domingo, 20 de marzo de 2011

"TUCHO" METHOL FERRÉ Y PEPE MUJICA

UN ENCUENTRO POR LATINOAMÉRICA

"Tucho" Methol Ferré y "Pepe" Mujica
 Hace unos días solicité a Marcos Methol Sastre, hijo de Alberto Methol Ferré, aquel extraordinario intelectual oriental, que me relatara la última entrevista que su padre tuvo con Pepe Mujica, quien concurrió a verlo al sanatorio donde pasaría sus últimos días. Hemos respetado el título que le dió su autor al texto aunque quizás también podríamos haberlo titulado: "Hasta la victoria".





Un volver a las raíces
En lo más profundo de nuestra memoria habitan los recuerdos que nos unen sentimentalmente a algo o alguien. Los encuentros y las despedidas que marcan nuestra vida difícilmente pueden olvidarse porque lo que logra movilizar nuestra intimidad permanece. Constituyen nuestro propio ser, nos determinan.
La noticia de la internación de Alberto Methol Ferré rápidamente congregó a familiares, amigos y allegados, que en algunos casos viajaron desde fuera del Uruguay para hacerse presentes. En cada despedida se percibía un afectuoso gesto de gratitud que conmovía. La angustia y la desesperación no existían. Todo transcurría de forma serena y en paz; había algo más fuerte que la sentencia de muerte, un acontecimiento que la desbordaba.
Una de esas noches se vieron por última vez el Tucho Methol y Pepe Mujica. Fue su querido amigo en común, Alberto Couriel, que avisó a Mujica sobre la situación. Era ya tarde en la noche cuando Couriel me llama para pedirme que reciba al Pepe en el hospital pues ya iba en  camino. Yo que precisamente estaba saliendo del sanatorio para volver a casa, regresé a la habitación rápidamente para contarle al viejo y a mi madre que estaban allí. Era un miércoles 11 de noviembre de 2009, faltaban poco más de dos semanas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Uruguay.
De vuelta en la planta baja del hospital, pude ver a Mujica charlar con los dos guardias de la entrada. Había terminado el horario de visita y no lo dejaban entrar. Me presenté buscando solucionar el inconveniente y ante la insólita situación aparece una funcionaria que reconociéndolo inmediatamente permite el ingreso. Entramos al ascensor, Mujica parecía no estar al tanto de la gravedad del asunto y recibió con amargura mi advertencia.
Llegamos al piso de internación. Fuimos interceptados por la simpática encargada de la puerta que fue derecho a saludar al Pepe y para preguntarle qué hacía por ahí. “Vengo a visitar un viejo amigo” respondió. Caminamos el despejado y silencioso corredor hasta la habitación donde finalmente llegamos.
Era la segunda vez que los veía juntos. La primera había sido en el cumpleaños 80 de mi padre, cuando reunió en casa de su amigo el embajador ecuatoriano Edmundo Vera Manzo a los compañeros de toda la vida, con personajes de todos los ámbitos imaginables, lo aseguro. Se saludaron alegremente sobreponiéndose al cansancio que tenían. Estaba avanzada la noche y mientras Tucho había recibido gente durante todo el día, Mujica estaba en plena agitación por los innumerables actos pre-electorales. Saludó también a mi madre y a un veterano que estaba internado en la cama contigua de la misma habitación que permanecía incrédulo ante la situación que se estaba dando a su lado. Pepe nos contó sobre la marcha de la campaña, que en ese preciso instante se había sacudido por la noticia del caso Feldman y el hallazgo de un arsenal de armas en una finca, que abrió variadas interpretaciones en la discusión pública y de los medios de comunicación. Luego el tema fue derivando hacia la rememoración de su origen común junto a Herrera y Erro. Allí en su juventud nació ese encuentro que, luego de que cada uno de ellos tomara diferentes rumbos en su vida, se retomaba en una experiente madurez pero con el mismo entusiasmo juvenil.  Me dejó pensando si acaso es una tendencia natural del hombre volver sobre sus raíces.
La cuestión latinoamericana no podía estar ausente. Tucho integraba el equipo asesor de Mujica en materia de relaciones internacionales. Supe tiempo después de los varios encuentros en la chacra del Pepe en los cuales mi padre hacía sus usuales intervenciones histórico-filosófico-políticas. Aproveché para hacer algunas preguntas buscando también alentar alguna discusión entre ambos. La necesidad de la integración de la nación latinoamericana era la más fuerte convicción. No faltó el humor cómplice en una reunión que duró cerca de 40 minutos. Retirándose Mujica fue que Tucho llegó a decirle en sus últimas palabras “hasta la victoria”.
Le dije al Pepe que lo acompañaba hasta la salida del hospital. Abandonando la habitación nos vemos sorprendidos por un pasillo repleto de funcionarios del hospital que se habían enterado de la ilustre visita y no quería perder la oportunidad de sacarse una foto con Mujica y muchos de ellos expresar su adhesión. En cierto momento lo pierdo de vista y lo veo nuevamente minutos después en el ascensor. Algunos familiares de enfermos terminales le habían pedido que vaya a saludarlos. Lo político a veces se aproxima a niveles místicos.
En la puerta de salida pensé que lo aguardaba alguna especie de guardia personal y una fila de autos. Para mi desconcierto se fue caminando con un amigo por una oscura calle de la zona. Tucho falleció pocos días después el 15 de noviembre de 2009. El 29 de ese mismo mes Mujica vence en las elecciones presidenciales. El de ambos fue un reencuentro significativo e histórico, pero por sobre todas las cosas una experiencia de intensa humanidad.

Marcos Methol Sastre
Marzo de 2011

No hay comentarios: