Por Roberto A. Ferrero
Desde hace un tiempo se encuentra ya disponible en librerías un nuevo libro del Lic. Enzo A. Regali, historiador adscripto a la corriente interpretativa del Revisionismo Científico, cuyo máximo cultor y difusor fuera Jorge Abelardo Ramos. Precisamente sobre éste y sus ideas versa el volumen en cuestión, edición conjunta del Corredor Austral y Ferreyra Editor.
El libro, comenzando por lo adjetivo -pero no tanto, porque se trata de un requisito importante para la inteligibilidad de todo texto- es de un estilo claro, ameno y muchas veces brillante, sin que él sirva, como en autores de verba rutilante y cabeza vacía, para ocultar carencias de contenido. Muy por el contrario: el “Abelardo Ramos: de los astrónomos salvajes a la Nación Latinoamericana ” de Regali tiene una extraordinaria densidad, por la diversidad de temas que aborda y la penetración con que lo hace, lo cual lo hace difícil de encasillar en algunos de los géneros determinados en los que prima facie pareciera inscribirse: no es totalmente una “biografía intelectual” de Ramos -aunque contiene sus elementos- ni es completamente una “historia de las ideas” de Ramos y su corriente política. Quizá podríamos decir que es un híbrido de ambas, en cuya mixtura dialéctica el autor va y viene con solvencia destacable. Hay mucha información, muchas horas de trabajo y mucha meditada reflexión detrás de estas 554 páginas, que avanzan en un relato cuyos parámetros se trazan siempre en un marco epocal y político que le da sentido y sustancia.
En sus primeros capítulos se narra la esforzada historia de un puñado de jóvenes marxistas seguidores de León Trotsky que, en plena Década Infame y en los primeros años del peronismo, se animaron a dejar de lado las frases hechas, los clichés y las categorías de un marxismo pensado en otras circunstancias y para otro espacio geopolítico. Se decidieron –Aurelio Narvaja, Jorge Abelardo Ramos, Enrique Rivera- a abandonar, en otras palabras, el “marxismo eurocéntrico” para embarcarse en la aventura ideológica de inventar un marxismo latinoamericano. Conservaron de los maestros apenas algunos conceptos centrales que eran plenamente aplicables, con sólo modificaciones laterales, a nuestra realidad específica, tales como la esencial oposición leninista entre el nacionalismo de los países opresores y el de las naciones oprimidas, y la concepción de la Revolución Permanente en los países coloniales y semicoloniales junto con la consigna estratégica de la Unidad Socialista de America Latina, ambas categorías elaboradas por el gran organizador del Ejercito Rojo. Aparte de esto, lo criticaron y/o abandonaron todo del bagaje teórico inicial, menos la concepción del mundo y el método interpretativo materialista histórico-dialéctico (“el marxismo es más que nada un método de análisis y de acción”, repetía Federico Engels). Así reaprovisionados, aquellos jóvenes teóricos del Grupo “Frente Obrero” (Narvaja, Rivera, Sylvester…) y la revista “Octubre” (Ramos, Moisés M. Prelooker y otros), en constante colaboración/rivalidad, descubrieron que en el tercer Mundo que habitamos el marxismo podía ser nacional sin traicionar su intrínseca índole (ya que lo nacional es antagónico de lo cosmopolita y no del internacionalismo) y que el nacionalismo podía –mejor dicho, debía- ser socialista si quería llevar hasta el fin su esencia de liberación latinoamericana. A la par, con la ayuda de la información proporcionada por las investigaciones de los publicistas del nacionalismo rosista de los ’30 y los ’40, reelaboraron la historia argentina primero y la de Latinoamérica después, dándonos una versión más realista y científica de ellas, superadora de la parcialidad de la historiografía liberal-mitrista. Sus dos textos paradigmáticos, como los describe y desmenuza Regali, fueron escritos por Ramos: “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina ” e “Historia de la Nación Latinoamericana ”, dos trabajos –como apuntaba Methol Ferré- que estaban ya contenidos virtualmente en el primer libro de Ramos: “América Latina. Un País”. Señalemos que si bien este trabajo de Regali se extiende en una consideración nacional de su temática, hace un cierto hincapié en Córdoba, no sólo por la residencia habitual del autor, santafesino aquerenciado, sino porque aquí se elaboró, por esfuerzo y reflexión de Alfredo Terzaga, una parte no menor de la ideología de la Izquierda Nacional y de la crítica histórica en la línea del revisionismo socialista.
