…el pensamiento empieza a ser de América…
…Crear es la palabra de pase de esta generación.
José Martí
Introducción
La Historia es una permanente búsqueda del Presente y el Presente es un afanoso rastreo por la Historia para sostener su conflictiva y crítica realidad. También dijo Abelardo Ramos alguna vez que: “la historia es prisionera de la política”… y yo agrego “como la política es prisionera de la historia…” o como concebía Gilberto Freyre el tiempo es presente-pasado y futuro a la vez. Es por ello que el MERCOSUR debe rastrearse en sus matices fundantes para comprender su virtualidad, concientes de que solo si unimos a los imperativos económicos los culturales y sociales podremos realizar una síntesis política augurante de nuevos tiempos.
Los fundamentos culturales y políticos que los pueblos poseen, semejan las aguas subterráneas de las montañas que engañosamente se nos ocultan a la vista para aparecer en la superficie del rocoso terreno una y otra vez, cuando menos lo esperamos. Cierto es también que pueden perderse para siempre entre las grietas de insondables abismos. Esta última posibilidad no es el caso hasta hoy del Mercado Común del Sur, ni de la Unión sudamericana, todo lo contrario. Sin embargo ni la consolidación y crecimiento del primero ni la consumación de la segunda, tienen un carácter determinativo. Nadie está “condenado al éxito” excepto que lo sepa construir.
La Génesis
España y Portugal constituyeron desde el siglo XVI los imperios hispano y luso-americanos en el “Nuevo Continente”. División tal vez parcialmente artificial si como decía Oliveira Martins: “No hay dos historias de Portugal y España sino que hay dos polos de una misma historia. (…) Portugal y Castilla son dos polos de una sola historia.” Sergio Buarque ha explicado en su “Raizes do Brazil” las diferencias de ambas conquistas y colonizaciones pero también hablaba de la raíces ibéricas. Como Gilberto Freyre su adversario intelectual.
Separados pero permanentemente en contacto ya para la guerra ya para los pactos y sobretodo para el comercio aunque este fuera ilegal, ambas Américas desarrollaron desde los inicios una historia común y hasta la lengua aunque diferente era inteligible para ambos pueblos. Ambos idiomas derivan directamente del gallego arcaico y este del latín.[1] Entre 1580 y 1640 la unificación de ambas coronas en la cabeza de Felipe II, generó la ilusión del más grande imperio europeo de todos los siglos. Fue solo eso, un sueño de algunas décadas.
De todas formas el contacto entre lusitanos y españoles e indios en la zona del Plata fue mucho más allá de lo que normalmente se conoce. Algunos historiadores sostienen no sin fundamento que la propia ciudad de Buenos Aires subsistió y duró gracias al comercio portugués. Muchos apellidos portugueses se españolizaron para no tener problemas con la justicia y permanecer en el Plata. Lo cierto es que esta interrelación bélica, comercial, familiar, estadual va a ser una constante en la región.[2]
La Unidad que no fue
El proceso revolucionario de comienzos del siglo XIX, abarcó a toda la América Española , rompe la conflictiva unidad anterior y surgen -aunque no siempre las delimitaciones fueron claras- proyectos políticos opuestos. Por un lado, aquellos que pretendieron mantener total o parcialmente la antigua unidad hispánica. Por el otro, quienes prisioneros de intereses económicos inmediatos, sostuvieron la creación de nuevas patrias alrededor de los enclaves o puertos heredados del sistema colonial; todo esto mezclado con los problemas de la política diaria.
El separatismo triunfó y nada pudieron hacer hombres como San Martín o Bolívar –que fue quien más cerca estuvo de vertebrar algo- para impedirlo porque las nuevas burguesías comerciales y mineras o ganaderas aliadas a los intereses europeos -fundamentalmente de Gran Bretaña- los vencieron e impusieron sin demasiados miramientos sus designios. Al mismo tiempo la incapacidad política del “modelo hispánico” (tanto de los Austrias como de los Borbones) favoreció la dispersión. Muchos fueron los que lucharon por mantener al menos organizaciones territoriales de amplitud similar a las existentes. Era un poco la lógica del momento. Bolívar fue quien más lo definió y quien más cerca estuvo de lograr algo. El Congreso de Panamá[3] señala el punto más alto y el más declinante de su proyecto. Varios estados conspiraron contra el proyecto de crear una “anfictionía” americana. “Internamente”, fue el caso de las Provincias Unidas en las que predominaba el espíritu portuario expresado con mayor claridad por Rivadavia[4]. Desde el exterior lo hicieron por distintos motivos tanto los europeos como EE. UU., sobretodo cuando el Congreso se traslada a Tacubaya (México)[5]. No hubo factores únicos que expliquen el fracaso: las distancias, la geografía dificultosa para la época, la situación internacional, la incomunicación económica (central desde mi perspectiva), el papel del individuo en la historia, son algunos de los fenómenos que se combinaron.
Si los hombres públicos mueren –como dice un pensador- cuando su vida deja de enlazarse con su designio, el caso de Bolívar sería la confirmación de esto, algo que en definitiva lo preservó de mayores desilusiones. Enfermo -camino de Santa Marta donde encontraría la muerte- en octubre de 1830 escribe al general Urdaneta con profunda amargura sobre el “peligro universal (…) que ahora amenaza a los americanos; (...)” refiriéndose a la desunión, a la que considera “irremediable.”[6]
Luego el 9 de noviembre desde Barranquilla le escribe al general Juan José Flores que ya era presidente del pequeño Ecuador: “(…) 1º la América es ingobernable para nosotros; 2º el que sirve una revolución ara en el mar (…) La súbita reacción de la ideología exagerada va a llenarnos de cuantos males nos faltaban (…) Ud. verá que todo el mundo va a entregarse al terreno de la demagogia, y ¡desgraciados de los pueblos! Y ¡desgraciados de los gobiernos!”[7] Era la descarnada expresión de la derrota. ¿Premonición en medio del desaliento? Diez conflictuados países surgían en esta región meridional, en lugar de aquella “(…) América, la más grande nación del mundo”[8] soñada en el inicial retiro de Jamaica.
Luego el 9 de noviembre desde Barranquilla le escribe al general Juan José Flores que ya era presidente del pequeño Ecuador: “(…) 1º la América es ingobernable para nosotros; 2º el que sirve una revolución ara en el mar (…) La súbita reacción de la ideología exagerada va a llenarnos de cuantos males nos faltaban (…) Ud. verá que todo el mundo va a entregarse al terreno de la demagogia, y ¡desgraciados de los pueblos! Y ¡desgraciados de los gobiernos!”[7] Era la descarnada expresión de la derrota. ¿Premonición en medio del desaliento? Diez conflictuados países surgían en esta región meridional, en lugar de aquella “(…) América, la más grande nación del mundo”[8] soñada en el inicial retiro de Jamaica.
El idealismo de principios del siglo XX
Sobre el final del siglo XIX las nuevas repúblicas más o menos consolidadas se integraban como productores de materias primas agropecuarias o minerales, en la nueva división internacional del trabajo que imponía el capital imperialista europeo en pleno apogeo. Esta particular inserción en el mercado mundial ayudaría a consolidar a las oligarquías locales, las burguesías comerciales y financieras y también contribuiría a crear clases medias vinculadas a los servicios que requerían las nuevas factorías.
La ilusión del “orden y el progreso” indefinido, circunstancialmente alterado por las crisis cíclicas del capitalismo, la prepotencia del imperialismo europeo y estadounidense, la búsqueda por parte de la pequeño burguesía naciente de una sociedad más justa, las nuevas ideas sociales, permitirán el resurgimiento en parte de la intelectualidad americana, de un latinoamericanismo muy afín al de los inicios. Fue un clima optimista de época, que animaba a una nueva generación a pensarse más allá de sus “barrios”.
La denominada generación del 900 (literatos, ensayistas, filósofos, políticos a su manera), será según Methol Ferré, la primera generación intelectual verdaderamente latinoamericana[9]. Fueron viajeros incansables dentro del Nuevo Mundo pero muchos confluyeron en París, Madrid u otras capitales del antiguo continente mostrando así la paradoja de buscar en Europa las modas literarias o las “armas”, con las que impulsaron a veces confusamente un nacionalismo indo-hispano-americano.
