viernes, 25 de marzo de 2011

Entrevista con "Tucho" Methol Ferré en la calle Brecha de Montevideo

Estos párrafos fueron escritos el mismo día en que la vida se escapaba de la afectuosa humanidad de Alberto Methol Ferré "Tucho", aquel 15 de noviembre de 2009. Solo he modificado algunos hechos de los que me enteré recientemente. Vaya entonces este artículo como homenaje al gran latinoamericanista


"SOY UN URUGUAYO, ES DECIR, UN ARGENTINO ORIENTAL”

Así solía iniciar algunas de sus charlas este que fuera según la definición de algún amigo “el tartamudo más parlanchín del Uruguay”, el entrañable Alberto Methol Ferré, “Tucho”.
Ayer 14 de noviembre por intermedio de varios correos electrónicos nos enteramos, muchos de sus amigos, que su vida se agotaba víctima de esa impiadosa enfermedad que ataca sin miramientos. Hoy 15 de noviembre de 2009, mientras escribo estas líneas, otro oriental amigo de Methol, Luis Vignolo, me informa que falleció alrededor de las 16 horas.
Me surge entonces recordarlo tal cual lo percibí en una entrevista, que le hice en Montevideo el pasado 16 de enero de 2009, en una calurosa tarde, de la que tengo un parcial registro mal grabado,
Aquel viernes, cerca del mediodía lo llamé por teléfono y Tucho con su habitual cortesía me invitó a pasar por su casa en Brecha 557, por la tarde.    
Llegué a Brechas recordando lo que siempre decía con gracia, “la calle de mi casa se llama así porque por allí los ingleses rompieron el muro en 1807 y tomaron la ciudad, ahora yo los estoy esperando y no les va a ser tan fácil…” Enfrentando en diagonal su vivienda que se encuentra casi en la esquina de la cuadra, se encuentra el viejo templo inglés, protestante, como desafiando a nuestro amigo. Hermosa construcción, pero últimamente abandonada y refugio de linyeras. El río de la Plata corre a pocos pasos. La casa me recuerda esas viejas casonas de los años 40 o 50, con una gran puerta de entrada adornada por pesadas rejas con dibujos, denotando  una clase media surgida en las épocas de oro de la vecina orilla.
 Methol habitaba en un apartamento del piso superior del inmueble, en el que agobiaba el calor de enero. Lo acompañaba Luis Vignolo  hijo, cuyo padre importante pensador uruguayo, amigo de “Tucho” toda la vida estaba muy enfermo. Coca Cola y whiskey de por medio, conversamos los tres de distintos temas políticos y culturales. Luis se retiro al poco rato.
Continuamos la conversación, abarcando diversos temas, entre otros la trayectoria del líder ruralista popular, Benito Nardone, sus vínculos con la CIA que relata un reciente libro uruguayo y su vuelco hacia una posición pro norteamericana. Con la vivacidad y la alegría narrativa que lo caracterizaba relató las vicisitudes de este particular político uruguayo que encandiló a la juventud “herrerista blanca” y al propio caudillo del histórico partido, Luis Alberto de Herrera en un primer momento.
Todo esto estuvo matizado con referencias a su relación con Jorge Abelardo Ramos y cómo se conocieron personalmente en 1955 luego de la Libertadora. Luis Alberto de Herrera había leído y conocido al “Colorado” en 1950 a través de “América Latina: un País”, libro que lo impactó. En este punto me aclaró que si bien Abelardo, se relacionó con otros intelectuales “nacionales” del Uruguay como el “gordo” Vivian Trías, Carlos Machado, Ares Pons, Carlos Real de Azua o Washington Reyes Abadie: “la relación principal en Uruguay fue conmigo”. “Nunca tuvimos un desacuerdo político, pero no porque lo evitáramos sino porque así se dio, nada más, yo nunca fui marxista, pero, qué casualidad lo primero que leí de marxismo a los 16 o 17 años fue a Trotsky, no leí ni Marx, ni Engels, ni Lenin. Leí a Trotsky en la biblioteca municipal que estaba a un costado del Teatro Solís”.
Methol llegó al catolicismo por convencimiento intelectual. Lo influyó mucho Miguel de Unamuno y también Ramiro de Maeztú y la generación del 98, con todo su iberoamericanismo. Se bautizó ya adulto por convicción. Su padre fue un agnóstico, no anticatólico, su madre en cambio fue mujer de “misa los domingos”  pero “tranquila” sin tratar de convencer a nadie.  Una poderosa inteligencia lo llevará a ser uno de los principales laicos que colaboraron en la elaboración del histórico Documento de Puebla. Dio en aquella ocasión una dura batalla contra los sectores más conservadores de la Iglesia y también los más izquierdistas, tratando de hacer una síntesis entre la Iglesia de Medellín y la de Puebla. Fue un importante apoyo latinoamericano del Papa Juan Pablo II.
   Políticamente su maestro fue el caudillo Blanco, Luis Alberto de Herrera, abuelo del actual candidato presidencial Luis Lacalle. Integró a temprana edad las juventudes de dicho movimiento. “Herrera fue una especie de Yrigoyen tardío del Uruguay”.  Sin embargo también tuvo algunas simpatías con el Frente Amplio y contaba que cuando detuvieron a Raúl Sendic el dirigente “tupamaro”, este tenía en su mesa de luz “Historia de la Nación Latinoamericana” de Abelardo Ramos: “un hecho notable, tal vez estuviera reflexionando sobre sus posturas guerrilleristas,  porque la izquierda nacional nunca avaló la lucha armada”.
 “También conocí a Arturo Jauretche cuando estuvo perseguido por la Libertadora aquí en Montevideo”. Dicho sea de paso, don Arturo dijo en una oportunidad que si hubiera tenido un hijo le hubiera gustado que fuera como Methol. El libro “Ejercito y Política” del primero de los nombrados surgió como proyecto en los años uruguayos, producto de las  conversaciones con Tucho quien escribiría “El Uruguay como problema”, sobre una geopolítica de la Patria Grande. Habían programado hacerlo juntos pero finalmente lo hicieron por separado.  
La mayoría de los orientales, especialmente los Colorados eran  antiperonistas, me reafirmó: “los únicos neutralistas ante la guerra y peronistas, éramos los ‘Blancos’ de Herrera. Cuando viene la Libertadora yo me enfermé no sé de qué, de gripe, que se yo, estuve como una semana en cama mientras muchos uruguayos festejaban el hecho.”  Efectivamente, Perón y su política latinoamericana lo habían impactado y lo transformaron en uno de los grandes difusores de esta idea que juzgaba esencial para el destino de la Banda Oriental.
El gran luchador se estaba preparando para viajar a Cuba por primera vez. Iría a visitar a su hermana, que había emigrado con su esposo a la isla poco después del intento de invasión a Bahía Cochinos por los norteamericanos. La invitación era para festejar los jóvenes 80 años, que cumpliría el 31 de marzo. Tenía un gran entusiasmo por el viaje. Lamentablemente en una reciente visita a Montevideo, Marcos Methol Sastre su hijo me informó que ya no pudo realizar su viaje por algunos problemas de salud. En cambio, festejó sus 80 años en la embajada de Ecuador, a cargo en ese momento de un amigo latinoamericanista.   

