El libro sobre Abelardo Ramos ha motivado no pocos comentarios, de parte de diferentes compañeros. Resulta interesante el debate aunque pienso que algunos se exceden con los calificativos –no hacia mí, algo sobre lo cual no emitiría opinión- sino hacia Abelardo Ramos. No obstante tampoco esto será tema de este artículo ya que el “Colorado” hasta después de muerto se defiende solo.
Sí, me interesa entrar en el debate de cuestiones que algunos compañeros señalan.
Si bien como en la física cuántica no hay una “historia” sino “historias” hay aspectos de la ciencia de Heródoto, que son exactos y no pueden alterarse a riesgo de falsificar los hechos. Me refiero a las fechas. Esto ayuda a comprender los contextos.
Así, Ramos es invitado por el ya designado (aunque no asumido todavía) canciller Domingo Cavallo a ser embajador en algún país de América Latina. En la lista a elección, figuraba México. Esto ocurrió en junio de 1989, fecha anterior a la asunción de Menem a la presidencia. Según información recopilada, la oferta mencionada se produjo mientras sesionaba el congreso del MPL en Río Ceballos. Ramos acepta y en octubre de ese año ya está en el país azteca.
En aquel período ni quienes un par de años después rompen con Ramos, caso Guerberof, Blas Alberti, Cesarini y otros, cuestionando el apoyo crítico al gobierno de Menem, se mostraron contrarios a asumir este cargo.
Recordemos que luego de la derrota de Luder-Bittel en 1983 y del gran desastre alfonsinista, volvía un gobierno peronista (el primero luego de la muerte del general), con un frente nacional armado para las elecciones, a instancias entre otros de JAR y el MPL. En el FREJUPO -así se llamó la coalición que hizo triunfar a Menem- estuvieron fuerzas como el Partido Intransigente, el Partido Comunista Revolucionario ya con otra designación, la democracia cristiana entre otros. Spilimbergo hizo lo propio. Ni que hablar del movimiento obrero organizado integrante fundamental y sectores importantes del empresariado. ¿Por qué se extraña entonces el compañero Eduardo Paz Rada de la aceptación de ese cargo?
En cuanto a la política económica, diremos que los primeros tiempos de gobierno se dieron en medio de la hiperinflación heredada del gobierno de Alfonsín, hecho este no menor, desestabilizador del país, altamente perjudicial para los asalariados. Tanto los obreros industriales como las clases medias de empleados, maestros, profesionales, estudiantes tenían toda la esperanza puesta en el nuevo gobierno, que efectivamente lograría alguna tregua o respiro en medio del desastre. Tanto Miguel Roig, primer ministro de economia del nuevo gobierno, fallecido a los 5 días de haber asumido, como su sucesor Néstor Rapanelli, pertenecían al empresariado vinculado al mundo agropecuario exportador, más precisamente ligados a Bunge y Born. Carlos Menem en medio de aquellos tumultuosos días creyó equivocadamente que esta "alianza" podía ayudarlo a sostenerse. No fue posible ya que en diciembre de 1989, vino una segunda hiperinflación que obligó a renunciar a Rapanelli y llevó a la transición de Erman González, quien rápidamente daría lugar a Cavallo y el plan de convertibilidad.
Nunca la izquierda nacional dijo que el peronismo, expresado en este caso por el caudillo riojano, fuera socialista, sino un nacionalismo popular, partidario de la confluencia de clases, no de la lucha de clases¸ aunque esta se dé internamente como en cualquier movimiento policlasista.
¿O acaso en 1989, en pleno inicio del derrumbe del socialismo soviético, alguien podía asombrarse con la decisión presidencial de apelar a esos “técnicos” de Bunge y Born? El propio Perón, en el contexto de los años 50, totalmente diferente al de los 90, ¿no se movió acaso entre la naciente burguesía industrial interna, expresada por Miranda y su equipo, apoyado por “La Época”, el sector nacionalista militar, estatista, apoyado por “Tribuna”? ¿No intento hacia 1952 negociar y atraer a los sectores agrarios que tanto lo habían combatido, para enfrentar la crisis que se presentaba? ¿Acaso no hubo un intento de acercamiento con EE. UU. desde la cancillería de Hipólito Paz? ¿No boicotearon grupos conservadores como el de Visca (que dicho sea de paso era un chupamedia de Perón y Evita y a la vez punta de lanza en la embestida contra la Suprema Corte anterior y contra las actividades “antiargentinas”, entre las que estaban los “grandes diarios” y el libro de Ramos “América Latina un país” ¡!) la designación como embajador de Manuel Ugarte quien terminó volviendo a Europa?
