La Historia vuelve a
repetirse pero de distinta forma
El artículo que hoy
presento lo escribí en febrero de 2006. Eran momentos difíciles en los que el
corte del puente atentaba contra años de trabajar la integración con Uruguay.
El resultado fue “la nada, excepto lo que se pudo haber realizado sin tanta
agresión. Apenas queda el recuerdo simpático de la bella Evangelina Carrozo reina
del carnaval de Gualeguaychú, protestando con poca ropa ante los deleitados
ojos de los presidentes reunidos en la
IV Reunión de la Unión Europea, América Latina y el Caribe realizada en Viena
el 12 de mayo de 2006. Eran tiempos en que Néstor Kirchner tenía dificultades
de comprensión cabal de la integración suramericana. Recordemos que debido a
sus ya conocidas diferencias con Eduardo Duhalde se había abstenido de
participar en la primera reunión previa a la constitución del UNASUR que se
realizó en Ayacucho en ocasión del aniversario de la batalla del mismo nombre.
No importa, luego se
avanzó, el gobierno nacional debió dar marcha atrás con sus primeras posiciones
ante el tema pero la torpeza y la liviandad de gran parte de nuestra dirigencia
que solo piensa en elecciones y votos a cualquier precio, nuevamente nos ha
llevado a las pequeñas reyertas entre hermanos y sobre el mismo tema. No creamos que es un tema solo nacional. El
anterior gobernador de Entre Ríos, hoy opositor a la presidencia, Jorge Busti,
fue uno de los impulsores del entredicho a la vez que se preparaba para atraer
esas pasteras a su provincia, de allí la cantidad de eucaliptus sembrados en su
gestión.
No hay otra solución en
esta instancia que negociar un macro acuerdo que permita a las dos naciones
beneficiarse de la producción que ya está en marcha. El MERCOSUR está pasando
por una profunda crisis debido al resurgimiento de los patriotismos de
campanario. Los argentinismos, los uruguayismos, brasilerismos, etc. etc. Mucha
retórica y poca concreción, la liviandad y la falta de formación de muchos
dirigentes colabora en el desastre que se cierne sobre nuestra región y que
solo beneficia a los grandes intereses globalizados. Un antiimperialismo
universitario que solo sirve para acentuar la inmovilidad y los errores, unido
a una desideologización total de la política nos pone en peligro. Se impone la
Unión Suramericana. Es tan importante como la discusión sobre las bases
norteamericanas en Colombia o Paraguay, acordar con nuestros hermanos
orientales.
El artículo puede necesitar
de un experto y de correcciones dado los cambios explosivos en las ciencias y
la tecnología, pero es bueno recordar el tema, debatirlo para no repetir frases
obsoletas y demagógicas al estilo que ese nuevo/viejo político que resulta ser De
Angelis.
Es necesario volver a
introducirnos en una cultura iberoamericana. Ojalá sea posible que una nueva
camada de dirigentes pueda impulsar el desafío de la integración
iberoamericana.
LA
CRISIS CON URUGUAY Y LA UNIDAD SURAMERICANA
Un
mismo cielo cubre nuestras dos orillas, su azul se refleja en nuestro paisaje,
en nuestras aguas y en nuestras banderas.
Aceptemos
ese simbólico abrazo de la naturaleza como un signo de fraternidad que nos
convoca a la paz, al trabajo en común, a la prosperidad y a la felicidad de
nuestros dos pueblos.
Presidente Juan Domingo Perón el 15 de noviembre de 1973 en Montevideo
en ocasión de la firma del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo
Si luego de la Cumbre de las Américas en
Mar del Plata una fuerte tendencia sudamericanista recorrió nuestros países, si
el bloque MERCOSUR adquirió un fuerte protagonismo político en esa ocasión
–aunque no sin algunas disidencias internas- fortaleciendo la decisión política
de 1991, si esta fuerte corriente integradora se vio fortalecida por el triunfo
de Evo Morales en Bolivia y en fin, si Uruguay o Chile han ratificado su
vocación habiendo ya declarado entre sus prioridades la unidad
latinoamericana; el enfrentamiento por la instalación de las fábricas de
celulosa en Fray Bentos sobre el río Uruguay fue -y aun es- una rayo en la
noche que como tal produce daños que nunca se sabe si podrán repararse. Nuestro
imperioso deber como sudamericanos, es impedir que esta crisis siga avanzando
descontroladamente entre irresponsabilidades políticas, falsos nacionalismos
trasnochados, intereses económicos no muy explicitados o modestísimas y
mezquinas especulaciones políticas.
