




       



  


   




[1] Quien fuera dos veces presidente de Uruguay el Dr. Julio María Sanguinetti en una columna escrita para el diario La Nación el 24 de febrero pasado dice:  “Nada de lo que hoy se discute, entonces, es producto de un arrebato improvisado, sino de políticas de larga duración. En aquel 2003, el gobierno uruguayo dio una autorización provisional (que por no ser definitiva es discutible que hubiera obligación de informar, conforme al tratado del río Uruguay). En cualquier caso, si hubiera habido alguna omisión, ella se salvó, porque ante la queja argentina se adelantó una negociación diplomática que culminó el 2 de marzo de 2004, con un acuerdo entre los cancilleres Opertti y Bielsa, del que da cuenta LA NACION al día siguiente. En su crónica, se recoge la opinión del entonces canciller argentino, que dijo que los cortocircuitos iniciales respondieron "a que no se había acordado un mecanismo como el suscripto hoy con Uruguay, que permite que no haya ningún aspecto fuera del escrutinio de quienes están interesados". Se cae así la afirmación de que hubo una violación del tratado, cuando incluso este acuerdo es transformado en un acta, firmada el 15 de mayo en la Comisión Administradora del río Uruguay. De todo lo cual da cumplida cuenta la Memoria anual del Ministerio de Relaciones Exteriores, que pone "fin a la controversia" y consigna que se ha diseñado un "Plan de monitoreo de la calidad ambiental del río Uruguay en áreas de plantas celulósicas”.

[2] En el Prefacio a La formación de los Estados en la Cuenca del Plata. Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay. Luis Alberto Moniz Bandeira. Grupo Editorial Norma. Pág. 20.
[3] Es justamente un uruguayo, Blanco, el Dr. Luis Alberto de Herrera quien en su libro: “La Misión Ponsomby y la Independencia del Uruguay” -que Eudeba reeditó en 1973 en la colección Iberoamérica en la Historia dirigida por Jorge Abelardo Ramos- publicó las pruebas de esta infamia. Es interesante destacar que Lord Ponsomby también actuará en la creación de Bélgica como estado independiente de Holanda, política de “equilibrio” impulsada por Gran Bretaña permanentemente en todo el mundo. No es casual que este inteligente diplomático según cuenta José María Roxas y Patrón (Min. De Rel. Exteriores de Dorrego)se haya sincerado con su interlocutor diciendo: “...la Europa no consentirá jamás que solo dos estados, el Brasil y la Argentina, sean dueños exclusivos de las Costas orientales de la América del Sud, desde más allá del Ecuador hasta el Cabo de Hornos.” Extraído de Política Británica en el Río de la Plata – Raúl Scalabrini Ortiz-Edit. Plus Ultra 1971-Pág. 127
[4] Antonio J. Pérez Amuchástegui en Mas allá de la Crónica escribe: “El Tratado secreto de la Triple Alianza fue hecho público por el Foreign Office de Gran Bretaña a principios de marzo de 1866, en versión inglesa, y según el testimonio británico la copia había sido obtenida el año anterior del canciller uruguayo Carlos de Castro. La versión inglesa fue difundida por el Times de Londres...” En la Argentina se conoció traducida del inglés y se desconoció hasta fines del siglo XX el texto original castellano de la misma.  Crónica Histórica Argentina. Tomo IV Ed. Codex  en Más Allá de la Crónica Pág. LXVI.  
[5] -Extraído de Liliana Brezzo, “Argentina-Paraguay- (1810-2000)” Caviar Bleu Edit. Andina Sur-. Autores brasileros sostienen que los datos de población y  víctimas son discutibles y de mucha variación numérica (Ver Francisco Doratioto) pero en todos los casos las cifras son inhumanas.   

[6] En un encuentro de ambientalistas realizado en 1983, en Santa Fe se elaboró un manifiesto en el que se enumeran una serie de verdades imposibles de cumplir pero que al mismo tiempo nos condenaría al atraso. Decían por ejemplo: “NO a las fuentes energéticas contaminantes. NO a los faraónicos aprovechamientos hídricos que trastornan tal vez irreversiblemente vastas regiones... NO a la energía nuclear... NO a la distorsión demográfica que concentra una población desmesurada en los grandes centros urbanos... NO a la ganadería que abusa del sobrepastoreo y desestima las especies nativas que han evolucionado en íntima adaptación con el ecosistema americano. 
[7] En Brasil por ejemplo en la zona del Acre, grupos de ecologistas con gran pragmatismo buscan las formas de defender la selva húmeda sin impedir la construcción de la carretera, fundamental para el desarrollo de la región  y el mantenimiento de la industria del caucho que como se sabe no es de las menos contaminantes. Tal cual lo dicho, “la polución” existe pero al mismo tiempo el hombre genera la defensa de su medio con los adelantos científicos y técnicos que  surgen permanentemente.
[8] Hasta ahora la política de la UE funcionaba sobre la base de la denominada "ecuación de las tres E": crecimiento económico, seguridad energética y protección del entorno (medio ambiente).A esos parámetros, que comienzan a ser insuficientes, ahora hay que agregar la "ecuación de las tres S": seguridad de aprovisionamientos, seguridad de las instalaciones, y solidez y estabilidad del mercado. Según el criterio de los expertos, la energía nuclear representa, en ese contexto, la solución más barata, segura y limpia. La opinión pública, que durante el último cuarto de siglo se había opuesto tenazmente a la opción atómica, abandona su resistencia y se inclina ante los imperativos de la realidad. (Clarín 31 de enero de 2006-  Laura Corradini). También en este artículo se menciona que la Argentina se encuentra entre la élite de los países nucleares del mundo: Cabe preguntarnos si esto hubiera sido posible si hubiéramos hecho caso de aquellos militantes de los 80 que impulsaban la supresión de los programas atómicos.

[9] La Nación 30-1-2006
[10] Ídem. Ant.

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