En suma en 1989, cuando acepta Ramos la embajada no se habían desarrollado las cuestionadas políticas ejecutadas con posterioridad y el frente gobernante vivía un proceso que no tendría fin, de enfrentamientos internos entre los distintos intereses que lo componían.
Ya he expresado largamente, si se lee con atención mi libro el papel nacional que cumplió JAR en la embajada, discutiendo con Cavallo en los primeros tramos y luego con quien concretara las relaciones carnales, el ex canciller Guido Di Tella, apoyando al sandinismo, no escatimando elogios para Noriega, visitando Cuba y entrevistándose con Castro, en fin, violentando de hecho la política de “amor” con occidente y especialmente EE. UU. que impulsaba el gobierno ¿Era posible algo más en aquel momento? Había caído el muro de Berlín y el bloque soviético implosionaba, devorandose al padre de la “reforma”, Mikhail Gorbachov, la URSS se disolvía, Noriega era llevado preso como un delincuente común del narcotráfico por los EE. UU., y el sandinismo era derrotado, no por un golpe sino en las urnas, controladas por ellos mismos…No había revolución en marcha, hasta los líderes árabes buscaban formas de acuerdo con el imperio. Los no alineados no se disolvían porque Menem retiraba a la Argentina –algo que critiqué y critico-, se pulverizaban en medio del nuevo contexto mundial.
JAR deja la embajada a principios de 1992 para deambular sin un cargo fijo en el marco de un gobierno que, como él mismo decía, “confiaba en el imperialismo para resolver sus problemas internos” más que en sus propias fuerzas. Pero nadie se movía del plato, ni siquiera el movimiento obrero, cuyos dirigentes más díscolos preferían refugiarse en algún nicho que le permitiera ayudar a los trabajadores en alguna instancia parlamentaria. Tal el caso de Saúl Ubaldini, Lorenzo Miguel, Oraldo Britos o Lorenzo Pepe…para mencionar algunos... esperaban mejores momentos. ¿Acaso alguien puede aseverar que la IN tuviera fuerza para encabezar un proceso diferente en los años 90?
Al mismo tiempo la opción de retirarse del gobierno propuesta aunque con dudas por algunos compañeros, era una decisión política, no ideológica. No traicionaban ni quienes sostenían el abandono del FREJUPO ni los que deseaban mantenerse dentro. Personalmente hubiera votado por seguir, de haber participado.
Permanecer significaba dar la lucha interna dentro de un gobierno popular –lo votaron ampliamente dos veces- a la defensiva, que como muchos otros gobiernos latinoamericanos confiaba en el apoyo norteamericano, aunque las privatizaciones las tomaron los europeos en muchos casos.
Pasemos al tratado del Sur. Si proclamamos "MERCOSUR o muerte" junto a Methol Ferré, o que esto fue “un hecho de importancia similar a las luchas por la independencia del siglo XIX" junto al “Colorado”, admitamos entonces que más allá de quienes fueron los impulsores de la medida, esta merecía no solo el apoyo sino la militancia para consolidarla algo que hicieron tanto JAR como Methol. Markus da una serie de datos respecto de los intereses económicos que permitieron el tratado de Asunción… ¿Es que este ortodoxo marxista cree que la unidad de América latina o en primera instancia de Suramérica puede sustentarse en un cuerpo de ideas y retórica al margen de la economía? Fue la economía, tal vez, el principal sustento de esta nueva oleada latinoamericanizante, abundantemente fertilizada por la historia y la cultura común. ¿Es que debe rechazarse en nombre de un purismo abstracto que descubre detrás de la historia concreta de los pueblos "oscuros" intereses económicos?
No obstante no soy partidario de justificar la postura de Ramos hasta 1994 exclusivamente por el MERCOSUR, al hacerlo descuidamos su postura integral hacia el gobierno de Menem. Por eso, si bien acepto, como le expresé a al amigo Vignolo, que mi texto debería haber acentuado más la creación de la alianza del sur, centralmente pienso que no podemos negar la verdad histórica y esta es que Ramos tuvo ante ese último gobierno justicialista que le tocó vivir, una postura integral de apoyo crítico. Además de valorar el tratado de 1991 y ser designado –aunque nunca se concretó- para coordinar el MERCOSUR cultural, apoyó la reforma constitucional de 1994, la reelección y dio la discusión interna para entrar al peronismo. Más aun se lo informó a Menem, a quien le regaló la bandera –la de Artigas en el siglo XIX- que el FIP eligiera en 1972 cuando se fundara. Efectivamente hubo una continuidad entre lo sostenido por Ramos en 1991-1994 y Methol durante los 15 años que le sobrevivió respecto al MERCOSUR. Pero el “Colorado” murió tres meses antes de la firma de los protocolos de Ouro Preto, razón por la cual la defensa inclaudicable del proyecto quedó en manos de el entrañable “Tucho” Methol Ferré.