ALCA o MERCOSUR
Los mismos militantes ambientalistas que
hoy -virtualmente impulsados al menos por una parte del gobierno y funcionarios
de Entre Ríos- han devenido en
piqueteros, seguramente sostienen una
postura contraria a la concreción del ALCA y por supuesto a la firma de un
tratado bilateral (uruguayo o argentino) de “libre comercio” con EE.UU. ¡Vaya
paradoja! El actual conflicto ribereño, entre sus patéticas secuelas, no hace
sino mostrar descarnadamente las
debilidades del MERCOSUR, favorecer objetivamente dentro del país oriental a
quienes impulsan aquel tratado bilateral con el norte y también a los que hace
ya un tiempo se ocupan con ciertos fundamentos teóricos (que obviamente no
compartimos), de agitar el alejamiento uruguayo del Tratado de Asunción
(MERCOSUR).
Quienes hoy cortan el paso con la Banda Oriental ,
contribuyen -seguramente sin saberlo- a debilitar el mayor intento de unidad de
los países de la Cuenca
del Plata con proyección continental, del siglo XX y seguramente del XXI.
Una agresión injustificada
En realidad no es que la Argentina y quienes
viven a orillas del hermoso “río de los pájaros o de los caracoles” no deban
preocuparse por el desarrollo sustentable del mismo. Lo absolutamente
injustificable es que para hacerlo se corten las vías de comunicación con
nuestros hermanos de la otra banda. Si Uruguay
violó, o al menos incumplió el Tratado del Río de la Plata firmado durante el
tercer gobierno de Perón -cosa que ellos niegan, pero aun suponiendo que así
fuera-, la respuesta no puede ser un “acto punitivo” como es el corte de los
puentes que unieron e integraron y fortalecieron y son la culminación de una
historia, una lengua, una religión y una cultura común. Infringir un tratado
resulta de hecho opinable y en definitiva posible de solucionarse mediante el
diálogo político, lo segundo constituye una agresión aventurada de impredecible
consecuencias.[1]
Desprolijamente, el gobierno argentino
discrimina los piquetes que impiden el paso en rutas y puentes. A los
desocupados, marginados u obreros en conflicto, los presiona por la fuerza y el
diálogo, y los obliga a no cortar... nada de esto se logra idílicamente y los
hechos de Santa Cruz o los de la ruta a Mar del Plata, así lo atestiguan. Sin
embargo parece ser que los piquetes de las “clases pensantes” no merecen el mismo
tratamiento. Estos han decidido discutir en una asamblea popular medidas que
afectan a toda la nación como si la república fuera una especie de democracia
ateniense en la que “el Puente” cumple la función del ágora de la
antigüedad... con la diferencia que en Gualeguaychú una minoría resuelve sobre
las mayorías (el resto de los argentinos) que no pueden expresarse.
Sería deseable que no suceda con este
conflicto, lo que al cine de Bruno Crespi en el Macondo de Cien Años de
Soledad, cuyas sillas fueron destrozadas por los espectadores indignados por
“la aparición con vida de uno de los personajes que en una película anterior
había muerto”... tocándole al alcalde del pueblo explicar mediante un bando que
“el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos
pasionales del público.”
La unidad de Sudamérica, vital en los
tiempos de globalización en que vivimos y una necesidad para garantizar el
futuro desarrollo de los pueblos de la región, se sustenta esencialmente en una
alianza argentino-brasilera. Como la Unión Europea lo hizo sobre la base de Alemania y
Francia, algo impensable a mediados del siglo XX debido a los millones de
muertos que en la
Segunda Guerra Mundial
separaron a ambas naciones. La condición de países líderes –tal el caso
de los nombrados- no otorga mayores
privilegios sino mayores obligaciones y estas son: la de propiciar las
medidas políticas, económicas y sociales prácticas que consoliden la unión. En
Europa los más poderosos sostienen en forma concreta –es decir con aportes
monetarios importantes-a los menos desarrollados como España o Portugal para
citar solo a los cercanos a nuestra América.
Argentina no puede negligentemente desconocer
que el proyecto de producción de celulosa en Uruguay tiene alrededor de 20 años
y que representa una inversión de 1800 millones de dólares, para un país que no
ha podido salir de su antigua estructura agraria y financiera (“la Suiza del Plata” la
llamaban). Es demasiado importante el plan para simplemente pararlo por las
demandas vecinales hechas con prepotencia. Esta es la única realidad aunque no
guste. Si Argentina y Brasil no encuentran la forma de acompañar las
necesidades de los más pequeños como Paraguay y Uruguay y encontrar un marco de
entendimiento... alguien ocupará ese lugar, recordemos que en política “los
espacios que se abandonan los ocupa el adversario o el enemigo generalmente en
contra de aquel que se distrajo demasiado”.
Cuidar el medio ambiente sin abandonar
la necesaria industrialización
Alfredo Calcagno,
acertadamente, en un artículo de la revista Qué, vincula soberanía
económica (en América Latina) con industrialización y no puede ser
de otra manera en un continente en el que las distintas potencias mundiales
favorecieron la sobre explotación de las materias primas y la monoproducción
animal, vegetal o mineral.