Ellos veían que los Estados Unidos (olvidaban a Gran Bretaña y Francia) tenían “el poder” y “nosotros” el espíritu, aunque esto “era el consuelo y motivo de los débiles”[10]. José Enrique Rodó (1871-1917) lo manifiesta en su Ariel con un discurso ético y estético que en metáfora habla de Calibán (el imperialismo anglosajón) y Ariel (iberoamérica). Dedica el texto a la juventud de América recurriendo a Shakespeare, a Europa. Es un lenguaje idealista, barroco, ecléctico, que insinúa la soledad de la intelectualidad contestataria, con cierta minusvaloración por las muchedumbres pero que sueña un mundo diferente, culto y antiutilitario, con educación popular para el logro de la “equidad social” y la igualdad de una verdadera democracia. Próspero, “habla” a sus alumnos con prosa docente y profética: “Os hablo ahora figurándome que sois los destinados a guiar a los demás en los combates por la causa del espíritu. (…) Aun dentro de la esclavitud material, hay la posibilidad de salvar la libertad interior.”[11]
Es la búsqueda del idealismo americano que enfrenta al utilitarismo materialista anglosajón: “Si ha podido decirse del utilitarismo que es el verbo del espíritu inglés, los Estados Unidos pueden ser considerados la encarnación del verbo utilitario.”[12]
El deber ser del momento es:“(…) propagar y defender, en la América contemporánea, un ideal del espíritu (para) educar su voluntad en el culto perseverante del porvenir.”[13]
En Próspero presente y futuro son un mismo tiempo que prepara el advenimiento de un “nuevo tipo humano”, una “personificación nueva de la civilización” a la que suele precederle “de lejos un grupo disperso y prematuro” “de profetas” y que al encontrar un medio propicio, “el grupo se hace muchedumbre, y reina”[14].
Corría el año 1900, faltaban 18 años para el despertar en Córdoba dela Reforma Universitaria pero tal vez la fe puesta en la juventud y la voluntad de “ser muchedumbre” demostraba la intuición del escritor oriental. En un artículo sobre Bolívar (1911), Rodó considera al caraqueño el máximo héroe de América: “Artigas más San Martín: eso es Bolívar. Y aún faltaría añadir los rasgos de Moreno, para la parte del escritor y del tribuno”.[15]
Agrega que para los hispanoamericanos la Patria erala América Española aunque incluía en ella al Brasil. “La unidad política que consagre y encarne esa unidad moral –el sueño de Bolívar- es aun sueño, cuya realización no verán quizá las generaciones hoy vivas. ¡Qué importa! Italia era solo una expresión geográfica de Metternich antes de que la constituyeran en expresión política la espada de Garibaldi y el apostolado de Mazzini (…)”[16]
Es la búsqueda del idealismo americano que enfrenta al utilitarismo materialista anglosajón: “Si ha podido decirse del utilitarismo que es el verbo del espíritu inglés, los Estados Unidos pueden ser considerados la encarnación del verbo utilitario.”[12]
El deber ser del momento es:“(…) propagar y defender, en la América contemporánea, un ideal del espíritu (para) educar su voluntad en el culto perseverante del porvenir.”[13]
En Próspero presente y futuro son un mismo tiempo que prepara el advenimiento de un “nuevo tipo humano”, una “personificación nueva de la civilización” a la que suele precederle “de lejos un grupo disperso y prematuro” “de profetas” y que al encontrar un medio propicio, “el grupo se hace muchedumbre, y reina”[14].
Corría el año 1900, faltaban 18 años para el despertar en Córdoba de
Agrega que para los hispanoamericanos la Patria era
Ruben Darío (1867-1916) por su parte refleja espléndidamente en su Oda a Roosevelt[17] las aspiraciones y las ilusiones de los novecentistas. Es una visión liberadora pero retórica y poética. Como centroamericano solo vislumbra el peligro estadounidense y descuida o ignora la presencia económica y cultural británica y francesa en el sur.[18] Señala a Roosevelt como “futuro invasor de la América ingenua” transmitiendo la sensación de un hecho inevitable y describiendo un poder difícil de contrarrestar, aunque demostrando su fe en el porvenir advierte: “Tened cuidado. Vive la América española/ Hay mil cachorros sueltos del león español. / Se necesitaría, Roosevelt, ser por Dios mismo, / El Riflero terrible y el fuerte Cazador, / Para poder tenernos en vuestras férreas garras. / Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!”[19]
En el prólogo de “Cantos de Vida y Esperanza” (1905)[20] expresa, la lucha, la esperanza y los límites y temores propios y ajenos cuando explica: “Yo no soy un poeta para las muchedumbres. Pero sé que indefectiblemente tengo que ir a ellas. (…) Si en estos cantos hay política, es porque aparece universal. (…) Mañana podremos ser yanquis (y es lo más probable); de todas maneras, mi protesta queda escrita sobre las alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres como Júpiter.”[21]
Ya en 1915, en medio de una guerra europea que los hombres nacidos en el siglo anterior no imaginaban, imbuido de una ilusión pacifista “incluye” en América a EE. UU., reclamando otra unión “(…) hagamos la Unión viva que el nuevo triunfo lleva: / the Star Spangled Banner, con el blanco y azur...” [22]
Probablemente uno de los más claros, intelectual y políticamente de esta generación fue el argentino Manuel Ugarte (1875-1951): hijo de estancieros, literato y socialista militante es expulsado del partido Socialista por su posición neutralista ante la Primera Guerra y por condenar la intervención imperialista norteamericana en la secesión de Panamá de Colombia. Recorrió el continente congregando multitudes en su prédica por la Unidad de Latinoamérica.[23]
Recién en 1946 cuando ya tenía 71 años, con la llegada del Coronel Perón a la presidencia de la Nación, se le brindará un justo reconocimiento a su permanente lucha designándolo Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en la República de México. Al conocerse su designación sus enemigos (que también lo eran del presidente) lo atacan y difaman. Con claridad responde: “…desde hace años, nosotros hemos predicado la resistencia al imperialismo, la reconstrucción de la economía de nuestros pueblos, ‘ricos para los demás’, la vuelta al tradicionalismo de España, base de la nacionalidad naciente, la utilización del catolicismo para afianzar la nacionalidad, la industrialización de los productos del suelo, la creación de flotas mercantes (…)”[24]
En 1948 es trasladado a Nicaragua donde emocionado recuerda a Rubén Darío “prologuista de su primer libro, y en 1949, es trasladado a Cuba[25] pero Bramuglia el Canciller de origen sindical renuncia y en desacuerdo con algunos aspectos de la política exterior, él también lo hace, aunque manteniendo un fuerte apoyo al gobierno de Perón.
Liquidados sus sueldos, vuelve a Madrid y retoma su ensayo “La Reconstrucción de Hispanoamérica” que es una especie de testamento político. No logra terminarlo pues lo sorprende la muerte, aunque corrige siete capítulos para la edición que preparaba. Su esposa Thérese Desmard, en la edición que realizó Editorial Coyoacán (diciembre de 1961), nos dice que es la tercera vez que en Argentina se publica un libro de su esposo a pesar de haber escrito más de 40 volúmenes.[26] Ugarte aquí define su pensamiento que hoy tiene algo de profecía: “Iberoamérica procede de dos vertientes que nada puede desviar o suprimir: la que emana de la América precolombina y la que irrumpe de la presencia hispana (…) hay que evitar que corran riesgo de desaparecer porque constituyen la promesa de una nueva modalidad humana, de un pensamiento distinto de los valores universales. Tengo ciega fe en Iberoamérica y en su predestinación. Llego a creer que su existencia como organismo autónomo es necesaria para el equilibrio del mundo.”[27]
En 1951 luego de viajar a Buenos Aires, exclusivamente para votar por la reelección del Gral. Perón vuelve a Niza (Francia) y el 2 de diciembre es encontrado por un matrimonio vecino, sin vida debido a las emanaciones de gas producidas por un calentador del baño dejado con la llave abierta. No hubo, ni los hay hoy, grandes homenajes para su figura. Es tan solo un ilustre desconocido para nuestras juventudes y peor aun, para los no tan jóvenes.
La generación del 900 no pudo concretar sus designios iberoamericanistas. El poder económico de las fuerzas centrífugas internas y externas era demasiado grande y no bastaba para contrarrestarlo aquel idealismo, necesario pero excesivo. Sin embargo el novecentismo ayudó a forjar los intentos revolucionarios de las clases medias hasta ese momento excluidas de la política. La Revolución Mexicana será el cruento puntapié inicial de una oleada de profundo contenido social y latinoamericano, que en la Argentina expresarán pacíficamente Yrigoyen y la Reforma Universitaria de Córdoba. Batlle en Uruguay, Saavedra en Bolivia, el aprismo en Perú o Alessandri en Chile fueron variadas expresiones de este fenómeno que “alcanzó” para disputar cargos en los gobiernos, pero nunca el poder real detentado por las oligarquías y los intereses imperiales de turno.