También se muestran en el libro los avatares de las diferentes organizaciones conque se expresó en la vida política de la república esta gran corriente de ideas que fue el Socialismo Nacional: el “Partido Socialista de la Revolución Nacional ” en 1954, en que militaban desde el veterano exjustista Enrique Dickmann hasta el joven y talentoso Jorge Eneas Spilimbergo, que sería durante un cuarto de siglo estrecho colaborador de Ramos; el “Partido Socialista de la Izquierda Nacional ” (PSIN), fundado en 1962, y su ampliación como Frente en 1972: el FIP o “Frente de Izquierda Nacional”, transmutado años después en el “Movimiento Patriótico de Liberación” (MPL). Y aunque Regali –como él mismo lo confiesa en la página 12- “firmó la ficha de afiliación al PSIN” en 1971, toma en el libro la suficiente distancia crítica como para ver los errores de Ramos y, a la vez, los injustos señalamientos que los exageran o directamente los inventan.
En esta línea de reflexión, Regali no vacila en adentrarse en las más espinosas controversias -y fueron muchas- que agitaron las aguas de la Izquierda Nacional. Polemiza con el prestigioso historiador del mismo origen Norberto Galasso, por exagerar el rol fundacional de Narvaja en detrimento de la labor realmente creativa de Ramos, quien no fue sólo talentoso difusor y propagandista; señala el error sectario de Ramos y el FIP de no haber querido incorporarse al FREJULI en las elecciones de 1973, indicando incluso el carácter falaz con que Ramos pretendió justificarse a la vuelta de los años; esclarece la relación entre los dos grupos fundacionales de 1945; y examina las más importantes escisiones sufridas por la corriente: la de 1964, apenas creado el PSIN (la “crisis González Trejo”), y sucesivamente las de quienes serían más adelante intelectuales de prestigio internacional: Jorge Beinstein en 1966 y Ernesto Laclau (h) en 1968, para culminar con el divorcio lamentable de Spilimbergo y Jorge Abelardo Ramos después del “Congreso postal” de 1978, modalidad original impuesta por las persecuciones de la dictadura procesista de entonces. Expone, finalmente, la más cuestionable de la tesis del libro: la exculpación de Ramos por haber acompañado al menemismo y haber dispuesto el ingreso de sus seguidores a las estructuras del peronismo, resolución ésta realmente in artículo mortis –porque falleció al poco tiempo de formularla- y que causó escándalo y escozor en una parte considerable de la militancia del MPL. Los que se negaron a seguirlo en estos pasos, encabezados por Alberto Guerberoff, renunciaron a los cargos públicos que ostentaban en el gobierno menemista y constituyeron el “Movimiento Antiimperialista 2 de Abril” (por Malvinas). No están ausentes tampoco los protagonistas de otra escisión de esos años: la que ligó al santafesino Juan Giobergia y al cordobés Carlos del Campo en el común rechazo a la política poco comprensiva del peronismo y sus direcciones sindicales por parte de la jefatura abelardista.
De la lectura atenta del libro surge claro el balance favorable de la vida política de Ramos: su legado ideológico y político es inmensamente superior a sus debilidades o capitulaciones finales. Por encima de sus avatares personales y teóricos, mantuvo invariable la consigna histórica mayor conque surgió a la consideración de los argentinos en 1949: la Unidad de América Latina, por cuya concreción luchó incluso siendo embajador en Méjico, lucha que no fue ajena a su enfrentamiento con Guido Di Tella, el Canciller de las “relaciones carnales”, y a la conclusión abrupta de su misión en tierras aztecas. Libro polémico sobre un hombre polémico, las controversias que ya están surgiendo a raíz de su edición servirán sin duda para profundizar en las originales concepciones ideológicas y políticas del célebre “Colorado” Ramos y sus discípulos. La Izquierda Nacional tiene todavía mucho que decir al país y a Latinoamérica.
Córdoba, 11 de febrero de 2011
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