Hoy ambiciosamente se empieza a hablar de
la integración mediante un acuerdo energético sudamericano; de hidrovías
continentales, particularmente en el
Paraná, el Paraguay y el Uruguay, de corredores bioceánicos que surquen
el territorio nacional en el norte, el centro y el sur, para llegar al
Pacífico, descomprimir los puertos sobre el Atlántico y favorecer el comercio
con Asia.
Todos estos propósitos afectan en mayor o
menor medida el ecosistema continental. Será necesario entonces discutir
permanentemente, a la luz de las más modernas tecnologías de resguardo del
medio ambiente, pero de ninguna manera dejar de realizar los proyectos en danza
porque significaría auto condenarnos al atraso eterno.
No hay industrialización que no contamine.
Pero el mundo ya no funciona sin ella y además tecnología, ciencia e industrias
también promueven el conocimiento de nuevas invenciones para proteger el medio
ambiente. No se puede entonces llevar la teoría a extremos del absurdo. Digamos
para ser justos que hasta el humo del asado contamina el aire...
Argentinos, paraguayos,
uruguayos, brasileros y bolivianos desconocemos la historia común de la Cuenca del Plata pero lo
más trágico culturalmente es que poco se hace por transformar esta situación.
En nuestro país, por ejemplo, los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios (NAP)
-rimbombante denominación que otorga el Ministerio de Educación de la Nación a los conocimientos
esenciales que deben enseñarse a niños y jóvenes- referidos a las Ciencias
Sociales no se enfocan los temas desde la óptica de Sudamérica y el MERCOSUR.
Se los incluye en una sumatoria de temas en los programas, pero no conforman un
eje central y transversal. Seguimos enseñando la historia “nacional argentina”
que la sociedad agro exportadora delineó en la segunda mitad del siglo
XIX.
No es el tema que nos
ocupa, aunque la ignorancia mencionada y la falta de un proyecto
sudamericanista que recupere efectivamente nuestro origen común serviría para
evitar los excesos “barriales” que cada tanto aparecen en algunos de las
regiones del continente. Sin pretender hacer demasiada historia interesa
recordar algunos hechos del pasado. “¿Qué somos al final sino herencia?” Dijo
el Embajador Álvaro Teixeira Soares[2].
Ni Brasil ni Argentina
pueden hacerse los distraídos o al menos mirar para otro lado, como si ninguna
responsabilidad histórica los alcanzara respecto a sus vecinos de la Cuenca del Plata.
La acción combinada de
parte de la clase dirigente argentina (el grupo rivadaviano) y brasilera y los
intereses británicos en el Plata, favorecieron en 1828, el surgimiento del
Uruguay independiente, un verdadero “estado divisorio” que evitaba el dominio
del estuario por una o las dos grandes potencias sudamericanas[3].
La creación de esta república, de lo que históricamente fue una provincia del
Virreinato del Río de la Plata ,
ha sido y es uno de los factores centrales de la parálisis y el atraso oriental
y la fragilidad Argentina.
Paraguay tuvo un
destino más signado por la tragedia debido a las ambiciones de los dos
“grandes” del Plata. En la época de la independencia, Buenos Aires
pretendió someter a aquella provincia lo que motivó y dio justificación al
aislamiento del resto de los estados de la región, que impuso el gobierno del
Dr. Gaspar Rodríguez de Francia con una interesante política de proteccionismo
económico que lo favoreció pero al mismo tiempo lo separó y lo condenó -en el
transcurso de los años- al fracaso. Sobrevendría luego la infamia y la
vergüenza de la “Triple Alianza” [4].
Brasil, Argentina (dominada por Mitre) y el Uruguay (manejado por los
Colorados, amigos de Mitre) sellaron un tratado que implicó una guerra en la que
la nación guaraní fue desbastada y pocos recuerdan hoy
que el estado argentino y brasilero (uruguayo también) fueron los responsables
de una verdadera matanza de la población paraguaya activa. De 600.000
hab. que había en 1865, antes de la
contienda, solo quedaban 231.000 en 1872 al finalizar la guerra. La misma solo
concluyó con la muerte de Francisco Solano López, el valeroso presidente, en
Cerro Corá alcanzado por una partida militar brasilera. La recuperación del
nivel poblacional anterior solo se recuperó medio siglo después hacia la década
de 1920.[5]
Bolivia,
el menos “platino” de los países de la región, era en las épocas de la
independencia “la provincia del Alto Perú”, al punto que Bolívar ordenó a Sucre
consultar a Buenos Aires sobre el destino final de esos territorios. El
gobierno porteño de Martín Rodríguez y su ministro Rivadavia contestó que las
dejaba “en libertad de acción”, lo que dejó al venezolano azorado, calificando
la displicente respuesta de “inaudito desprendimiento”. Luego Rosas contribuyó
en alianza con Chile a derrocar al Mariscal Andrés de Santa Cruz que había
constituido la Confederación Peruano-Boliviana , que hubiera
permitido a ambas repúblicas unidas otro destino. Más tarde en la Guerra del Pacífico (1878)
Chile procedió a quitarle la salida al mar, hasta nuestros días. En la
conflagración los intereses económicos
británicos tuvieron una decisiva ingerencia para desatar la guerra. Hasta el
día de hoy esa guerra separa a bolivianos, peruanos y chilenos. Estos últimos
saquearon la Biblioteca Nacional del Perú y cometieron todo tipo de tropelías
que ni siquiera los auto denominados “progresistas” socialistas plantearon
desde el poder redimir. En cambio los “populistas autoritarios” como Yrigoyen y
Perón y ahora Cristina Fernández sí contribuyeron a cerrar heridas.