Brasil también mira a América del Sur
También Brasil va a sentir los efectos de una oleada americanista aunque con particularidades. En efecto con el comienzo del siglo (1902) asume el ministerio de Relaciones Exteriores de
Río Branco tuvo buenas relaciones con el segundo gobierno de Roca[28] y con el de Sáenz Peña, especialmente por el accionar de un gran embajador argentino en aquel país que fue el cordobés Ramón J. Cárcano. La acción diplomática de este ayudó a la firma del primer tratado de ABC (Argentina, Brasil, Chile) que no podrán ver ni Paranhos ni Sáenz Peña porque mueren antes.[29]
Contradictorio, por momentos imitando tal vez sin sentido el armamentismo europeo de la época, con astucias y fuertes razones de estado el Canciller carioca estuvo convencido siempre y actuó en consecuencia: “de que una cordial inteligencia entre Argentina, Brasil y Chile sería de gran ventaja para cada una de las tres naciones y tendría influencia benéfica dentro y fuera de nuestros países”[30]
Es destacable también que en 1892, el historiador lusitano Joaquín Pedro Oliveira Martins en ocasión del 400 aniversario del descubrimiento de América haya propiciado “recuperar la unidad histórico cultural de América Latina”.[31] Con anterioridad, el diputado brasileño Aristide Maia, propuso en la retórica parlamentaria conformar una “Confederación Sudamericana”. Claro está el tema no era solo ideológico, Brasil y Argentina tenían un importante comercio bilateral del que Argentina era acreedor. También Assis Brasil, diplomático originario de Río Grande, el mismo estado del que provendría Vargas, iba a impulsar ya en esta época una alianza integradora de Uruguay, Argentina, Brasil y Chile. Pero quizás la obra precursora de la conciencia latinoamericana brasileña es “A América Latina: males de origem” aparecida en 1903 y escrita por Manoel Bomfin, en la que se denuncia el imperialismo y el colonialismo y se sustenta la idea de “salvarnos juntos”[32]
Algo de realismo para un cambio
Los “graznidos o cantos de una Casandra”, que desde el final de la gran guerra había emitido John M. Keynes, se concretaron en 1929 y como en la mitología griega la profecía fue cruenta, económica y políticamente. En América Latina, la crisis mundial promovería -por necesidad- políticas de proteccionismo económico y un proceso de industrialización por sustitución de importaciones (ISI). Era el reflejo del desinterés provisorio por la periferia, que la crisis mundial imponía a los países centrales. Por ello los liberales criollos se hicieron proteccionistas o “keinesianos” al menos por un tiempo.
En Argentina y Brasil surgen los movimientos nacionales y populares encabezados por Perón y Vargas respectivamente. Ambos iniciaron procesos transformadores con políticas sociales en beneficio de los más desposeídos. Pero no fueron los únicos casos: México con Lázaro Cárdenas; Chile con las presidencias de Ibáñez del Campo; Bolivia con el intento revolucionario del Mayor Villarroel –de trágico final- y la triunfante revolución de 1952 encabezada por el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de Paz Estensoro[33]; Velasco Ibarra en Ecuador; el abortado surgimiento de Eliécer Gaitán en Colombia; Jacobo Arbenz en Guatemala; el intento “febrerista” paraguayo de Franco son una muestra del contexto. Esto formaba parte también, del “clima” de emancipación colonial de la post-guerra, impulsado desde las colonias y ex-colonias europeas y contradictoriamente desde la propia ONU.
La ISI, y la sustitución de la agricultura de importación, generaron especialmente un crecimiento económico del mercado interno y esto -aunque importante- rápidamente se mostrará insuficiente para superar el estancamiento endémico de las economías nacionales. La necesidad de la integración regional fue vislumbrada entonces por algunos políticos e intelectuales de mirada estratégica. La “unidad” trascendía los idealismos y se transformaba en “necesidad histórica”. En América del Sur es claramente destacable el intento de Ibáñez ya en la década del 30[34] y luego de Perón y Vargas de recrear el eje estratégico del ABC, que el Barón de Río Branco y Roca, Carcano y Sáenz Peña habían imaginado.
La propuesta de Perón tenía antecedentes. Durante el gobierno del Gral. Agustín P. Justo ya existía dentro del Ejército Argentino un grupo de oficiales con inquietudes políticas e intelectuales que apuntaban a esta nueva alianza del Sur, tal era el caso del Gral. Sarobe[35] uno de los más influyentes, que realizó misiones a Brasil en diversas oportunidades, llegando a relacionarse con el gobierno de Vargas.[36]
Este fue un político de un pragmatismo tal vez superior al de Perón. Sus ideas seguían moviéndose en aquel andarivel histórico, buena relación con EE. UU. pero también con la Argentina. En ocasión de la visita del presidente Justo a Brasil, el 7 de octubre de 1933 Getulio decía: “Outro dos vossos, também eminente por muitos títulos, Sáenz Peña, colaborador na obra de solidaridade continental, perseverantemente ejecutada pelo segundo Rio Branco, sintetizou o mesmo pensamento, na frase hoje famosa e consagrada – ‘Tudo nos une, nada nos separa’.”[37]
Lo cierto es que Perón, Vargas e Ibáñez del Campo comprendieron que la soberanía política y económica solo era posible si había unidad; que esta se lograría si se comenzaba por Sudamérica y que la suma de los tres era estratégica. Estas tres concepciones son las grandes novedades de la época. Perón y Vargas[38] estaban convencidos de que el acercamiento era la llave del futuro continental. Este detalle no es solo un matiz, es esencial para el porvenir y conserva vigencia. Con agudeza de estadista el Gral. Perón en 1951 dijo: “El signo de la Cruz del Sur[39] puede ser la insignia de triunfo de los penates de la América del hemisferio austral. Ni Argentina, ni Brasil, ni Chile aisladas, pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidos forman sin embargo, la más formidable unión a caballo sobre los dos océanos de la civilización moderna. Así podrán intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base operativa polifacética con inicial impulso indetenible. Desde esa base podría construirse hacia el norte la Confederación Sudamericana , unificando en esa unión a todos lo pueblos de raíz latina.”[40]
Lamentablemente todo llegaba demasiado tarde o era insuficiente: en 1954, bajo presión, Vargas se pega un tiro[41] y en 1955 un golpe cívico-militar obliga a Perón a refugiarse en una cañonera paraguaya para salvar su vida. Ibáñez del Campo se debatía en una profunda crisis interna.
Los esbozos de un mercado común del sur
A poco de finalizada
Los sectores de las clases medias que ilusionadamente habían apoyado o militado en los movimientos sediciosos “creando” opiniones a través de la prensa o la “academia” contra Perón o Vargas muy pronto se van a desengañar. Los conflictos sociales se acrecentaron y por ello surgen los gobiernos desarrollistas: en Brasil Juscelino Kubitschek (1956-1960) con aval de las mayorías “varguistas”, que concretará el sueño de Brasilia[42]; en Argentina, Arturo Frondizi, una escisión “intransigente” de la Unión Cívica Radical , pacta un acuerdo electoral con Perón que le permite acceder al gobierno con el relativo apoyo popular de un peronismo proscripto.
Paralelamente un grupo de pensadores, encabezados por Raúl Prebisch, pero del que también participaba Celso Furtado, Aníbal Pinto, Adolfo Dorfman, F. H. Cardoso entre otros, pudo desde la CEPAL, Comisión Económica para la América Latina , organismo de la ONU, iniciar desde los años 50 un movimiento intelectual y político latinomericanista.[43] Expresaban en las ideas, lo que Perón o Getulio había intentado impulsar al final de sus gobiernos pero este fue otro de los lamentables desencuentros continentales; Prebisch por ejemplo había sido profundamente antiperonista al punto de asesorar a los “libertadores” luego del golpe de 1955. Jauretche uno de los destacados intelectuales del peronismo en diciembre de ese año tituló expresivamente un folleto “El Plan Prebisch. Retorno al Coloniaje” aunque luego lo disculpará parcialmente afirmando que dicho plan era también el anti-Prebisch.
Los gobiernos “desarrollistas”, no resistieron los embates de los sectores militares imbuidos de las teorías de la guerra contra el “comunismo internacional”, y terminarán destituidos. La visión regional que va a existir en las dictaduras que se instalan o gobiernan entre bambalinas, será en función de la represión y contención del “marxismo”. Sin embargo los “cepalistas” -entre ellos el chileno, Felipe Herrera[44]- lograron en 1960 promover la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) -que dará origen a un Mercado Común Centroamericano- pero que en términos generales va a fracasar; y el Banco Interamericano de Desarrollo –creado a pesar de la profunda desconfianza de EE. UU.-. Era un avance muy acotado, para algunos “funcional al sistema”, pero no dejaba de ser interesante. Hay que tener en cuenta que este período va a estar signado por la “histeria anticomunista” del norte y sus aliados nativos, como también por las no siempre prudentes “acciones” hemisféricas de Cuba.
Desde una perspectiva profética, Alberto Methol Ferré , un “argentino oriental” –como gusta reconocerse- en 1959 decía: “Un firme entendimiento brasileño –argentino es la única base real y positiva del desarrollo y unidad latinoamericanos. Sin esto el resto de Latinoamérica está condenado a una serie intermitente, anárquica, de revoluciones suicidas y claudicaciones. Por ello, hoy como ayer, me preocupa la ínfima comunicación intelectual, política, económica que existe entre Argentina y Brasil.”[45]
América Latina vivirá en los años 60 y 70 entre las crisis periódicas de su capitalismo dependiente, los gobiernos dictatoriales o pseudos-democráticos apoyados por el intervencionismo antimarxista del norte y los intentos de resistencia provenientes de las clases medias, intelectuales o militares, los trabajadores y sectores pobres en búsqueda de una sociedad más justa.