Gran parte de la charla giró, aquella tarde en torno a Latinoamérica y demostró una gran molestia por la política exclusivamente “brasilerista” de la cancillería argentina. Es una política “Unitaria, rivadaviana y mitrista, que desprecia al resto de los hermanos hispanoparlantes”. Creía necesario una unidad de los países de habla castellana para contrapesar y equilibrar el poder del Brasil, Sudamérica sólo es posible si la integración se realiza con igualdad entre los países asociados. Aunque no dejaba de criticar algunos aspectos de las exageraciones “chavistas”, reivindicaba su política “bolivariana”. Insistía en que se trataba de un militar hijo de maestros rurales que volvía a la docencia de sus progenitores a través de sus programas y que “expresaba una política”, integradora que no veía en la Argentina y otros estados. No entendía y condenaba con duras palabras la actitud que había adoptado el ex presidente Kirchner cuando se negó a asistir en 2004 a la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones en las alturas del Cusco, en Ayacucho, debido a sus discrepancias con Eduardo Duhalde que había sido el operador de la reunión. Lo menos que dijo en esta ocasión fue “no entiende nada, esa reunión es superior por su significado a cualquier diferencia menor, personal o política”. Tal vez por convicción feminista sin embargo, creía en las mejores condiciones como gobernante de Cristina Fernández. Es que para un latinoamericanista ontológico, lo del Cusco era, más que un error, un crimen.  
El viejo pensador, no obstante su lucidez, buen humor y simpatía oriental, sentía ya el peso de los años y me lo hizo saber en varios momentos de la charla. Él siempre sostuvo que la muerte llega cuando la misión de la persona se agota históricamente o se concreta. En este caso siguiendo la dialéctica de su pensar, no ocurrió ninguna de las dos cosas porque el proceso de reconstitución de la Patria Grande está inconcluso pero vigente y al mismo tiempo es muy claro que la necesidad de conformar aquella unión primigenia del continente, ha triunfado en el mundo de las ideas; muy pocos llegan a cuestionarla. La tarea continúa y ya hay compañeros de ruta y nuevos amigos que intentan retomar tu senda.
Descansa en paz, amigo latinoamericano pues el torrente de tu pensamiento ha inundado miles de arroyos que recorren la geografía de la América criolla.   

2 comentarios:

Marta dijo...

Agrego un comentario a tu interesante cronica, Enzo. En febrero de 2009 comparti una lluviosa tarde montevideana con Tucho Methol, y los amigos uruguayos Luis Vignolo, Alberto Umpierrez, y de este lado del rio Luis Gargiulo y Julio ernandez Baraibar. Fue delicioso escuchar a Methol (con su infaltable whisky) contar historias. El relato del escape de su hermana con los pequeños hijos en el avion oficial en que viajo el Che Guevara a Montevideo fue una de esas historias. Como bien decis, estaba preparando el viaje a Cuba para festejar los 80 años, ese viaje que debio suspender. Tenes razon: su pensamiento a llenado miles de arroyos e iluminado muchas noches en nuestra America.

Antonio dijo...

Enzo:
Muy lindo artículo para resaltar y rescatar estas figuras, que hoy están, sino olvidadss, no reivindicadas como correspondería.
Saludos.
Antonio