En
casi todos los hechos descriptos, Gran Bretaña hizo sentir su poder en forma
abierta o solapada, pero en todos ellos también fue decisivo el accionar de las
clases dirigentes argentinas, brasileras, y chilenas en el caso boliviano. El
devenir histórico acrecienta las responsabilidades internas, ya no tenemos
excusas para no unirnos y enfrentar el futuro. Toda otra opinión o acción solo
ayuda a mantener la pobreza y la crisis.
El
Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Celso Amorim, reconoció que Brasil
y Argentina poco hicieron por los hermanos menores hasta el momento, aunque
también criticó la posibilidad que Uruguay firmara un tratado bilateral de
libre comercio, con EE.UU. al margen de MERCOSUR.
Tratar de impedir el acceso de los
uruguayos a una industria que cada vez adquiere mayor importancia en el mundo,
es en el mejor de los casos un error. Actitudes integristas descontextualizan
el necesario y creador debate y favorecen expresiones de un mediocre nacionalismo
como el del Presidente de la Unión Industrial Paraguaya, Guillermo Stanley,
típica de un cerebro aherrojado por el “mercado”: "La actitud de Argentina muestra que los
grandes países del Mercosur quieren someter a los más chicos a un estado
primario de producción". Stanley (¿será William en lugar de Guillermo?) parece querer incentivar
los enfrentamientos ignorando o simulando ignorar que toda la Cuenca del Plata ha sido
condenada a una producción primaria por la acción de las grandes potencias
europeas y EE.UU. y que solo la integración ofrece otra perspectiva.
Lamentablemente este tipo de pensamientos se propagan cuando conflictos como el
de las papeleras se sobredimensionan. Exigir el control
ambiental de los desechos tóxicos que las fábricas en construcción, pueden
arrojar al río común, es un imperativo de ambos pueblos, pero este solo podrá
ser efectivo si se realiza mediante el diálogo y con un adecuado consenso. Esta
es una de las ocasiones en las que la
Patria exige transigir -“que se doble pero que no se
quiebre”- para superar los enfrentamientos, o sea levantar los cortes y
sentarse a una mesa sin condicionamientos para ninguna de las partes.
El
presidente Perón el 10 de junio de 1974 en la VI Reunión de
Cancilleres de la Cuenca
del Plata decía: “¿Cómo no podemos llegar también nosotros a un acuerdo para
integrar países, en donde todo nos une y nada nos separa? Aquí es cuestión de
hacerlo, allá, (en Europa) era cuestión de meditarlo muy profundamente. Aquí ni
la meditación es necesaria es cuestión de comenzar.” Luego agregaba: “Creo que
ya ha pasado la época histórica en que los países se defendían solos; para el
futuro creo que ningún país aislado podrá subsistir. En consecuencia y aunque
no nos gustara, tenemos que unirnos, porque estamos en la parte del mundo que
posee las más grandes reservas, en las que se tiene una gran esperanza.(...) Si
nosotros no estamos preparados para defendernos, nos van a quitar nuestras
riquezas y para ello existen muchos medios.” “Unidos y organizados podremos defendernos.”
Al concluir el estadista profetizaba: “Si nos unimos y nos integramos (los
países dela Cuenca del Plata) sucederá inmediatamente la integración del resto
de los países.”
Tanto
el gobierno nacional como el provincial son peronistas, por lo que deberían
ampararse en esta magnífica tradición sudamericana de quien fuera tres veces
presidente electo de los argentinos.
Las catástrofes ecológicas
Este tipo de disputas, que predicen
desastres ambientales recuerda algunas del
pretérito nacional, que fueron superadas por la realidad y que en muchos
casos servían para ocultar fuertes intereses conservadores (de un pasado
irrepetible) o “progresistas” (promotores de un futuro inexistente) o
económicos (ambiciones de algunas empresas por la obra principal o las
secundarias ligadas con aquella). Recordemos la construcción del Dique San
Roque en el siglo XIX, Itaipú, Yaciretá, Corpus, Salto Grande -cercana a la
zona hoy en disputa-, las centrales nucleares, como las de Embalse a orillas del lago los Molinos, en el XX.[6]
En Brasil la construcción de la ruta
Transamazónica que exigió desmontar casi
tres millones de has. de bosques vírgenes, causó similares conflictos y debates
internos. Todos estos emprendimientos tuvieron oposiciones que predecían
gravísimas consecuencias ecológicas: la “contaminación eléctrica”, el
aniquilamiento de la flora y la fauna, cambios climáticos, etc. etc. Tanto
pesimismo ideologizado ya fue superado por el bienestar que estas grandes obras han llevado a los pueblos y los
problemas ambientales que se presentan y se presentarán, se van a ir
solucionando gracias a los avances diarios de la tecnología[7].
Si de contaminación ambiental se trata, no
ocultemos que uno de los mayores contaminantes del ambiente son los escapes de
los automóviles, que quienes hoy defienden el río en ningún momento se han
planteado inmovilizar... Los vehículos gasoleros -combustible con el que
funcionan las maquinarias agrícolas de quienes hoy (en buena hora) reciben magníficas ganancias de las
exportaciones de la soja, o las 4x4 que la televisión mostraba en las
movilizaciones- son los más degradantes del aire que respiramos. Ni que hablar
del faenamiento del pescado en los ríos de la zona.
En referencia a la soja, podemos decir que serios informes
de especialistas abundan sobre los efectos negativos que la tala del bosque
nativo tiene para con el ecosistema. La degradación de los suelos debido a la
falta de rotación de los cultivos en muchos lugares; o los pésimos efectos de
los agroquímicos que se utilizan. No se puede advertir solamente sobre algunos
contaminantes... los que nos convienen.
Las
pesqueras en la zona de Concepción del Uruguay tiran agua cruda al río
con nocivos efectos y en el río Gualeguay aparecen permanentemente peces
muertos aparentemente por falta de oxígeno. Todo esto y algunas otras
cuestiones que se podrían plantear nos muestra claramente que al río hay que
cuidarlo “entre todos” y “de todos” los que lo contaminan sin adoptar medidas
fundamentalistas, sino a estudiando los temas para encontrar salidas
científicas a las agresiones diarias que la humanidad produce a la naturaleza.
En Japón ya se utilizan en los edificios
algunas pinturas que absorben ciertas partículas contaminantes del aire. Que
podemos decir hoy de la “ecologista” Europa que se ve en la obligación ¿? o
instancia ¿?, de retomar la energía nuclear –que oportunamente dejó de lado
y criticó- debido a la dependencia energética que tiene de los combustibles
fósiles que como se sabe son no renovables y atraviesan toda la
ex URSS a través de un gasoducto sumamente vulnerable en épocas violentas. La
misma opinión pública que antes condenó la energía nuclear, hoy ante la grave
situación que podría ocasionar la falta o el encarecimiento excesivo de los
combustibles tradicionales, empieza a cambiar su manera de pensar por una
posición más favorable.[8]
Argentina también produce celulosa
Las
industrias que se atacan en la Banda Oriental, son bienvenidas sobre el Paraná
en Misiones donde ya existen emprendimientos de importancia como Alto Paraná en Puerto Esperanza, que produce unos
350.000 toneladas- año, Papel Misionero en Puerto Mineral, con 70.000 ton. año,
Celulosa Puerto Piraí con 30.000 ton. año, todas en Misiones y con planes de
expansión.(Cifras tomadas de “La Polémica
Planta de Celulosa en M'Bopicuá” Informe del Esc. Fernando Vélez Molina). Tanto el gobernador peronista
Rovira como el ex gobernador radical Barrios Arrechea disienten abiertamente
con las posiciones del ejecutivo entrerriano. Además las tres papeleras mencionadas
se encuentran cercanas a Iguazú cuyo turismo no disminuyó precisamente en estos
últimos años (en 2005 pasearon 1.000.000 de personas por la zona).(Fuente La Nación 30-01-2006 en
“Unánime defensa de las fábricas de celulosa en Misiones”).
También
existen plantas productoras de celulosa en la costa santafecina, Celulosa
Argentina en Capitán Bermúdez, oportunamente denunciada por “Greenpeace” (con
todas las dudas que nos provoca esta ONG extrañamente rica) por contaminación,
con una producción de unos 150.000 toneladas año.
En provincia de Buenos Aires se encuentra
Celulosa Campana con 30.000 ton. año y
Celulosa Argentina en Zárate con
20.000.
Sin
embargo lo más contradictorio para el gobierno de Entre Ríos es que a 120 kms.
de Gualeguaychú tiene una fábrica de celulosa: de unas 17.000 ton. al año.
Esta
producción totaliza para Argentina, sobre el Paraná, unas 800.000 toneladas al
año, lo que es la mitad de lo que tienen planificado Botnia y Ence(esta empresa
finalmente desistió) en Fray Bentos. No podemos ser “ecológicos” para con los
demás y permisivos para con nosotros mismos.
En el
caso argentino, como lo señala en un informe el Ingeniero Agrónomo Gustavo
Cetrángolo, somos exportadores de celulosa pero importadores de papel, materia
en la cual tenemos un déficit de unos 500.000 millones de dólares anuales. ¿No
sería viable lograr acuerdos que nos permitan mejorar la situación de ambas
orillas y beneficiarnos mutuamente, en lugar de tanta disputa estéril?
Uruguay
tiene una 650.000 has. forestadas con eucaliptos para la producción de celulosa
pero Entre Ríos posee aproximadamente 1.000.000 de has. aunque más nuevas. Este
hecho nos mueve a pensar que también los argentinos estamos pensando en
celulosa... y no está mal. Lo que sí es malo que “solo miremos la paja cuando
es en el ojo ajeno”.
En el
discurso de Perón mencionado en el epígrafe hablaba justamente de la necesidad
de cuidar el río entre los dos países: “Hemos tomado conciencia de la s enormes
riquezas naturales de que disponemos, cuya defensa y racional aprovechamiento
nos crea una obligación irrenunciable ante la humanidad... Avizoro un horizonte
lleno de esperanza para ambas naciones: nuestros pueblos lo merecen.” En dicha
ocasión reivindicó a Roque Saenz Peña y Gonzalo Ramírez que en 1910 dieron el
primer paso para encontrar soluciones amistosas a las diferencias platenses.
Debemos transitar, aquel camino de fraternidad y solidaridad, en lugar de
apelar a una verborrea inconducente y por momentos, provocativa.
Los
hermanos uruguayos también deben ponerse
el sayo, pero estoy convencido que Argentina tiene hoy la principal
responsabilidad.
La
tecnología que se va a usar en las plantas
En
el diario La Nación
del 30-1-2006 se reconoce que “según los
informes de impacto ambiental presentados por ambas empresas al gobierno
uruguayo, se comprometieron a usar sistemas de recuperación y tratamiento de
los líquidos y las sustancias químicas recomendados por la Unión Europea , la Agencia de Protección del
Medio Ambiente de Estados Unidos y el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes
Orgánicos Persistentes, suscripto por la Argentina en 2001.
Justamente en Fray Bentos, Botnia y Ence, se
proponen utilizar la tecnología ECF (según sus siglas en inglés) o libre de
“cloro elemental” que es el que se
utiliza hoy, mayoritariamente, en todo el mundo desarrollado. EE.UU. que
posee la segunda empresa productora de celulosa en el mundo –la Georgia Pacific-,
o Canadá que tiene la tercera, utilizan ECF que además es el admitido por el
Banco Mundial como “preferente” aunque reconociendo que lo ideal es el TCF
(siglas en inglés) -que es el promocionado por Greenpeace- sobre la base de
peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) oxígeno y ozono. En la reglamentación
estadounidense sobre las tecnologías para blanqueo de papel elaboradas durante
el gobierno de Clinton en 1997, se condena el uso de “cloro elemental” y se
alienta el uso del ECF. No creo entonces que estos países auspicien el
envenenamiento de sus propios territorios.
El TCF si
bien es una tecnología libre de cloro no permite elaborar papel reciclado que
pudo haber sido blanqueado con cloro, y el que se obtiene de dicha celulosa es
más débil, por lo que se requiere mayor cantidad de árboles o sea de
forestación. Al mismo tiempo genera otro tipo de contaminación según informes
técnicos, aunque seguramente preferibles o más aceptables que los del CL2
(dióxido de cloro). Obviamente es mucho
más caro también, lo que no debería tenerse en cuenta, si preservara el medio
ambiente, algo que es relativo, según explican los especialistas.
En el mismo artículo de La Nación , la ingeniera química
María Cristina Area, experta en tecnologías limpias de pulpado y blanqueo de la Universidad Nacional
de Misiones (UNaM) afirmó que “Según (...) investigaciones realizadas
en los últimos años sobre plantas instaladas y, en especial, sobre cómo
evoluciona la vida acuática en aguas en las que las fábricas vierten sus
efluentes dieron resultados que sorprenden. ‘Tras 15 años de estudios, y con
los cambios introducidos en el proceso industrial, los niveles de sustancias
contaminantes emitidas son mínimos como para dañar la salud o el ambiente’,
sentenció la titular del Programa de Investigación de Celulosa y Papel de la UNAM y puso como ejemplo que
a principios de la década del 90 había alertas sobre el consumo de peces en 25
ecosistemas río abajo de las plantas de Estados Unidos, el mayor productor de
pasta de celulosa del mundo. ‘Después de dieciséis años de blanqueo libre de
cloro elemental se ha levantado la mayoría de los alertas’, señaló.”
Alberto
Venica, doctor en Ciencias de la
Madera y Papel de la Universidad de Carolina del Norte (Estados
Unidos) sostuvo que “técnicamente, con el dióxido de cloro no se producen
dioxinas y casi no se generan organoclorados” altamente tóxicos y además
“Cuando el blanqueo es del tipo ECF, no se llegan a detectar dioxinas en los
efluentes porque durante el proceso de blanqueo de la pasta el dióxido de cloro
oxida las sustancias orgánicas. Luego, esas sustancias sufren un tratamiento
biológico en el que bacterias las degradan a anhídrido carbónico y agua antes
de salir al río.”[9]
Area concluye, “En 1996, el Banco Mundial recomendó el blanqueo TCF, pero la Convención de Estocolmo
validó en 2001 que la tecnología ECF genera una contaminación similar al proceso
TCF.”[10] Dicha Convención ha sido
firmada por la Argentina.
El
85 % de las plantas de los países desarrollados utiliza la tecnología ECF y el 15 % restante
las dos, la TCF y
la ECF con lo que
suponemos que no todos pueden suicidarse al mismo tiempo y por cierto que se
rebate el argumento de un
“antiimperialismo infantil” que sostiene: “vienen aquí porque ya destrozaron su
medio ambiente”... No lo dudemos, vienen aquí porque al valor de sus monedas la
producción en América Latina es infinitamente más barata (hoy se denomina a
esto “ventajas comparativas), tanto en la inversión como en los trabajadores.
En suma “es un buen negocio”.
Los
europeos –tan ecológicos ellos- rechazan las semillas transgénicas de la soja
que utiliza tanto EE.UU. como la
Argentina por ser “peligrosas para la salud”, con lo que en
materia agrícola (y hay productores agropecuarios cortando los puentes) nos
colocamos en la situación inversa: según la UE nuestros productos no son ecológicos. ¿Quién
tiene la razón?
En
síntesis. El debate técnico-científico es complejo y difícil de determinar la
posición más acertada aunque, como sucede en la vida, tal vez ambas posturas
encierren alguna verdad.
Pero hoy
es necesario que la
Argentina deponga la actitud impedir el libre tránsito en los
puentes y retome el camino del diálogo. Se trata de una discusión de familia y
quienes tienen responsabilidad (y la Argentina por su ubicación en Sudamérica la
tiene) deben adoptar todas las medidas que conduzcan a la superación del
conflicto.
Causa
Nacional es la
Comunidad Sudamericana de Naciones
El
gobierno nacional y el de la provincia de Entre Ríos han otorgado,
desafortunadamente, al “conflicto de las papeleras”, el carácter de “causa
nacional”. El hecho no solo es desdichado sino peligroso.
Causa
nacional es la recuperación de las islas Malvinas o más importante aun, la
construcción de una Comunidad Sudamericana de Naciones. El presente diferendo,
debido a la insistencia beligerante de algunos vecinos, no puede tener ese
carácter ni siquiera por equivocación.
Las
disidencias deben únicamente abordarse dentro del diálogo y en todo caso como
un conflicto “interprovincial” porque en realidad de esto se trata: la unidad
de América del Sur debe ser asumida hasta las últimas consecuencias
especialmente por quienes declaman la necesidad de la integración.
Nuestra
realidad actual no admite más fracasos. No se entra al futuro retrocediendo.
Urgentemente debemos deponer las actitudes provocativas y absurdas contra el
Uruguay y sentarnos a conversar sin condicionamientos porque científica y
tecnológicamente existen soluciones para el diferendo planteado De otra manera
estaremos haciendo el juego a quienes desde nuestras independencias medraron
con la debilidad del Sur.
Febrero de 2006.
[1] Quien fuera dos veces presidente de Uruguay el Dr. Julio
María Sanguinetti en una columna escrita para el diario La Nación el 24 de febrero
pasado dice: “Nada de lo que hoy se discute, entonces,
es producto de un arrebato improvisado, sino de políticas de larga duración. En
aquel 2003, el gobierno uruguayo dio una autorización provisional (que por no
ser definitiva es discutible que hubiera obligación de informar, conforme al
tratado del río Uruguay). En cualquier caso, si hubiera habido alguna omisión,
ella se salvó, porque ante la queja argentina se adelantó una negociación
diplomática que culminó el 2 de marzo de 2004, con un acuerdo entre los
cancilleres Opertti y Bielsa, del que da cuenta LA NACION al día siguiente. En
su crónica, se recoge la opinión del entonces canciller argentino, que dijo que
los cortocircuitos iniciales respondieron "a que no se había acordado un
mecanismo como el suscripto hoy con Uruguay, que permite que no haya ningún
aspecto fuera del escrutinio de quienes están interesados". Se cae así la
afirmación de que hubo una violación del tratado, cuando incluso este acuerdo
es transformado en un acta, firmada el 15 de mayo en la Comisión Administradora
del río Uruguay. De todo lo cual da cumplida cuenta la Memoria anual del
Ministerio de Relaciones Exteriores, que pone "fin a la controversia"
y consigna que se ha diseñado un "Plan de monitoreo de la calidad
ambiental del río Uruguay en áreas de plantas celulósicas”.