Algunos comenzaban a simpatizar con la Revolución Cubana que se hacía socialista. En el último país que se emancipó de España, nacía un intento de “segunda independencia continental” aunque los avatares políticos de la época condenarán a la sufrida isla a una nueva soledad. La intelectualidad americana se va a dividir en torno al proceso. Octavio Paz o Vargas Llosas se alejarán, mientras un Cortazar aunque con críticas se apegará hasta su muerte a Cuba y luego a Nicaragua.[46] Su caso es paradigmático: antiperonista aunque sin conspirar, desvalorizando “lugares absurdos” como Purmamarca, residente permanente en París, en los 60 iniciará no sin “culpa”, un camino de acercamiento a Latinoamérica aunque a través de las ilusiones emergentes en la patria de Fidel: “Yo he dicho (…) que la revolución cubana fue una especie de detonador de conciencia en mi caso. (…) me enseñó una cosa que no sabía y es que soy latinoamericano. Era antes muy europeizante.”[47] ¿Había cambiado? Al decir de Darcy Ribeiro “¿Cómo establecer la forma y el papel de nuestra cultura erudita, hecha de transplantes, regida por modismos europeos, ante la creatividad popular, que mezcla las tradiciones más dispares para comprender esa nuestra nueva versión del mundo y de nosotros mismos?”[48]
La influencia cubana en el trágico destino del guerrillerismo latinoamericano es un hecho pendiente de muchos análisis, pero lo cierto es que esta metodología revolucionaria fue captando apoyo entre la juventud universitaria, lo que iba en muchos casos a sustituir el necesario debate político por las estrategias militares. Este pensamiento influirá profundamente en una parte considerable del mundo intelectual que en ocasiones combinará la poesía con las balas, el heroísmo con la muerte, en una particular asociación en la que Eros[49] parecía clamar por Tanatos. Por cierto, en el marco del fuerte predominio norteamericano los enfrentamientos y la represión pasarían a ser cada vez más sangrientos, crueles e inhumanos. Los efectos del desastre todavía hoy nos acompañan en algunos países.[50] La teoría del foco guerrillero, desarrollada entre otros por Regis Debray –discípulo de Althusser- era avalada por la praxis revolucionaria de Guevara. Sostuvo la táctica de la lucha armada iniciada en Cuba como estrategia para toda América Latina y descalificó a los movimientos nacionales como capituladores ante el imperialismo, que daban lugar a un “fascismo demo-burgués”. Toda revolución dependía de condiciones “subjetivas” que se podían y “debían” generar a partir de la guerrilla, que además debía ser socialista porque la burguesía, la oligarquía, las fuerzas armadas de la sociedad capitalista dependiente, estaban asociadas al imperialismo. “Fin de una época: la del equilibrio relativo de clase. Principio de otra: la de la guerra total de clases, que excluye las soluciones de compromiso y los repartos de poder. (…) En el nuevo marco de la lucha a muerte no hay lugar para las soluciones bastardas (…)” La receta guerrillera aun con detalles inauditos era continental.[51] Su ataque iba dirigido a todo el espectro de ideas que no coincidieran con su esquema, ya sean estas nacionalistas, desarrollistas o “cepalistas”. Con mayor sustento teórico el profesor Gunder Frank; nacido en Alemania, estudió en EE. UU., en la Universidad de Chicago que su amigo Theotonio Dos Santos denominó la "cueva de las serpientes", donde se doctoró en economía; elaboró una visión parecida. Asumió un compromiso con el continente y con lenguaje marxista sostendrá justamente que el marco capitalista de la conquista española o portuguesa de América genera clases ligadas al imperialismo que solo una revolución socialista podría modificar[52], con lo cual se negaba en los hechos el papel de los movimientos nacionales y populares como el peronismo o el varguismo. El título de uno de sus libros habla por sí solo “Latinoamerica: subdesarrollo capitalista o revolución socialista.”
Si bien estos sectores nunca dejaban de mencionar en sus discursos la unidad latinoamericana, hubo demasiada retórica y una visión holista, sesgada y sectaria de la realidad –en un territorio “marcado” por Norteamérica- que hizo derivar la disputa al marco de la guerra fría, aunque esta en parte solo fuera una excusa. En definitiva no se logró trascender la utopía. Buena parte de la juventud se transformó en “aprendiz de brujo” pero en este caso el mago-maestro tuvo una cara monstruosa.[53] EE. UU. pondrá ardor, voluntad y dólares en mantener la balcanización y evitar la unión, colaborando con una nueva frustración que marcará a las juventudes.
En 1968 la II Conferencia Episcopal de Medellín consecuencia americana del renovador Concilio Vaticano II (1962-65), introduce cambios profundos no solo para los católicos en la visión social de la Iglesia: el compromiso continental con los pobres abrirá perspectivas disímiles. Dentro de la Teología de la Liberación, algunos teóricos llegarán a justificar la lucha armada. Otros en cambio asumirán la difícil tarea de repensarse históricamente en un espacio geográfico en crisis. Medellín inicia un camino que la III Conferencia Episcopal de Puebla en 1978 consolida y profundiza al sostener una nueva mirada eclesial que postuló el encuentro con los trabajadores, las mujeres, los pueblos indígenas, los excluidos, pero también con los empresarios, los intelectuales y las políticas transformadoras de cara a un futuro pensado en clave latinoamericana.
Se firma en 1969 el Pacto Andino que incluía a los países bolivarianos y a Chile y que tuvo el límite de no incluir ni a Brasil ni a la Argentina sumado a las dificultades de comunicación, el escaso desarrollo industrial de los firmantes, la crisis del petróleo de los 70. No obstante generó una nueva atmósfera en medio de crecientes dificultades continentales.[54]
Ya en 1980 surge una débil luz, la ALADI que en su denominación incluye la palabra “integración” y que establecía como principios generales: pluralismo político y económico; convergencia progresiva hacia la formación de un mercado común latinoamericano (MCL); comprensión de los niveles de desarrollo de los países miembros; y multiplicidad en las formas de concertación de instrumentos comerciales. A su amparo, los países miembros pueden aprobar acuerdos de muy diversa naturaleza y propiciar la creación de un área de preferencias económicas en la región, con el objetivo final de lograr un MCL[55]. El MERCOSUR estaba en ciernes.
Nace el MERCOSUR
Si algo faltaba a las grandes potencias (tanto a las europeas como a los EE. UU.) para resolver apoyar los procesos de democratización en la región, esto fue la recuperación de las Malvinas el 2 de abril de 1982 y la consiguiente guerra. Los militares dejaban de ser “confiables”. Los alineamientos en esa ocasión fueron muy claros, América Latina -excepto Chile, que de la mano de Pinochet apoyó a Gran Bretaña, y Colombia que se abstuvo en votaciones decisivas- se alineó con Argentina. Europa lo hizo con el Reino Unido aunque con el transcurrir del conflicto, España e Irlanda mostraron algunas disidencias que forzaron el uso del veto a las potencias anglosajonas.
Malvinas demostró que la unidad latinoamericana forma parte identitaria de nuestros pueblos y brota en los momentos críticos de la historia, como el agua subterránea de la montaña que inesperadamente y cuando se la cree inexistente exhibe su caudal y persistencia. La derrota argentina aunque traumática, precipitó la nueva democracia del Plata y nos acercó a Latinoamérica.[56]
El 30 de octubre de 1983, por primera vez en la historia, el peronismo (que debutaba en comicios sin Perón vivo) perdía en elecciones libres. Alfonsín, encabezando la UCR, gana ampliamente las elecciones nacionales produciendo una gran sorpresa interna y externa. La realidad había cambiado y numerosos políticos e intelectuales no lo habían percibido.
El nuevo gobierno fue rápidamente absorbido por los conflictos internos ya que el justicialismo aun derrotado constituía una fuerza demasiado considerable y el nuevo presidente cometió el error de imaginar un “tercer movimiento histórico” cuya “búsqueda” lo desgastó.[57]
El problema de la deuda externa golpeaba a toda América Latina. Este hecho va a convencer al presidente (latinoamericanista por tradición radical) y a su canciller de la necesidad de estrechar filas en la región que seguía convulsionada por los intentos de golpes militares (en Bolivia contra Siles Suazo)[58] o el continuismo (Chile, Paraguay). Paralelamente, América Central -zona históricamente en la mira de los EE. UU.- ahora convulsionada por el triunfo sandinista en Nicaragua, complicará al gobierno argentino y mexicano quienes, para no avalar la estrategia norteamericana, intentarán malabarismos diplomáticos, con resultados discutibles e inevitables.