Las acciones adoptadas en torno al controvertido gobierno de Menem, fueron políticas, no ideológicas y la política es esencialmente un arte de lo cotidiano, del día a día aunque se sustente, como en el caso de JAR, en una sólida doctrina.
Solo la “historia contrafáctica” puede intentar especular sobre el ingreso al peronismo del “Colorado” o la renuncia del compañero Soliz Rada al ministerio de hidrocarburos en Bolivia…Los puntos de vista al respecto, de cada compañero, son todos opinables, debatibles, pero estoy convencido que, estemos a favor o en contra del camino decidido, nada de esto vuelve “traidor” o “desertor” a nadie. Se necesitaría mucho más que este tipo de acciones para aplicar tales apelativos a quienes con errores o aciertos dieron y dan su vida por la causa latinoamericana.
Las acciones adoptadas en torno al controvertido gobierno de Menem, fueron políticas, no ideológicas y la política es esencialmente un arte de lo cotidiano, del día a día aunque se sustente, como en el caso de JAR, en una sólida doctrina.
Solo la “historia contrafáctica” puede intentar especular sobre el ingreso al peronismo del “Colorado” o la renuncia del compañero Soliz Rada al ministerio de hidrocarburos en Bolivia…Los puntos de vista al respecto, de cada compañero, son todos opinables, debatibles, pero estoy convencido que, estemos a favor o en contra del camino decidido, nada de esto vuelve “traidor” o “desertor” a nadie. Se necesitaría mucho más que este tipo de acciones para aplicar tales apelativos a quienes con errores o aciertos dieron y dan su vida por la causa latinoamericana.
Ramos no era solo un pensador, he aquí una gran diferencia con otros hombres de su generación, era también un político y como tal, al igual que todos, buscaba incansablemente los caminos del poder y esto no implica transitar por "un lecho de rosas". Hasta el final de sus días intentó afanosamente encontrar la revolución nacional y esta incluía la unidad de América Latina. Tomemos su último discurso de 1994, cuando propone el ingreso al peronismo y veremos la esencia de su pensamiento.
Pepe Mujica nos cuenta Vignolo, pasó de considerar “el absurdo” MERCOSUR, al apoyo incondicional, Brasil de Lula firmó su tratado de defensa con EE. UU., y Fernando Lugo en el Paraguay consiente a regañadientes la presencia de bases norteamericanas en el territorio de su país. Kirchner en su momento se excusó de asistir a la cumbre de lanzamiento del futuro UNASUR en el Cuzco –dicho sea de paso esta actitud provocó un gran enojo en Methol- por cuestiones internas pero luego realizó todas las maniobras necesarias para ser electo Secretario General de dicha organización… Vaivenes en política es lo que abunda y no podría ser de otra manera, quienes no entienden esto suelen quedar aislados en medio de procesos que nada tienen de puro.
García Márquez le hace decir a su Bolívar en "El General y su Laberinto": “Ya sé que se burlan de mí porque en una misma carta, en un mismo día, a una misma persona le digo una cosa y la contraria, que si aprobé el proyecto de monarquía, que si no lo aprobé, o que si en otra parte estoy de acuerdo con las dos cosas al mismo tiempo. Lo acusaban de ser veleidoso en su modo de juzgar a los hombres y de manejar la historia, de que peleaba contra Fernando VII y se abrazaba con Morillo, de que hacía la guerra a muerte contra España y era un gran promotor de su espíritu, de que se apoyó en Haití para ganar y luego lo consideró como un país extranjero para no invitarlo al congreso de Panamá, de que había sido masón y leía a Voltaire en misa, pero era el paladín de la iglesia, de que cortejaba a los ingleses mientras se iba a casar con una princesa de Francia, de que era frívolo, hipócrita, y hasta desleal, porque adulaba a sus amigos en su presencia y denigraba de ellos a sus espaldas. ‘Pues bien: todo eso es cierto, pero circunstancial’, dijo, ‘porque todo lo he hecho con la sola mira de que este continente sea un país independiente y único, y en eso no he tenido ni una contradicción ni una sola duda’. Y concluyó en caribe puro:
¡Lo demás son pingadas!”[2]
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