[2] En el Prefacio a La formación de los Estados en la Cuenca del Plata.
Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay. Luis Alberto Moniz Bandeira. Grupo
Editorial Norma. Pág. 20.
[3] Es justamente un uruguayo, Blanco, el Dr. Luis Alberto de Herrera
quien en su libro: “La
Misión Ponsomby y la Independencia del Uruguay” -que Eudeba reeditó en
1973 en la colección Iberoamérica en la Historia dirigida por Jorge Abelardo Ramos-
publicó las pruebas de esta infamia. Es interesante destacar que Lord Ponsomby
también actuará en la creación de Bélgica como estado independiente de Holanda,
política de “equilibrio” impulsada por Gran Bretaña permanentemente en todo el
mundo. No es casual que este inteligente diplomático según cuenta José María
Roxas y Patrón (Min. De Rel. Exteriores de Dorrego)se haya sincerado con su
interlocutor diciendo: “...la
Europa no consentirá jamás que solo dos estados, el Brasil y la Argentina , sean dueños
exclusivos de las Costas orientales de la América del Sud, desde más allá del Ecuador hasta
el Cabo de Hornos.” Extraído de Política Británica en el Río de la Plata – Raúl Scalabrini
Ortiz-Edit. Plus Ultra 1971-Pág. 127
[4] Antonio J. Pérez Amuchástegui en Mas allá de la Crónica escribe: “El
Tratado secreto de la
Triple Alianza fue hecho público por el Foreign Office de
Gran Bretaña a principios de marzo de 1866, en versión inglesa, y según el
testimonio británico la copia había sido obtenida el año anterior del canciller
uruguayo Carlos de Castro. La versión inglesa fue difundida por el Times de Londres...”
En la Argentina
se conoció traducida del inglés y se desconoció hasta fines del siglo XX el
texto original castellano de la misma.
Crónica Histórica Argentina. Tomo IV Ed. Codex en Más Allá de la Crónica Pág.
LXVI.
[5] -Extraído de Liliana Brezzo, “Argentina-Paraguay- (1810-2000)”
Caviar Bleu Edit. Andina Sur-. Autores brasileros sostienen que los datos de
población y víctimas son discutibles y
de mucha variación numérica (Ver Francisco Doratioto) pero en todos los casos
las cifras son inhumanas.
[6] En un encuentro de ambientalistas realizado en 1983, en Santa Fe se
elaboró un manifiesto en el que se enumeran una serie de verdades imposibles de
cumplir pero que al mismo tiempo nos condenaría al atraso. Decían por ejemplo:
“NO a las fuentes energéticas contaminantes. NO a los faraónicos aprovechamientos
hídricos que trastornan tal vez irreversiblemente vastas regiones... NO a la
energía nuclear... NO a la distorsión demográfica que concentra una población
desmesurada en los grandes centros urbanos... NO a la ganadería que abusa del
sobrepastoreo y desestima las especies nativas que han evolucionado en íntima
adaptación con el ecosistema americano.
[7] En Brasil por ejemplo en la zona del Acre, grupos de ecologistas
con gran pragmatismo buscan las formas de defender la selva húmeda sin impedir
la construcción de la carretera, fundamental para el desarrollo de la
región y el mantenimiento de la
industria del caucho que como se sabe no es de las menos contaminantes. Tal
cual lo dicho, “la polución” existe pero al mismo tiempo el hombre genera la
defensa de su medio con los adelantos científicos y técnicos que surgen permanentemente.
[8]
Hasta ahora la política de la UE funcionaba sobre la base de
la denominada "ecuación de las tres E": crecimiento económico,
seguridad energética y protección del entorno (medio ambiente).A esos
parámetros, que comienzan a ser insuficientes, ahora hay que agregar la
"ecuación de las tres S": seguridad de aprovisionamientos, seguridad
de las instalaciones, y solidez y estabilidad del mercado. Según el criterio de
los expertos, la energía nuclear representa, en ese contexto, la solución más
barata, segura y limpia. La opinión pública, que durante el último cuarto de
siglo se había opuesto tenazmente a la opción atómica, abandona su resistencia
y se inclina ante los imperativos de la realidad. (Clarín 31 de enero de
2006- Laura Corradini). También en este
artículo se menciona que la
Argentina se encuentra entre la élite de los países nucleares
del mundo: Cabe preguntarnos si esto hubiera sido posible si hubiéramos hecho
caso de aquellos militantes de los 80 que impulsaban la supresión de los
programas atómicos.
[9] La Nación 30-1-2006
[10] Ídem. Ant.
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