Alfonsín y Caputo, su Canciller, percibían la necesidad de la integración pero tienen una concepción demasiado amplia de la misma y la ligan a un acuerdo para enfrentar la deuda externa y defender la democracia. No obstante, hay un enfoque diferente con relación al Brasil: “A este respecto, ya en diciembre de 1983 el Canciller (…) encomendaba a su subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, Oscar Jorge Romero, la elaboración –en el marco de la más absoluta reserva- de un estudio acerca de la viabilidad y las posibilidades de avanzar hacia un esquema de estrechamiento de las relaciones políticas y económicas con dicho país.”[59]
En abril de 1984, se reúnen con el presidente mexicano Miguel de Lamadrid y ratifican la voluntad de la unidad continental y la democracia en Centroamérica.[60] El tema de la integración de México fue una búsqueda permanente del Canciller argentino, sin demasiados resultados por cierto. En un artículo de la Revista Mercado escrito en 1986 todavía aspiraba a la incorporación del país azteca al posible Mercado Común y por su parte Brasil hacía lo propio con Venezuela.[61] Faltaba en Argentina la cuota de realismo para comprender que el eje de la política debía ser la confluencia con Brasil en este primer momento.
Es de destacar que la integración regional no era considerada prioritaria por la opinión pública, ni por los políticos.[62] Los diarios reflejan un debate centrado en las divisiones del Justicialismo y los reclamos de la CGT. No obstante, con cautela y seguramente dudas, el gobierno argentino retoma el eje Brasil-Argentina[63] frustrado en 1951. El 15 de agosto desde Montevideo el presidente de Brasil, Sarney (el primero de la era democrática)[64], y el a la vez flamante presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, emiten una declaración conjunta que apoya la reivindicación argentina por Malvinas y se pronuncia contra la militarización del Atlántico Sur. Al día siguiente, perdido en el interior de los diarios[65]se anuncia que Alfonsín y Sarney se reunirán en Iguazú. Los grandes hechos políticos no eran percibidos en su debida magnitud.
La reunión se realizó el 29 de noviembre de 1985, para inaugurar el nuevo puente binacional “Tancredo Neves”.[66] El encuentro fue revolucionario, se habló de un nuevo liderazgo conjunto para fortalecer la región. Brasil priorizaba así la integración con Argentina y América del Sur –sin enfrentarse con EE. UU.-; Argentina por su parte retomaba el eje que Perón había señalado en los 50 y abandonaba las tendencias utópicas y retóricas. Ambos daban por concluidas las etapas de las desconfianzas por un supuesto “expansionismo” regional.
Algunos de los temas tratados reflejaron una orientación demasiado ambiciosa para el momento. Tal fue “redefinir las relaciones con EE.UU.” que La Nación describe como “la obsesión de Caputo”; o algo que será permanente durante este período: “el tratamiento político de la deuda al margen del Plan Baker”[67]punto que solo logrará un formal reclamo conjunto. El núcleo mas trascendente de Iguazú, fueron las amplias coincidencias que se sellaron previendo pasos para la integración que se iniciarían siete meses después. Sarney[68] en 1999 narraba: “Al llegar a la presidencia de Brasil, tenía yo, como intelectual, la perfecta conciencia de nuestras equivocaciones y llevaba la firme decisión de iniciar una nueva etapa de las relaciones entre mi país y la Argentina. Envié a Buenos Aires, dos meses después de asumir el cargo, a mi ministro de Relaciones Exteriores. Tenía prisa. Él iba a proponer la apertura de conversaciones para establecer un gran cambio. Nació mi encuentro con Raúl Alfonsín, en Iguazú (…)”[69]
Hubo también acuerdos energéticos y nucleares significativos que tendían a aventar todo tipo de temor por una carrera atómica[70], pero sobretodo como dirá el brasileño: “Aquel día, Alfonsín dio el primer paso importante para cambiar la imagen de nuestras diferencias. Fuera del programa, contra los consejos de sus asesores, visitó Itaipú. Fue apenas una foto, pero sepultó la guerra por las aguas del Paraná.”[71] También se acordó la construcción de otro puente en el Alto Paraná. ¡Era todo un símbolo![72]
Se había dado un gran paso, se tendían puentes y se derrumbaban antiguos mitos. Comenzaban a sepultarse aquellas funestas teorías del Almirante Rojas sobre el “imperialismo brasileño”. Extrañamente un diputado justicialista, Héctor Dalmau, en 1986 comentando el discurso de Sarney en el Congreso de la Nación y coincidiendo conceptualmente con el ex-vicepresidente del Gral. Aramburu decía: “Como hombre de Misiones, veo con preocupación este acuerdo con Brasil, un país que insiste en expandirse hacia el Oeste y hacia el Sur.”[73]
En julio se firma en Buenos Aires bajo el lema “Crecer Juntos” el Acta para la Integración Argentino-Brasileña , punto de partida jurídico del Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE). El acta si bien no tuvo la prensa del encuentro anterior fue el puntapié para avanzar más decididamente. Ambos cancilleres paralelamente suscribían doce protocolos de los cuales diez eran de carácter económico.
Alguna dirigencia argentina, tal vez por exceso de pragmatismo demostró incomprensión por los acuerdos. El diario Ámbito Financiero expresó la resistencia del empresariado. Podemos decir que en todo el proceso el empresariado argentino adoleció del “síndrome del lamento”, un complejo de inferioridad no solo con respecto a Brasil, sino también con relación a Uruguay, cuando se firmó el Acta de Colonia tratando de impulsar pretéritos acuerdos comerciales con dicho país. La CGT en una declaración pública desvalorizando la importancia central de los acuerdos advertía: “no basta con imitar servilmente modelos aplicables a otras realidades como las del Mercado Común Europeo sin tener en cuenta que en las naciones que lo integran el desempleo ha llegado a convertirse en un flagelo casi crónico que no remedian las economías complementarias y se transforman en motivo de constante inestabilidad social”[74]
Durante 1988 los diarios argentinos reflejan la preocupación casi excluyente por las crisis internas y la pérdida de apoyo del gobierno radical en las elecciones de 1987.
Entre el 6 y 7 de abril en Brasilia en el Palacio del Planalto se reunieron Alfonsín, Sanguinetti y Sarney. Allí se decide la definitiva incorporación de Uruguay al proceso de integración, sumándolo a los acuerdos ya establecidos. En esta etapa comienzan a firmarse algunos protocolos económicos sobre automóviles y alimentación e incluso se establece productos (a definir) con tarifa aduanera “0” por 5 años. En esta reunión la prensa habla de Mercado Común Latinoamericano aunque el propio Alfonsín prudentemente aclara que “no es fácil” concretarlo[75]. La visita del mandatario argentino se prolongó y los gestos y los tratados allí firmados son más que importantes. Se desestimó la carrera armamentista y se firma una declaración sobre el derecho al desarrollo de la energía nuclear en forma pacífica. Sarney invitó a Alfonsín a recorrer la planta de enriquecimiento de uranio de Iperó en Sao Paulo siendo así el primer jefe de estado extranjero en visitarla. La planta era “secreta” y se trató de una devolución de gentileza ya que cuando el brasileño estuvo en Argentina había recorrido la de Pilcaniyeu (1987).[76] Oscar J. Romero decía “Yo creo que hay algo así como una simpatía sin precedentes entre Argentina y Brasil (…) Yo les diría que en la historia de la diplomacia latinoamericana jamás se ha visto un grado de comunicación, de interacción y de solidaridad no retórica, manifiesta y profunda, como la que existe actualmente entre Argentina y Brasil, y otros países de la región.”[77] Roberto Lavagna por su parte comparaba el proyecto de integración con Brasil con la expansión de la frontera agrícola en la pampa el siglo anterior y con la ISI de los 40 y 50. No le faltaban razones.
Hacia el final de 1988 Sarney visita nuevamente la Argentina. Del encuentro participa Sanguinetti, y en él se firman una serie de protocolos y acuerdos de integración tendientes a la constitución de un “Mercado Común Latinoamericano en el lapso de 10 años”[78] Seguía vigente la idea de una unidad mayor. No se trataba de ignorar y mucho menos desconocer al resto de los países latinoamericanos pero la realidad imponía avanzar mediante el eje estratégico que constituyen Brasil y Argentina en el cono sur. Tal vez y solo tal vez, si este eje se consolida ambos países puedan cumplir el papel que Francia y Alemania cumplieron en la Unión Europea.
El 30 de noviembre esperando a su par uruguayo en el Aeroparque, Alfonsín declaró que el tratado: “nos habla de un mercado común y es una respuesta, la única que podemos dar en los tiempos en que vivimos y en la necesidad que sentimos de un nuevo orden internacional.” Por su parte Sarney luego de la firma del tratado, hizo referencia a la deuda, la democracia, la fragilidad institucional y la inflación concluyendo “América Latina es nuestro marco de referencia, nuestro espacio común, nuestro punto de partida y nuestro destino.”[79] Los mandatarios, en medio de los gravísimos procesos inflacionarios continentales estaban convencidos de que la salida era la integración.
La crisis económica de Argentina fue particularmente dura, inédita, con brotes hiperinflacionarios que degradaban la diaria convivencia social y obligaría a concluir con anticipación la presidencia que tantas ilusiones había despertado. El peronismo recuperaba su papel aglutinante y volvía al poder con Carlos Menem. Un nuevo gobierno y una nueva etapa se iniciaban.
En 1990 en Brasil, Fernando Collor de Melo, quien había sido gobernador del pequeño estado de Alagoas, con su propio Partido de la Renovación Nacional (PRN) y aliado con otros sectores -sobretodo conservadores-, logró derrotar en segunda vuelta a Lula Da Silva el actual presidente.
Ambos mandatarios -Collor y Menem- no solo van a mantener las políticas regionales sino que van a producir un aceleramiento de la integración. Probablemente influyó la nueva situación mundial a partir de la caída del muro de Berlín en 1989 y la posterior disolución de la URSS.[80] Tal vez fue porque tanto en el Palacio San Martín como en Itamaraty existía una firme decisión política sostenida en un sólido pensamiento estratégico. O quizás porque en 1990 se incorpora Paraguay[81] a la nueva alianza y esta sumatoria de los “pequeños” (Uruguay ya estaba incorporado) dio un grande impulso. Seguramente todas estas razones se combinaron un poco, para obtener el resultado conocido pero no fue menor el accionar de los hombres de la diplomacia que agregaban a lo económico, habilidad y cimiento histórico-político necesario para construir.
Menem, asumió la presidencia el 8 de julio de 1989, cinco meses antes de lo previsto y realiza una visita de tres días a Brasil, todavía gobernado por Sarney. Firma allí acuerdos en materia de energía, cooperación nuclear y aero espacial y trata otros temas que no hacen sino ratificar la decisión de impulsar la integración y el comercio bilateral que de 780 millones en 1985 había pasado a 1800 millones en 1989.[82] También resuelven la construcción de un puente sobre el río Uruguay. El mandatario argentino visita la fábrica de aviones de Brasil EMBRAER (estatal) en la que se construía un avión de fabricación conjunta, el Tucano. Fuentes de las cancillerías, resaltaron especialmente la cooperación en el área nuclear ya que es un tema en el que los países desarrollados intentan imponer sus propias condiciones.[83]
El viaje precoz y los acuerdos suscriptos requieren tiempo y tratativas previas que demuestran un proceso de cierta data. No se trata de restar o sumar méritos, aunque sí de resaltar como se expresara más arriba, el papel intelectual y político de los ministerios de Relaciones Exteriores en la concreción del nuevo tratado. Alfonsín con matices puso en marcha una alianza histórica Brasil-Argentina, Menem, la retomó y la aceleró con un pragmatismo, muchas veces descarnado pero al mismo tiempo efectivo y significativo.
La siguiente reunión del 1 de agosto de 1990 en Buenos Aires reviste mucha importancia porque se trataba de dos presidentes que iniciaban sus mandatos. Collor de Melo realizaba su primera visita al país y en la reunión se decidió avanzar más rápidamente en los protocolos económicos. Según el canciller Cavallo no se debía negociar sector por sector o producto por producto sino en términos globales tendiendo a liberalizar y dinamizar el comercio. Sarney cuestiona este giro en 1999 “¿Dónde nos equivocamos? En mi forma de ver, cuando en julio de 1990, por el Acta de Buenos Aires, los presidentes Collor y Menem decidieron cambiar los rumbos y, al revés de trabajar por un mercado común, le dieron prioridad al área de libre comercio y a la unión aduanera en un plazo de cinco años, con los riesgos implícitos en ese nuevo abordaje.”[84]Esta apreciación resulta comprometida por el contexto electoral argentino que se vivía, porque lo cierto es que afortunadamente las negociaciones se aceleraron y al margen de toda discusión académica el MECOSUR existe y a pesar de las dificultades supera las utopías.
En noviembre de 1990, se firma entre los dos países el Acuerdo de Complementación Económica Nº 14 (ACE 14), en el marco de la ALADI sentando las bases para el Tratado de Asunción. Este acuerdo pone fin a la etapa de la “integración gradualista y sectorial pasándose a un programa de desgravación progresiva, lineal, automática para todo el conjunto del universo arancelario.” La desgravación semestral para todo el universo de bienes llegaría al “100% de preferencia para casi todo el universo arancelario, el 1-1-95.” [85]
El nuevo Canciller argentino Guido Di Tella, en tanto, inicia una serie de visitas regionales con la misión de atraer a Chile y otros países de la región andina. Esta adhesión hubiera resultado estratégica pero lamentablemente solo se logrará el ingreso del país trasandino y Bolivia en carácter de “asociados”.
No es objetivo de este trabajo analizar el Tratado de Asunción pormenorizadamente solo diremos que la economía primó sobre el conjunto de otros aspectos y si bien en el artículo 1 dice “Este Mercado Común implica:
-La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países (…)” lo que haría referencia a la libre circulación de personas, es evidente el predominio de un espíritu económico. En realidad los sectores vinculados a la cultura o la educación o el trabajo no trabaron nada pero tampoco fueron activos en la configuración del acuerdo. Solo avanzado1991 se firmarán acuerdos relativos a los trabajadores y las relaciones laborales y en 1992 sobre educación.
En Asunción se logró concertar en el aspecto económico, siempre complicado, pero que al mismo tiempo es el que más incentiva a los actores. Si en la actualidad se logra sumar la cultura, la educación y la sociedad, la construcción de una instancia superadora como la Comunidad Sudamericana de Naciones tendrá enormes posibilidades.
Este Tratado tiene un significado especial. Se firmó en la ciudad que en América del Sur fue madre de ciudades y capital del país que una fatídica Triple Alianza prácticamente destruyó, en 1870. Ciento veintiún años después el proceso se revierte y sobre el final del siglo XX renace la gran posibilidad de integrarnos y crecer juntos y en paz. Es un error intelectual que ya se cometió, minusvalorar el MERCOSUR en razón de los aspectos económicos que lo impulsaron y pusieron en marcha, porque la economía no es independiente de la política y la sociedad. Después de todo, hasta el alfabeto se conoció a través del comercio en el antiguo Mediterráneo.
Methol Ferré en el mismo momento de la firma dijo “El acuerdo y la alianza entre Argentina y Brasil, el Mercado Común anunciado entre los dos países para 1995, es el acontecimiento más grande e importante de la historia de América Latina desde su independencia en el siglo XIX. Señala el más grande giro de la historia latinoamericana desde entonces. Marca el nacimiento de una nueva época.”[86]
En 2002 precisaba “El MERCOSUR (…) Es la alianza constituyente de las posibilidades de la unidad de América del Sur. Por eso reniego del nombre de MERCOSUR. (…) Es pensar que estamos haciendo solo mercado. Bienvenido el mercado entre nosotros, y bienvenido el que se desarrolle, pero lo fundamental es que tendríamos que llamarnos "Unión Sudamericana". (…)Hay que refundar el MERCOSUR, y lo tenemos que refundar con nombres verdaderos, porque el nombre hace a la esencia de la cosa. (…) La esencia verdadera del MERCOSUR es la Unión Sudamericana.”[87]
Para el final
La compleja y conflictiva realidad del continente americano hace imperativo avanzar desde el MERCOSUR hacia una Comunidad Sudamericana de Naciones. Tratando de no pretender abarcar mayores universos que por exceso nos lleven a una nueva frustración, aunque debemos realizar todos los esfuerzos por mantener con realismo ese hilo que nos liga a México y Centroamérica. Esta unidad es emancipadora en sí misma y tiene raíces que arrancan casi desde el mismo momento de la llegada de los conquistadores.[88] La profundidad de las mismas da vida a un pensamiento que se nutre de la civilización que españoles, portugueses, indios, negros, americanos y otras nacionalidades construyeron. Se trata de una base inmaterial que -parafraseando a Borges- dura más que el hombre porque “solo es tiempo”. Como nos decía Darcy: “Somos (…) pueblos que todavía no son sino que van a ser. Un proceso civilizador –declinante- destruyó nuestras matrices y nos hundió en un inmenso bloque, por ahora importante por el conglomerado humano que abarca: 400 millones de personas. Otro proceso civilizador –el emergente- nos transfigura para que seamos mañana una provincia privilegiada de la tierra, porque será libre, próspera y solidaria.”[89]
Por otra parte, desde la recuperación de la democracia en el cono sur, la única política que de alguna manera puede considerarse “de Estado” es la referida a la creación del Mercado Común del Sur. Si bien en los comienzos Alfonsín con Sarney la impulsaron con la ilusión de conformar una unidad política más amplia, el pragmatismo les permitió poner los primeros basamentos del eje estratégico Argentina-Brasil; luego Menem, Collor de Melo y Cardoso van a retomar lo hecho para acelerarlo y concretarlo el 26 de marzo de 1991 logrando la integración plena de Uruguay y Paraguay y la asociación de Chile y Bolivia, lo que no es menor. El reciente ingreso, de Venezuela marca una nueva etapa que tiende a unir la cuenca del Plata con la región Andina.
El MERCOSUR no se constituye como parte de las políticas neoliberales. Por el contrario fue una respuesta ontológicamente contraria a estas –aunque sus protagonistas tal vez no lo supieran-. Posible por el “descuido” que el movimiento sísmico de la caída del Muro de Berlín y la URSS ocasionaron en el mundo central; la necesidad de una comunicación económica suramericana y el mandato que surge del sustrato histórico; entre otros motivos. EE. UU. cuestiona, desprestigia y trata de fragmentar permanentemente. Sin embargo como decía Manuel Ugarte: “Odiar a los Estados Unidos es un sentimiento inferior que a nada conduce. Despreciarlos es una insensatez aldeana. Lo que debemos cultivar es el amor a nosotros mismos, la inquietud de nuestra propia existencia (…) porque lo que urge considerar no es lo que el adversario hizo para perjudicarnos, sino lo que nosotros no hicimos para contrarrestar su agresión y lo que tendremos que realizar mañana si no queremos ser aniquilados.”[90]
Referencia Bibliográfica
Diario La Voz del Interior y La Nación 1985-1991
Bibliografía
Toda la citada a pie de página.
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Ramos, Jorge Abelardo. Manuel Ugarte y la Revolución Latinoamericana. Editorial Coyoacán. Bs. As. 1961.
Tomasini Luciano. Felipe Herrera Idealista y Realizador. Fondo de Cultura Económica Chile 1997.
[1] Jaguaribe, Helio. "Sudamérica y América Latina" En Revista de Derecho Internacional y MERCOSUR Año 7 Nº 4 Pág. 55
[2] Ver Moniz Bandeira, Luis Alberto, La Formación de los Estados en la Cuenca del Plata. Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay. Grupo Editorial Norma. 2006
[3] De la Reza, Gemán A. El Congreso Anfictiónico de Panamá, una hipótesis complementaria sobre el primer fracaso de integración latinoamericana. En Araucaria 2º semestre 2003 vol 4 Nº 10 Universidad de Sevilla. http://www. redalyc.com .
[4] Recordemos entre otras acciones la del volante anónimo en contra del Congreso atribuido a esferas oficiales porteñas o el diálogo entre Rivadavia y el representante norteamericano coronel Forbes o aunque por otro motivo el fracaso de la misión Gutierrez de la Fuente que enviara San Martín para obtener refuerzos antes de Guayaquil y la negativa rivadaviana (gobierno de Martín Rodríguez ).
[5] A Panamá asistieron Colombia, México, Perú y Centroamérica (que ya insinuaba su futura división). Además EE. UU. (invitado por Santander con cierto desagrado de Bolívar), Gran Bretaña y los Países Bajos. En Tacubaya solo quedaron Colombia, México, Centroamérica y EE. UU.
[6] Bolívar, Simón, Escritos Políticos, Carta al General Rafael Urdaneta, Editorial Porrúa, México, 2ª edición, 1999. Pág. 249.
[7] Bolívar, Simón, Escritos Políticos, Alianza Editorial, Madrid 1969. Pág. 169
[8] Bolívar, S. Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla. 6-9-1815 Ed Porruá op. Cit. Pág. 84
[9] Sobre la generación del 900 y el “arielismo”, diferencias y semejanzas, etc. Es imprescindible el estudio de Claudio Maíz: “Imperialismo y Cultura de la Resistencia. Los ensayos de Manuel Ugarte.” Ediciones del Corredor Austral-Ferreyra Editor. Córdoba 2003.
[10] Revista Izquierda Nacional, enero-febrero de 1971. Córdoba 1918: De Haya a Fidel, Alberto Methol Ferré , Pág. 23.
[11] Rodó, José Enrique, Obras Selectas, Librería el Ateneo Editorial, Buenos Aires, 1ª edición, Mayo de 1956, Ariel Pág. 94
[12] Ibíd. Pág. 74
[13] Ibíd. Págs. 94 y 95
[14] Rodó, José Enrique, op. cit. Pág. 95.
[15] , Bolívar de “El Mirador de Próspero”, Pág. 643ñ
[16] Revista Izquierda Nacional op. cit. pág. 24
[17] El poema mencionado es de 1905 escrito en Madrid dentro del libro “Cantos de Vida y Esperanza” dedicado a Nicaragua y a la República Argentina lo que es más que significativo.
[18] Este es un déficit, probablemente producto de la época –entendible en el contexto del “big stick”- de casi toda la generación y aunque nunca dejan de señalar a Gran Bretaña, acentúan su condena a los “yanquis”.
[19] Darío, Rubén Obras Poéticas Completas, Librería El Ateneo Editorial, Bs. As. 1953. Cantos de Vida y Esperanza, Los Cisnes y otros poemas, A Roosevelt. Pág. 668
[20] El poema así titulado está dedicado a Rodó.
[21] Ibíd. Pág. 654
[22] Ibíd. Del poema “Pax” Pág. 1034. Este poema fue escrito en la Universidad de Columbia (N.Y.)
[23] Las diferencias entre Ugarte y Rodó o Darío son expuestas por el Dr. C. Maíz en op. Cit.
[24] Citado por Galasso, Norberto, Manuel Ugarte tomo II De la Liberación Nacional al Socialismo, EUDEBA, Buenos Aires, 1973. Pág. 278. Borradores Manuscritos, AGN.
[25] El mismo lo pide ya que en la patria de Sandino gobernaba la dinastía que lo había asesinado. Ibíd. ant.
[26] Ugarte, Manuel, La Reconstrucción de Hispanoamérica, Editorial Coyoacán, Bs. As. 1961. Pág. 7. Siguiendo el detalle que realiza Claudio Maíz en la obra citada, pp. 275 y 276, en Buenos Aires solo se publicaron con anterioridad seis obras en 1893, 94,97 98 y 1904, el resto fue editado en Europa ¡!
[27] Ibíd. pp. 9 y 10.
[28] Incluso en su primer gobierno Roca envía a Brasil al Dr. Jacinto Villegas como Enviado Extraordinario y ministro Plenipotenciario con instrucciones que entro otras cosas decían: "Como es de opinión general, que existen recelos y prevenciones tradicionales entre ambos países, dando lugar á que las relaciones políticas de ambos Gobiernos sean hasta cierto punto cautelosas, el Sr. Ministro inspirándose en estas instrucciones, tratará de abrir una marcha de confianza haciendo sentir á ese Gobierno que el Argentino es leal y circunspecto en su proceder, y que la seguridad de nuestros relaciones debe reposar en el respeto y consideración recíprocos". Agrega: “Ha de tratarse igualmente de celebrar una convención aduanera entre la República, el Imperio, la República Oriental y la del Paraguay con propósito de impedir y castigar los contrabandos que se hacen. A ese fin el Sr. Ministro pondrá todo su empeño, demostrando las conveniencias recíprocas de esa medida y la importancia que ella tendrá para estrechar los vínculos de amistad".
Fraga, Rosendo. Un antecedente del MERCOSUR en 1882. Extraído de www.nuevamayoria.com.
[29] El tratado no fue ratificado en el caso argentino porque la visión de H. Yrigoyen con relación a Brasil era estrecha e imbuida por las desconfianzas de su origen “federal”.
[30] Seminario Río Branco América del Sur y la modernización del Brasil. ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, 2003, en El Barón de Río Branco y el proyecto para Sudamérica, Clodoaldo Bueno, Pág. 395
[31] Recondo, G. op. cit. Pág. 130
[32] Recondo, G. op.cit. pp. 193 y ss. También en Devés Valdez, Eduardo. Del Ariel de Rodó a la CEPAL (1900-1950) Tomo 1 pp.74 y 75.
[33] No podemos dejar de mencionar también a Walter Guevara, Hernán Siles Suazo, Augusto Céspedes, Carlos Montenegro entre otros artífices de esta importante revolución.
[34] En 1929 (…) primer gobierno del general (…) Ibáñez, (…) destacados funcionarios –Jaramillo, Heliodoro Yáñez –elaboraron la propuesta de una unión aduanera del sur, (…) Unión del Sud. Los chilenos (…) trabajaban en contacto con el argentino Alejandro Bunge (…) formado en Europa en las teoría de List y la escuela histórica alemana.” En Piñeiro Iñiguez, Carlos. La Nación Sudamericana. Del Imperativo histórico-cultural a la realización económico-política. Nuevo Hacer. Grupo Editor Latinoamericano. ISEN. Buenos Aires 2004. pp.103-104
[35] Piñeiro Iñiguez, C. op. Cit. Pág. 152
[36] Sobre el tema ver Chaves, Claudio Enrique. Un Liberalismo Criollo de Perón a Menem. Edit. Catálogos Bs. As. 2002
[37] Vargas, Getulio. A nova Política do Brasil. Tomo II O ano de 1932…A Revolucao e o Norte 1933. Livraria José Olimpo Editora. Río de Janeiro octubre de 1933. Pág. 191.
[38] La relación entre ambos gobernantes fue intensa y particular. Un detalle de las mismas, aunque no comparto todas las conclusiones, se puede ver en Moniz Bandeira, Luis A. Argentina, Brasil y EE. UU. De la Tripe Alianza al MERCOSUR. Grupo Editorial NORMA Bs. As. 2004.
[39] La “Cruz de Sur” es el símbolo del MERCOSUR y debería ser de la Unión Suramericana.
[40] Methol Ferré, Alberto, Perón y la Alianza argentino-brasileña, ediciones Del Corredor Austral, Córdoba, 2000. Pág. 87 Artículo publicado en Democracia y firmado como Descartes el 20-12-1951.
[41] El suicido de Vargas significó paradójicamente la derrota de sus enemigos al despertar una oleada de solidaridad y cariño popular. El intelectual Gilberto Freyre, un adversario suyo en un artículo referido a su personalidad escribió: “Se não lhe devo um único favor pessoal, a verdade é que tenho hoje o gosto de dizer: fomos amigos.” FREYRE, Gilberto. Getúlio Vargas: meu depoimento. O Jornal. Rio de Janeiro, 5 set. 1954. Extraído de http://prossiga.bvgf.fgf.org.br.
[42] En 1961 lo sucede Janio Cuadros, que renuncia imprevistamente y asume Joao Goulart ex ministro de trabajo y colaborador de Getulio, quien no podrá contener el avance de los militares que lo derrocan en 1964.
[43] Los aportes e influencia del “cepalismo” se pueden ver: Bernal-Meza, Raúl. América Latina en el Mundo. El Pensamiento latinoamericano y la teoría de las relaciones internacionales. Nuevo Hacer. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 2005. También en Dos Santos, Theotonio. La teoría de la Dependencia. Balance y Perspectivas. Plaza y Janes. Buenos Aires, 2002.
[44] Herrera había sido ministro y colaborador del presidente, Gral. Ibáñez del Campo.
[45] Methol Ferré, Alberto, La crisis del Uruguay y el Imperio Británico, Colección La Siringa, a. Peña Lillo Editor. 1959. Pág. 4
[46] Así lo expresa en una especie de testamento político que escribió poco antes de su muerte en 1984.
[47]Entrevista a Julio Cortázar de Alberto M. Perrone en Revista 7 Días, Febrero de 1984. En http://www.elhistoriador.com.ar
[48] Ribeiro, Darcy. El Pueblo Brasileño. La formación y el sentido de Brasil. Fondo de Cultura Económica de México. 1999 Pág. 13
[49] Eros era preferentemente presentado por los poetas como un niño en apariencia inocente pero capaz si lo desea de producir fuertes heridas, con el consentimiento materno, que a la vez es demostrativo de algún temor. (Pierre Grimal)
[50] A los pocos días de iniciado el Proceso de Reorganización Nacional el 24 de marzo de 1976, Jorge Abelardo Ramos dijo en reuniones privadas: “este Proceso va a terminar en un Proceso…pero como el de Nuremberg…” Así fue.
[52] Ver Laclau, Ernesto (h) Feudalismo y Capitalismo en América latina en Modos de Producción en América Latina. Cuadernos de Pasado y Presente Nº 40. Bs. As. 1973
[53] Regis Debray no fue solo un ideólogo, actuó en la guerrilla boliviana del Che, fue preso, juzgado y condenado a 30 años de cárcel y amnistiado por el Gral. Torres en 1972.
[54] Methol Ferré, Alberto, El destino llama dos veces. Págs. 44 y 45. En Recondo, Gregorio, compilador, MERCOSUR, La Dimensión cultural de la integración. Ediciones CICCUS , 2ª edición, 1997.
[55] Ver http: //www.aladi.org
[56] Brasil, aun bajo gobierno militar no solo atendió los negocios comerciales argentinos ante Gran Bretaña, según Moniz Bandeira, aviones Bandeirantes participaron del conflicto incluso con pilotos brasileños ya que no había tiempo de entrenar a los argentinos. Otro tanto sucedió aparentemente con los peruanos. Además A. Haig en sus memorias recuerda como su mayor derrota diplomática el aplauso de pie de los cancilleres americanos cuando N. Costa Mendez pronució su ya famoso discurso en la OEA. Como Kissinger –su mentor- le había pronosticado en los inicios, la mediación terminó con su carrera política.
[57] Esto se verifica siguiendo los diarios de época. En este caso La Voz del Interior.
[58] La Voz del Interior 25-4-1984
[59] Campbell, Jorge, Editor, MERCOSUR Entre la Realidad y la Utopía, Nuevo Hacer Grupo Editor Latinoamericano del artículo de Jorge Campbell, Ricardo Rozemberg y Gustavo Svarzman “Quince años de Integración, mucho ruido y muchas nueces” Pág. 46.
[60] La Voz del Interior 5-4-1984.
[61] Campbell, J. op. cit. pág. 108
[62] Se trataba de un tema para “iniciados”. Es parte de la tarea actual, lograr que toda la sociedad lo asuma.
[63] Faltaba Chile por estar todavía bajo la dictadura de Pinochet.
[64] Tancredo Neves el presidente electo muere el 20 de abril de 1985 luego de una septicemia generalizada que obligó a someterlo a 10 operaciones de nulo resultado. La Voz del Interior, 23-4-85.
[65] La Voz del Interior del 16-08-85.
[66] La cuestión no era menor se trataba del primer emprendimiento vial integrador en 40 años. El anterior fue el de Uruguayana inaugurado en 1947 por Perón y Dutra. Campbell, J. op. cit. Pág. 64
[67] La Nación 29-11-85.
[68] Es interesante destacar en contra de los preconceptos ideológicos que Sarney, quien cumplió un papel tan destacado para la democracia brasileña y la creación del MERCOSUR había estado cerca de los militares durante sus gobiernos.
[69] Sarney, José. Iguazú: el pasado. en La Nación 15-10-99
[70] El General Ríos Hereñú por su parte va a admitir la posibilidad de fabricar armas en conjunto, hecho importantísimo si recordamos que los ejércitos latinoamericanos durante décadas “planeaban” hipótesis de conflicto con sus vecinos. Aunque 1982 les demostrará la “zoncera” de tal pensamiento colonial.
[71] Ibíd. La Nación 15-10.99
[72] La Nación 30-11-85
[73] Campbell, J. op. cit. Pág. 73
[74] Ibíd. Pág. 73. La CGT debía ocuparse del tema pero tratando de informarse sobre la Unión Europea y la importancia estratégica de lo firmado.
[75] La Voz del Interior 7 de abril de 1988.
[76] La Voz del Interior 8 y 9 de abril de 1988
[77] Campbell, J. Op. Cit. Pág. 50
[78] La Voz del Interior del 29 y 30 de noviembre de 1988
[79] La Voz de Interior del 30 de noviembre de 1988
[80] Según se sabe Madeleine Albright al ser interrogada sobre la creación del MERCOSUR contestó “fue una distracción…” lo que habla claramente de las desconfianzas que despierta el proyecto. Si a esto agregamos que NAFTA y ALCA surgen para la época y que según cifras de distintos autores –entre otros José Serra ex ministro de planeamiento de Fernando Enrique Cardoso- el mercado latinoamericano es de relativa importancia para los norteamericanos, es correcta la postura de Moniz Bandeira, cuando afirma que el ALCA es estratégico y político y no reviste bases económicas importantes.
[81] En febrero de 1990, el dictador paraguayo Stroessner, abandonaba el cargo y era sustituido por uno de sus generales, Andrés Rodríguez. Se iniciaba un proceso democrático parcial pero importante en la castigada nación guaraní. El 01/08/1990 en la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores y de Economía de Argentina, Brasil, Chile, y Uruguay se propone invitar a Paraguay a participar del proceso del Mercado Común.
[82] La Voz del Interior del 24 de agosto de 1989
[83] La Voz del Interior del 25 de agosto de 1989
[84] Sarney, J. La Nación 15-10-99
[85] Campbell, J. Op. Cit. pp. 136 y 137
[86] Palacios Videla, Ignacio. Conversación con Methol Ferré. Un Profeta Realizado: Del Uruguay Opulento al MERCOSUR. En Revista Todo es Historia Nº 297 marzo de 1992. Pág. 34
[87] Methol Ferré, Alberto.Unión Sudamericana, segunda fase de la independencia de América del sur. http://www.nacionalypopular.com
[88] Carlos Piñeiro Iñiguez , sostiene que el intento de constituir un imperio incaico en la región andina antes de la llegada de los españoles, sería el primer y frustrado intento unificador en el sur.
[89] Ribeiro, Darcy. Perfil del un continente. En Revista Amauta Año 1 Nº1. Abril de 1987. Bs. As. Pág. 8.
[90] Ugarte, Manuel. El Destino de un Continente. Ediciones de la Patria Grande. Bs. As. 1962. Pág. 161
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